jueves, 21 de octubre de 2010

SABIAN QUE…

HABLANDO DE DANIEL SALVADOR SILVA ARCE Y LA LAP TOP QUE LE REGALO EL CUCHILLO (CARLITOS CARDENAS CARDENAS PARA LOS QUE NO LO CONOCEN… QUE ERA COIMERO Y LE GUSTABA COBRAR SU SUELDO COMO DOCENTE A PESAR DE ESTAR EN UNA MINA COMO AYUDANTE DE MECANICA—OJO QUE LLEGO A ESTA MINA ATRAVEZ DE SU SUEGRO PORQUE EL SOLITO NO VA NI A LA TIENDA A COMPRAR EL PAN--)….
SE LE VIO A NUESTRO AMIGUITO CARLITOS CARDENAS… CONVERSANDO CON ESTE TRIO DE INDESEABLES: DANIEL SALVADOR SILVA ARCE, NICOLAS COLLADO Y LUIS ALVAREZ SOTO; Y DE QUE HABLABAN?
DE QUE MAS VA A SER… DE SU REGRESO Y ADEMAS DE SU POSIBLE NOMBRAMIENTO POR SER DE ESTA BANDA DE CORRUPTOS…
SI O NO FLORENCIO CHOQUE HUANACO? (SU PADRINO)

60 comentarios:

  1. SALMO 44
    (43)
    Elegía nacional
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Poema.

    2 Oh Dios, nuestros oídos lo oyeron,
    nos lo contaron nuestros padres,
    la obra que hiciste en su tiempo,
    antiguamente, 3 con tu propia mano.
    Para plantarlos a ellos, desposeíste naciones,
    para ensancharlos, maltrataste pueblos;
    4 no conquistaron la tierra con su espada,
    ni su brazo les dio la victoria;
    fueron tu diestra y tu brazo,
    y la luz de tu rostro, pues los amabas.
    5 Tú solo, Rey mío, Dios mío,
    decidías las victorias de Jacob;
    6 por ti hundíamos a nuestros adversarios,
    en tu nombre pisábamos a nuestros agresores.
    7 No ponía mi confianza en mi arco,
    ni mi espada me hizo vencedor;
    8 tú nos salvabas de nuestros adversarios,
    cubrías de vergüenza a nuestros enemigos;
    9 en Dios nos gloriábamos a diario,
    celebrando tu nombre sin cesar. Pausa.
    10 Y con todo nos rechazas y avergüenzas,
    no sales ya con nuestras tropas,
    11 nos haces dar la espalda al adversario,
    nuestros enemigos saquean a placer.
    12 Nos entregas como ovejas de matadero,
    nos desperdigas en medio de los pueblos;
    13 vendes a tu pueblo sin provecho,
    no sacas mucho de su venta.
    14 Nos haces la irrisión de los vecinos,
    burla y escarnio de los circundantes;
    15 las naciones nos sacan motes,
    los pueblos menean la cabeza.
    16 Tengo siempre delante mi ignominia,
    la vergüenza cubre mi semblante,
    17 al oír insultos y blasfemias,
    al presenciar odios y venganzas.
    18 Todo esto nos vino sin haberte olvidado,
    sin haber traicionado tu alianza.
    19 No se habían retractado nuestros corazones,
    ni habían dejado nuestros pasos tu sendero,
    20 pero nos aplastaste en morada de chacales
    nos cubriste con la sombra de la muerte.
    21 Si hubiésemos olvidado el nombre de nuestro Dios
    o alzado nuestras manos a un dios extranjero,
    22 ¿no se habría dado cuenta Dios,
    que conoce los secretos del corazón?
    23 Pero por ti nos matan cada día,
    nos tratan como a ovejas de matadero.
    24 ¡Despierta ya! ¿Por qué duermes, Señor?
    ¡Levántate, no nos rechaces para siempre!
    25 ¿Por qué ocultas tu rostro
    y olvidas nuestra miseria y opresión?
    26 Nuestro cuello está hundido en el polvo,
    pegado a la tierra nuestro vientre.
    27 ¡Alzate, ven en nuestra ayuda,
    rescátanos por tu amor!

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  2. SALMO 44
    (43)
    Elegía nacional
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Poema.

