jueves, 21 de octubre de 2010

SABIAN QUE….

EL ESLABON PERDIDO ENTRE EL HOMBRE Y MI PERRO…
SI PEDRO MANANI CALCINA… SOLO HIZO PRACTICAS MENOS DE UNA SEMANA EN MINA SHILA
Y QUE A RAIZ QUE ESTE MARICON SE ESCAPO DE LA PRACTICA CUANDO LE MANDARON A HACER EL TRABAJO DE UN HOMBRE, ESTA UNIDAD DE PRODUCCIÓN YA NO RECIBE MÁS PRACTICANTES DE METALURGIA DE LA UNSA?

136 comentarios:

  1. SALMO 23
    (22)
    El Buen Pastor
    1 Salmo. De David.

    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
    Liturgia de entrada en el santuario
    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    10 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé Sebaot,
    él es el rey de la gloria. Pausa.

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  2. SALMO 23
    (22)
    El Buen Pastor
    1 Salmo. De David.

    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
    Liturgia de entrada en el santuario
    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    10 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé Sebaot,
    él es el rey de la gloria. Pausa.

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  3. SALMO 23
    (22)
    El Buen Pastor
    1 Salmo. De David.

    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
    Liturgia de entrada en el santuario
    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    10 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé Sebaot,
    él es el rey de la gloria. Pausa.

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  4. SALMO 23
    (22)
    El Buen Pastor
    1 Salmo. De David.

    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
    Liturgia de entrada en el santuario
    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    10 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé Sebaot,
    él es el rey de la gloria. Pausa.

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  5. SALMO 23
    (22)
    El Buen Pastor
    1 Salmo. De David.

    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
    Liturgia de entrada en el santuario
    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    10 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé Sebaot,
    él es el rey de la gloria. Pausa.

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  6. SALMO 23
    (22)
    El Buen Pastor
    1 Salmo. De David.

    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
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    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    10 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé Sebaot,
    él es el rey de la gloria. Pausa.

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  7. SALMO 23
    (22)
    El Buen Pastor
    1 Salmo. De David.

    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
    Liturgia de entrada en el santuario
    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    10 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé Sebaot,
    él es el rey de la gloria. Pausa.

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  8. SALMO 23
    (22)
    El Buen Pastor
    1 Salmo. De David.

    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
    Liturgia de entrada en el santuario
    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    10 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé Sebaot,
    él es el rey de la gloria. Pausa.

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  9. SALMO 23
    (22)
    El Buen Pastor
    1 Salmo. De David.

    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
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    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
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    Yahvé Sebaot,
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  10. SALMO 23
    (22)
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    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
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    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
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  11. SALMO 23
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    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
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    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    10 ¿Quién es el rey de la gloria?
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  12. SALMO 23
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    El Buen Pastor
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    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
    Liturgia de entrada en el santuario
    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    10 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé Sebaot,
    él es el rey de la gloria. Pausa.

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  13. SALMO 23
    (22)
    El Buen Pastor
    1 Salmo. De David.

    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
    Liturgia de entrada en el santuario
    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    10 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé Sebaot,
    él es el rey de la gloria. Pausa.

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  14. SALMO 23
    (22)
    El Buen Pastor
    1 Salmo. De David.

    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
    Liturgia de entrada en el santuario
    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    10 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé Sebaot,
    él es el rey de la gloria. Pausa.

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  15. SALMO 23
    (22)
    El Buen Pastor
    1 Salmo. De David.

    Yahvé es mi pastor, nada me falta.
    2 En verdes pastos me hace reposar.
    Me conduce a fuentes tranquilas,
    3 allí reparo mis fuerzas.
    Me guía por cañadas seguras
    haciendo honor a su nombre.
    4 Aunque fuese por valle tenebroso,
    ningún mal temería,
    pues tú vienes conmigo;
    tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5 Preparas ante mí una mesa,
    a la vista de mis enemigos;
    perfumas mi cabeza,
    mi copa rebosa.
    6 Bondad y amor me acompañarán
    todos los días de mi vida,
    y habitaré en la casa de Yahvé
    un sinfín de días.

