jueves, 21 de octubre de 2010

SABIAN QUE….

EL DOCENTE HENRY GUSTAVO POLANCO CORNEJO HA PEDIDO UN “AÑO SABATICO”?
COMO ES ESTO?
MUY SIMPLE ESTE SUJETO SE VA A SU CASITA A PENSAR COMO HACER MAS DE SUS FECHORIAS UN AÑO COMPLETO Y LA UNIVERSIDAD LE PAGA SU SUELDO COMPLETO TAL CUAL SI ESTUVIERA COIMEANDO…PERDON TRABAJANDO NORMALMENTE….
QUE TALES LUJOS QUE SE DAN ALGUNAS PERSONITAS VERDAD?
LO CIERTO ES QUE NO QUEREMOS QUE SE VAYAN UN AÑO DE DESCANSO…
QUEREMOS QUE SE VAYAN PERMANENTEMENTE DE NUESTRA UNIVERSIDAD

89 comentarios:

  1. SALMO 50 va al principio
    (49)
    El culto espiritual
    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
    23 Me honra quien sacrifica dándome gracias,
    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  2. SALMO 50 va al principio
    (49)
    El culto espiritual
    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
    23 Me honra quien sacrifica dándome gracias,
    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  3. SALMO 50 va al principio
    (49)
    El culto espiritual
    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
    23 Me honra quien sacrifica dándome gracias,
    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  4. SALMO 50 va al principio
    (49)
    El culto espiritual
    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
    23 Me honra quien sacrifica dándome gracias,
    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  5. SALMO 50 va al principio
    (49)
    El culto espiritual
    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
    23 Me honra quien sacrifica dándome gracias,
    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  6. SALMO 50 va al principio
    (49)
    El culto espiritual
    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
    23 Me honra quien sacrifica dándome gracias,
    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  7. SALMO 50 va al principio
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    El culto espiritual
    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
    23 Me honra quien sacrifica dándome gracias,
    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  8. SALMO 50 va al principio
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    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
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    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  9. SALMO 50 va al principio
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    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
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    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  10. SALMO 50 va al principio
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    El culto espiritual
    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
    23 Me honra quien sacrifica dándome gracias,
    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  11. SALMO 50 va al principio
    (49)
    El culto espiritual
    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
    23 Me honra quien sacrifica dándome gracias,
    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  12. SALMO 50 va al principio
    (49)
    El culto espiritual
    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
    23 Me honra quien sacrifica dándome gracias,
    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  13. SALMO 50 va al principio
    (49)
    El culto espiritual
    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
    23 Me honra quien sacrifica dándome gracias,
    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  14. SALMO 50 va al principio
    (49)
    El culto espiritual
    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
    23 Me honra quien sacrifica dándome gracias,
    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  15. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  16. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  17. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  18. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  19. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  20. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  21. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  22. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  23. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  24. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  25. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  26. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  27. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  28. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  29. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
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  30. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
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  31. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  32. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  33. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  34. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  35. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  36. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  37. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  38. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  39. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  40. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  41. sigue enseñando piro.
    como es entonces. en nel tuerno b creo q no enseñara, haber q saben informen por favor.

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  42. se jodieron por cagones jajjajaja primero se piensa luego se actua, como ustedes tiene caca en la cabez que chucha pensaran, jodanse mierdassssssssssssssssssssssssssssssss

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  43. SALMO 52
    (51)
    Juicio del pérfido
    1 Del maestro de coro. Poema. De David. 2 Cuando el edomita Doeg vino a avisar a Saúl diciéndole: «David ha entrado en casa de Ajimélec».

    3 ¿Por qué te glorías del mal, valiente?
    ¡Dios es fiel todo el día!
    4 Tu lengua, igual que navaja afilada,
    urde crímenes, autor de fraudes.
    5 El mal al bien prefieres,
    la mentira a la justicia; Pausa.
    6 te gusta destruir con la palabra,
    lengua embustera.
    7 Por eso Dios te aplastará,
    te destruirá para siempre,
    te arrancará de tu tienda,
    te extirpará de la tierra de los vivos. Pausa.
    8 Los justos lo verán y temerán,
    se reirán de él así:
    9 «Éste es el hombre que no hizo
    de Dios su refugio;
    confiaba en su inmensa riqueza,
    se jactaba de su crimen».
    10 Pero yo, como olivo frondoso
    en la Casa de Dios,
    en el amor de Dios confío
    para siempre jamás.
    11 Te alabaré eternamente
    por todo lo que has hecho;
    esperaré en ti, porque eres bueno
    con todos los que te aman.