    2 Oh Dios, nuestros oídos lo oyeron,
    nos lo contaron nuestros padres,
    la obra que hiciste en su tiempo,
    antiguamente, 3 con tu propia mano.
    Para plantarlos a ellos, desposeíste naciones,
    para ensancharlos, maltrataste pueblos;
    4 no conquistaron la tierra con su espada,
    ni su brazo les dio la victoria;
    fueron tu diestra y tu brazo,
    y la luz de tu rostro, pues los amabas.
    5 Tú solo, Rey mío, Dios mío,
    decidías las victorias de Jacob;
    6 por ti hundíamos a nuestros adversarios,
    en tu nombre pisábamos a nuestros agresores.
    7 No ponía mi confianza en mi arco,
    ni mi espada me hizo vencedor;
    8 tú nos salvabas de nuestros adversarios,
    cubrías de vergüenza a nuestros enemigos;
    9 en Dios nos gloriábamos a diario,
    celebrando tu nombre sin cesar. Pausa.
    10 Y con todo nos rechazas y avergüenzas,
    no sales ya con nuestras tropas,
    11 nos haces dar la espalda al adversario,
    nuestros enemigos saquean a placer.
    12 Nos entregas como ovejas de matadero,
    nos desperdigas en medio de los pueblos;
    13 vendes a tu pueblo sin provecho,
    no sacas mucho de su venta.
    14 Nos haces la irrisión de los vecinos,
    burla y escarnio de los circundantes;
    15 las naciones nos sacan motes,
    los pueblos menean la cabeza.
    16 Tengo siempre delante mi ignominia,
    la vergüenza cubre mi semblante,
    17 al oír insultos y blasfemias,
    al presenciar odios y venganzas.
    18 Todo esto nos vino sin haberte olvidado,
    sin haber traicionado tu alianza.
    19 No se habían retractado nuestros corazones,
    ni habían dejado nuestros pasos tu sendero,
    20 pero nos aplastaste en morada de chacales
    nos cubriste con la sombra de la muerte.
    21 Si hubiésemos olvidado el nombre de nuestro Dios
    o alzado nuestras manos a un dios extranjero,
    22 ¿no se habría dado cuenta Dios,
    que conoce los secretos del corazón?
    23 Pero por ti nos matan cada día,
    nos tratan como a ovejas de matadero.
    24 ¡Despierta ya! ¿Por qué duermes, Señor?
    ¡Levántate, no nos rechaces para siempre!
    25 ¿Por qué ocultas tu rostro
    y olvidas nuestra miseria y opresión?
    26 Nuestro cuello está hundido en el polvo,
    pegado a la tierra nuestro vientre.
    27 ¡Alzate, ven en nuestra ayuda,
    rescátanos por tu amor!

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  3. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  4. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  5. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  6. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  7. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  8. SALMO 45 va al principio
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    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  9. SALMO 45 va al principio
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    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  11. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  12. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  13. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  14. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  15. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  16. SALMO 45 va al principio
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    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  17. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  18. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  19. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  20. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  21. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  22. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  23. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  24. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  25. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  26. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  27. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  28. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  29. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  30. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  31. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  32. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  33. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  34. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  35. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  36. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  37. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  38. SALMO 52
    (51)
    Juicio del pérfido
    1 Del maestro de coro. Poema. De David. 2 Cuando el edomita Doeg vino a avisar a Saúl diciéndole: «David ha entrado en casa de Ajimélec».

    3 ¿Por qué te glorías del mal, valiente?
    ¡Dios es fiel todo el día!
    4 Tu lengua, igual que navaja afilada,
    urde crímenes, autor de fraudes.
    5 El mal al bien prefieres,
    la mentira a la justicia; Pausa.
    6 te gusta destruir con la palabra,
    lengua embustera.
    7 Por eso Dios te aplastará,
    te destruirá para siempre,
    te arrancará de tu tienda,
    te extirpará de la tierra de los vivos. Pausa.
    8 Los justos lo verán y temerán,
    se reirán de él así:
    9 «Éste es el hombre que no hizo
    de Dios su refugio;
    confiaba en su inmensa riqueza,
    se jactaba de su crimen».
    10 Pero yo, como olivo frondoso
    en la Casa de Dios,
    en el amor de Dios confío
    para siempre jamás.
    11 Te alabaré eternamente
    por todo lo que has hecho;
    esperaré en ti, porque eres bueno
    con todos los que te aman.

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  39. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  40. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  41. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  42. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  43. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  44. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
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  45. SALMO 4

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    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  46. SALMO 4

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    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
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  47. SALMO 4

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    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

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    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
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  48. SALMO 4

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    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
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    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

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    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
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  50. SALMO 4

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    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  51. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  52. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  53. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

    SALMO 21
    (20)
    Liturgia de coronación
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Yahvé, el rey celebra tu fuerza,
    le colma de alegría tu victoria.
    3 Le has concedido el deseo de su corazón,
    no has rechazado el anhelo de sus labios.
    4 Te adelantaste con buenos augurios,
    coronaste su cabeza de oro fino;
    5 vida pidió y se la otorgaste,
    largo curso de días para siempre.
    6 Gran prestigio le da tu victoria,
    lo rodeas de honor y majestad;
    7 lo conviertes en eterna bendición,
    lo llenas de alegría en tu presencia.
    8 Porque el rey confía en Yahvé,
    por gracia del Altísimo no vacilará.
    9 Que tu mano alcance a tus enemigos,
    que tu diestra alcance a los que te odian.
    10 Conviértelos en horno encendido,
    el día que aparezca tu rostro.
    Yahvé los tragará en su cólera,
    el fuego los devorará.
    11 Borrarás de la tierra su fruto,
    su semilla de en medio de los hombres.
    12 Aunque intenten hacerte daño,
    aunque tramen un plan, nada podrán.
    13 Que tú les harás retroceder,
    asestando tu arco contra ellos.
    14 ¡Levántate, Yahvé, lleno de fuerza,
    cantaremos, celebraremos tu poder!

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  54. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

    SALMO 21
    (20)
    Liturgia de coronación
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Yahvé, el rey celebra tu fuerza,
    le colma de alegría tu victoria.
    3 Le has concedido el deseo de su corazón,
    no has rechazado el anhelo de sus labios.
    4 Te adelantaste con buenos augurios,
    coronaste su cabeza de oro fino;
    5 vida pidió y se la otorgaste,
    largo curso de días para siempre.
    6 Gran prestigio le da tu victoria,
    lo rodeas de honor y majestad;
    7 lo conviertes en eterna bendición,
    lo llenas de alegría en tu presencia.
    8 Porque el rey confía en Yahvé,
    por gracia del Altísimo no vacilará.
    9 Que tu mano alcance a tus enemigos,
    que tu diestra alcance a los que te odian.
    10 Conviértelos en horno encendido,
    el día que aparezca tu rostro.
    Yahvé los tragará en su cólera,
    el fuego los devorará.
    11 Borrarás de la tierra su fruto,
    su semilla de en medio de los hombres.
    12 Aunque intenten hacerte daño,
    aunque tramen un plan, nada podrán.
    13 Que tú les harás retroceder,
    asestando tu arco contra ellos.
    14 ¡Levántate, Yahvé, lleno de fuerza,
    cantaremos, celebraremos tu poder!

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  55. 11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la 11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la violencia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro. 11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la violencia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro. violencia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro.

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  56. 11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la violencia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro. 11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la violencia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro. 11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la violencia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro.

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  57. 11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la viole11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la violencia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro. 11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la violencia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro. ncia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro.

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  58. por si no lo sabían el limbo significa vivir en el infierno y que le paso…………….. LAS PALABRAS TIENEN PODER POR ESO ANTES DE CANTAR ALGUNA CANCION ANALICE QUE ES LO QUE ESTA CANTANDO POR QUE ESO MISMO ESTARA DECLARANDO PARA SU VIDA ……………………….
    ¿CONOCIAS ESTOS HECHOS?
    SEGURO NO SABIAS HASTA AHORA QUE...
    ¡La muerte es cierta, pero la Biblia habla sobre la muerte intempestiva!
    Haga una reflexión personal sobre esto......
    Muy interesante, lea hasta el final.....
    Escrito en la Biblia (Galatians 6:7):
    No se engañe; De Dios no se burla NADIE
    en absoluto lo que un hombre ha sembrado, eso debe él recoger.
    Aquí estan algunos hombres y mujeres
    que se burlaron de Dios:
    John Lennon (Cantante):
    http://irom.files.wordpress.com/2009/04/johnlennon1.jpg
    Algunos años antes, durante su entrevista con una revista americana, él dijo:
    'La Cristiandad acabará, desaparecerá.
    Yo no tengo que discutir sobre eso.. Yo estoy seguro. Jesús era ok, pero sus asuntos eran demasiado simples. Hoy nosotros somos más famosos que Él' (1966).
    Lennon, después de decir que los Beatles eran más famosos que Jesús
    Cristo, le dispararon seis veces.
    Tancredo Neves (Presidente de Brazil):
    File:Tancredo Neves.jpg
    Durante la campaña Presidencial, él dijo que si consiguiera 500,000 votos de
    su fiesta, ni Dios lo quitaría de la Presidencia.
    Efectivamente él consiguió los votos, pero se enfermó un día antes de ser hecho
    Presidente, y murió..
    Cazuza (el compositor brasileño Bi-sexual, cantante y poeta):
    http://nem1e99.files.wordpress.com/2009/04/cazuza.jpg
    Durante una muestra en Canecio (Río de Janeiro), mientras fumaba su cigarro, él resopló fuera algún humo en el aire
    y dijo: 'Dios esto es para ti.'
    Él se murió a la edad de 32 de SIDA de una manera horrible.
    http://leonardowagner.files.wordpress.com/2009/11/cazuza-1.jpg