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  44. SALMO 52
    (51)
    Juicio del pérfido
    1 Del maestro de coro. Poema. De David. 2 Cuando el edomita Doeg vino a avisar a Saúl diciéndole: «David ha entrado en casa de Ajimélec».

    3 ¿Por qué te glorías del mal, valiente?
    ¡Dios es fiel todo el día!
    4 Tu lengua, igual que navaja afilada,
    urde crímenes, autor de fraudes.
    5 El mal al bien prefieres,
    la mentira a la justicia; Pausa.
    6 te gusta destruir con la palabra,
    lengua embustera.
    7 Por eso Dios te aplastará,
    te destruirá para siempre,
    te arrancará de tu tienda,
    te extirpará de la tierra de los vivos. Pausa.
    8 Los justos lo verán y temerán,
    se reirán de él así:
    9 «Éste es el hombre que no hizo
    de Dios su refugio;
    confiaba en su inmensa riqueza,
    se jactaba de su crimen».
    10 Pero yo, como olivo frondoso
    en la Casa de Dios,
    en el amor de Dios confío
    para siempre jamás.
    11 Te alabaré eternamente
    por todo lo que has hecho;
    esperaré en ti, porque eres bueno
    con todos los que te aman.

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  45. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  46. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  47. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  48. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  49. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  50. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  51. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  52. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  53. el ceviche y sus salmos!

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  54. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  55. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  56. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  57. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  58. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  59. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  60. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
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  61. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  62. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  63. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  64. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  65. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  66. SALMO 4

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    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  67. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
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  68. SALMO 4

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    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
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  69. SALMO 4

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    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
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  70. SALMO 4

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    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  71. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  72. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

    SALMO 21
    (20)
    Liturgia de coronación
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Yahvé, el rey celebra tu fuerza,
    le colma de alegría tu victoria.
    3 Le has concedido el deseo de su corazón,
    no has rechazado el anhelo de sus labios.
    4 Te adelantaste con buenos augurios,
    coronaste su cabeza de oro fino;
    5 vida pidió y se la otorgaste,
    largo curso de días para siempre.
    6 Gran prestigio le da tu victoria,
    lo rodeas de honor y majestad;
    7 lo conviertes en eterna bendición,
    lo llenas de alegría en tu presencia.
    8 Porque el rey confía en Yahvé,
    por gracia del Altísimo no vacilará.
    9 Que tu mano alcance a tus enemigos,
    que tu diestra alcance a los que te odian.
    10 Conviértelos en horno encendido,
    el día que aparezca tu rostro.
    Yahvé los tragará en su cólera,
    el fuego los devorará.
    11 Borrarás de la tierra su fruto,
    su semilla de en medio de los hombres.
    12 Aunque intenten hacerte daño,
    aunque tramen un plan, nada podrán.
    13 Que tú les harás retroceder,
    asestando tu arco contra ellos.
    14 ¡Levántate, Yahvé, lleno de fuerza,
    cantaremos, celebraremos tu poder!

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  73. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

    SALMO 21
    (20)
    Liturgia de coronación
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Yahvé, el rey celebra tu fuerza,
    le colma de alegría tu victoria.
    3 Le has concedido el deseo de su corazón,
    no has rechazado el anhelo de sus labios.
    4 Te adelantaste con buenos augurios,
    coronaste su cabeza de oro fino;
    5 vida pidió y se la otorgaste,
    largo curso de días para siempre.
    6 Gran prestigio le da tu victoria,
    lo rodeas de honor y majestad;
    7 lo conviertes en eterna bendición,
    lo llenas de alegría en tu presencia.
    8 Porque el rey confía en Yahvé,
    por gracia del Altísimo no vacilará.
    9 Que tu mano alcance a tus enemigos,
    que tu diestra alcance a los que te odian.
    10 Conviértelos en horno encendido,
    el día que aparezca tu rostro.
    Yahvé los tragará en su cólera,
    el fuego los devorará.
    11 Borrarás de la tierra su fruto,
    su semilla de en medio de los hombres.
    12 Aunque intenten hacerte daño,
    aunque tramen un plan, nada podrán.
    13 Que tú les harás retroceder,
    asestando tu arco contra ellos.
    14 ¡Levántate, Yahvé, lleno de fuerza,
    cantaremos, celebraremos tu poder!