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  59. El hombre que construyó el Titánic
    Después de la construcción del Titanic, un reportero le preguntó cuan seguro sería.
    Con un tono irónico él dijo:
    'Ni Dios puede hundirlo'
    El resultado: Yo pienso que usted y todos sabemos lo que le pasó al Titánic
    Marilyn Monroe (Actriz)
    http://www.brooklynmuseum.org/exhibitions/marilyn_monroe/images/marilyn_monroe_sig_335.jpg
    Ella fue visitada por Billy Graham durante una presentación de un show.
    Él dijo que el Espíritu de Dios le había enviado a predicarle a ella.
    Después de oír lo que el Predicador tenía que decir, ella dijo:
    'Yo no necesito a su Jesús.'
    Una semana después, ella se encontró muerta en su apartamento.
    Bon Scott (Cantante)
    http://scrapetv.com/News/News%20Pages/Entertainment/images-2/bon-scott-performing.jpg
    El ex-vocalista de AC/DC. En una de sus canciones de 1979, cantó:
    No me detenga, yo estoy bajando todo el camino, bajando por la carretera al infierno'.
    (highway to hell)
    "Nobody's gonna slow me down
    Like a wheel, gonna spin it
    Nobody's gonna mess me round
    Hey Satan, payed my dues
    Playing in a rocking band
    Hey Momma, look at me
    I'm on my way to the promised land
    I'm on the highway to hell
    (Don't stop me)
    And I'm going down, all the way down
    I'm on the highway to hell"

    El 19 de febrero de 1980, Bon Scott se encontró muerto, ahogado por su propio vómito.
    Campinas (EN 2005)

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  60. En Campinas, Brasil un grupo de amigos, borrachos, fue a recoger una amiga.....
    La madre la acompañó al automóvil y estaba tan angustiada sobre
    la embriaguez de sus amigos y le dijo a la hija , sosteniendo su mano, ya sentada en el automóvil:
    'Mi hija, Vaya Con Dios y permita que Él la Proteja..
    Ella respondió: 'Sólo Si Él (Dios) viaja en el maletero, porque aqui dentro ya está Lleno '
    Horas despues las noticias vinieron que ellos habían estado envueltos en un fatal accidente, todos habían muerto, el automóvil no podría reconocerse, pero sorprendentemente, el maletero estaba intacto.
    La policía dijo que no había ninguna manera de que el maletero podría permanecer intacto.
    Dentro del maletero habia una canasta de huevos, para su sorpresa, ninguno estaba roto.
    Christine Hewitt (Periodista jamaiquina y animadora) dijo:
    La Biblia ( la Palabra de Dios) fue el peor libro escrito en la vida.
    En junio del 2006 ella se encontró quemada imposible de ser reconocida en su carro
    *******************************************
    Muchos de las personas más importantes se han olvidado, que no hay ningún otro nombre al que se dio tanta autoridad como el nombre de Jesús.
    Muchos se han muerto, pero sólo Jesús se murió y subió de nuevo, y él está vivo.
    'Jesús'
    P/D Si fuera un chiste, tu lo habrías enviado a todos. Así que
    vas a tener el valor para enviar esto?.
    Yo he hecho mi parte, Jesús dijo:
    'Si tu te avergüenzas de mí,
    Yo también me avergonzaré de ti ante mi padre.'
    Señor, yo te amo y te necesito, entra en mi corazón, y bendiceme a mi, mi familia, mi casa, y mis amigos, en el nombre de Jesús. Amén.'

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que opinas de estos salvajes...?