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  74. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

    SALMO 21
    (20)
    Liturgia de coronación
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Yahvé, el rey celebra tu fuerza,
    le colma de alegría tu victoria.
    3 Le has concedido el deseo de su corazón,
    no has rechazado el anhelo de sus labios.
    4 Te adelantaste con buenos augurios,
    coronaste su cabeza de oro fino;
    5 vida pidió y se la otorgaste,
    largo curso de días para siempre.
    6 Gran prestigio le da tu victoria,
    lo rodeas de honor y majestad;
    7 lo conviertes en eterna bendición,
    lo llenas de alegría en tu presencia.
    8 Porque el rey confía en Yahvé,
    por gracia del Altísimo no vacilará.
    9 Que tu mano alcance a tus enemigos,
    que tu diestra alcance a los que te odian.
    10 Conviértelos en horno encendido,
    el día que aparezca tu rostro.
    Yahvé los tragará en su cólera,
    el fuego los devorará.
    11 Borrarás de la tierra su fruto,
    su semilla de en medio de los hombres.
    12 Aunque intenten hacerte daño,
    aunque tramen un plan, nada podrán.
    13 Que tú les harás retroceder,
    asestando tu arco contra ellos.
    14 ¡Levántate, Yahvé, lleno de fuerza,
    cantaremos, celebraremos tu poder!

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  75. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

    SALMO 21
    (20)
    Liturgia de coronación
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Yahvé, el rey celebra tu fuerza,
    le colma de alegría tu victoria.
    3 Le has concedido el deseo de su corazón,
    no has rechazado el anhelo de sus labios.
    4 Te adelantaste con buenos augurios,
    coronaste su cabeza de oro fino;
    5 vida pidió y se la otorgaste,
    largo curso de días para siempre.
    6 Gran prestigio le da tu victoria,
    lo rodeas de honor y majestad;
    7 lo conviertes en eterna bendición,
    lo llenas de alegría en tu presencia.
    8 Porque el rey confía en Yahvé,
    por gracia del Altísimo no vacilará.
    9 Que tu mano alcance a tus enemigos,
    que tu diestra alcance a los que te odian.
    10 Conviértelos en horno encendido,
    el día que aparezca tu rostro.
    Yahvé los tragará en su cólera,
    el fuego los devorará.
    11 Borrarás de la tierra su fruto,
    su semilla de en medio de los hombres.
    12 Aunque intenten hacerte daño,
    aunque tramen un plan, nada podrán.
    13 Que tú les harás retroceder,
    asestando tu arco contra ellos.
    14 ¡Levántate, Yahvé, lleno de fuerza,
    cantaremos, celebraremos tu poder!

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  76. LOS METALOCOS DE INGENIERIA METALURGICA
    ESTOS HIJOS DE PUTA JODEN A QUIENES LOS DESAPRUEBAN COMO NO PUDIERON, ARREGLAR ESTOS ENFERMOS EL CURSO DE DISEÑO EMPEZO LA GUERRA CON EL DOCENTE, LUEGO SIGUE CON CORROSION, TECNOLOGIA NO FERROSA, Y PULVIMETALURGIA; ESTOS HUEVONES COMO CHUCHA SIGUEN EN NUESTRA ESCUELA ESTAS SON LAS PERLITAS QUE HAN HECHO ESTA PAGINA COJUDA LLAMADA METALOCO QUE LO UNICO QUE HACE ES JODER, Y JODER A TODOS YA QUE NADIE NOS QUIEREN DAR PRACTICAS Y MENOS NOS QUIEREN LLEVAR DE VIAJE CURRICULAR O VISITA TECNICAS GRACIAS A ESTOS CONCHA SU MADRE, SI NO VIAJAMOS EL JUEVES A LA SOUTHER, ES MEJOR QUE SE CUIDEN PORQUE YA NOS LLEGASTE AL HUECO MARICONAZOS Y EN LA ESCUELA CON SUS CARAS DE COJUDOS LO COMPONEN NO TE PREOCUPES QUE NOSOTROS TE LA ARREGLAMOS MEJOR CUANDO TE SACARON LA MIERDA POR IMBECIL POR QUERER AGARRARTE UN FLACA SI O NO DIEGO CERVANTES, CHIVO DE MIERDA SOLO AGARRALE EL PAJARO AL CAPAC ALARCON QUE ES CHIMBOMBO O SI NO A TU ROBERT FUENTE TORTEROS.
    LA ULTIMA ENCIMA JODEN A LOS INGs QUE NOS AYUDAN A LOS QUE ESTAMOS POR SALIR Y ESTUDIAMOS, ESTA SI LES VA HA COSTAR CARO AHORA LLAMEN A SU HOMBRE DERLY PARA LOS CUIDEN Y LOS APAPACHE CABROS, RUEGA QUE VIAJEMOS EL JUEVES SI NO MEJOR CAMBIANTE DE ESCUELA
    ASI ES ESTOS HIJOS DE PUTA QUE NO VIENEN A CLASES QUIEREN QUE LES REGALEN LAS NOTAS, Y SI NO LES DAZ SU GUSTO JODEN, MARICONES ESTUDIEN Y DEJEN DE PEDIR FAVORES Y DE ESCRIBIR COJUDES QUE NADIE LES HACE CASO PORQUE SOLO SON UNOS 8 IMBECILES, BURROS, SALUDOS PARA SU PAPI LOZADA. Yyyyyyy HAY QUE PAGAR LOS VOLANTES, A ROBERT NO LE ALCANZO LOS 1800 SOLES DE LOS CACHIMBOS.
    DIEGUITO A SI TE LLEVARA TU VIEJO A TRABAJAR A ANTAMINA, YO PRIMERO TE DESCONOZCO.
    CAPAC ALARCON QUE SENTISTE CUANDO TE AGARRASTE A LA RUTH, POR LO VISTO TE DEJO SIN CEREBRO.

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  77. me cgago de risa jajajajajjaja

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  78. hola amigos del vengador habla pues del muñiz para tu proxima aparicon
    o sino sabre que no estas llevando cursos de 5 año
    y eso reduce las posibilidades de q te encuentren los q te odian

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  79. hola causas del vengador dicen q uno de ustedes no lleva ningun curso del ultimo semestre pero es cui 2006 eso daria pie a q si son gente despechada

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  80. hola digo que hablen del muñiz es on es una mierda porque porque ahora pidio a la gente q baya a su viaje a ocoña bueno hasta ahi normal no es obligatorio pero el dia q hiso clases el muy concha su mare dijo que el viaje era con 5 puntos sobre el examen y digo yo si eso noe es acaso una forma de corrupcion claro pagar por una nota lo es
    PERO IR A UN VIAJE OBLIGADO POR 5 PUNTOS SOBRE UN EXAMEN (PRIMER EXAMEN) LO ES TAMBIEN HE
    ademas el muy hijo de p dijo tambien q habria 2 VIAJES MAS Y CON NOTAS DE 2 Y 1 PUNTO
    Que mierda pasa osea encima q nos jode con un viaje nos embaica otros dos y con menos nota q mierda deberia poner la misma nota a toso sus viajes en fin el dice para incentivar q vas a incentivar on si en ocoña no hay plantas o minas eh ojalas no hagas valer esos puntos y q solo valgan sus examenes y no eso como en concentracion del semestre pasado

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  81. te voy a sacar la mierda peter mamani
    marica por no atracr mis 150 lucas

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  82. los voy a matar uno por uno

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  83. 11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la violencia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro.

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  84. 11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la violencia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro.

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  85. 11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la violencia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro.

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  86. 11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la violencia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro.

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  87. 11:1 Del maestro de coro. De David.
    Yo tengo mi refugio en el Señor,
    ¿cómo pueden decirme entonces:
    "Escapa a la montaña como un pájaro,
    11:2 porque los malvados tienden su arco
    y ajustan sus flechas a la cuerda,
    para disparar desde la penumbra
    contra los rectos de corazón?
    11:3 Cuando ceden los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?"
    11:4 Pero el Señor está en su santo Templo,
    el Señor tiene su trono en el cielo.
    Sus ojos observan el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres:
    11:5 el Señor examina al justo y al culpable,
    y odia al que ama la violencia.
    11:6 Que él haga llover brasas y azufre
    sobre los impíos,
    y les toque en suerte un viento abrasador.
    11:7 Porque el Señor es justo y ama la justicia,
    y los que son rectos verán su rostro.

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  88. este mierda ya me tiene harto deja de comentar wevadasssssss...ke ni david ni goliat va a salvar a esos putos del pedro, ceviche, polanco, medina, nose por q no hablan del zea,,,sera ke ya olvidaron del zea ese si es conchudo pa koimearrr...xq no hablan de topo y de su chacal de 4º kiko

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que opinas de estos salvajes...?