    SALMO 24
    (23)
    Liturgia de entrada en el santuario
    1 Salmo. De David.

    De Yahvé es la tierra y cuanto la llena,
    el orbe y cuantos lo habitan,
    2 pues él lo fundó sobre los mares,
    lo asentó sobre los ríos.
    3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé?,
    ¿quién podrá estar en su santo recinto?
    4 El de manos limpias y puro corazón,
    el que no suspira por los ídolos
    ni jura con engaño.
    5 Ése logrará la bendición de Yahvé,
    el perdón de Dios, su Salvador.
    6 Ésta es la generación que lo busca,
    la que acude a tu presencia, Dios de Jacob. Pausa.
    7 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    8 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé, el fuerte, el valiente,
    Yahvé, valiente en la lucha.
    9 ¡Puertas, alzad los dinteles,
    levantaos, antiguos portones,
    y que entre el rey de la gloria!
    10 ¿Quién es el rey de la gloria?
    Yahvé Sebaot,
    él es el rey de la gloria. Pausa.

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  16. SALMO 25 va al principio
    (24)
    Oración en el peligro
    1 De David.
    Alef.

    A ti, Yahvé, dirijo mi anhelo.
    2 A ti, Dios mío.

    Bet.

    En ti confío, ¡no quede defraudado,
    ni triunfen de mí mis enemigos!

    Guímel.

    3 El que espera en ti no queda defraudado,
    queda defraudado el que traiciona sin motivo.

    Dálet.

    4 Muéstrame tus caminos, Yahvé,
    enséñame tus sendas.

    He.

    5 Guíame fielmente, enséñame,
    pues tú eres el Dios que me salva.

    (Vau.)

    En ti espero todo el día,
    7 cpor tu bondad, Yahvé.

    Zain.

    6 Acuérdate, Yahvé, de tu ternura
    y de tu amor, que son eternos.

    Jet.

    7 De mis faltas juveniles no te acuerdes,
    acuérdate de mí según tu amor.

    Tet.

    8 Bueno y recto es Yahvé:
    muestra a los pecadores el camino,

    Yod.

    9 conduce rectamente a los humildes
    y a los pobres enseña su sendero.

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  17. Kaf.

    10 Amor y verdad son las sendas de Yahvé
    para quien guarda su alianza y sus preceptos.

    Lámed.

    11 Haz gala de tu nombre, Yahvé,
    y perdona mi culpa, que es grande.

    Mem.

    12 Cuando un hombre respeta a Yahvé,
    él le indica el camino a seguir;

    Nun.

    13 vivirá colmado de dicha,
    su estirpe poseerá la tierra.

    Sámek.

    14 Yahvé se confía a sus adeptos,
    los va instruyendo con su alianza.

    Ain.

    15 Mis ojos están fijos en Yahvé,
    que sacará mis pies de la trampa.

    Pe.

    16 Vuélvete a mí, tenme piedad,
    me siento solo y desdichado.

    Sade.

    17 La angustia crece en mi corazón,
    hazme salir de mis tormentos.

    (Qof.)

    18 Mira mi aflicción y mi penar,
    perdona todos mis pecados.

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  18. Res.

    19 Mira cuántos son mis enemigos,
    la violencia del odio que me tienen.

    Sin.

    20 Guarda mi vida, ponme a salvo,
    no me avergüence por confiar en ti.

    Tau.

    21 Integridad y rectitud me ampararán,
    porque espero en ti, Yahvé.
    22 Redime, Dios, a Israel
    de todas sus angustias.

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  19. SALMO 26
    (25)
    Plegaria del inocente
    1 De David.

    Hazme justicia, Yahvé,
    que llevo una vida íntegra.
    Si me apoyo en Yahvé no vacilo.
    2 Escrútame, Yahvé, ponme a prueba,
    aquilata mi conciencia y mi corazón,
    3 que tengo presente tu amor
    y te soy fiel en la vida.
    4 No ando mezclado con falsos,
    ni me dejo acompañar de hipócritas;
    5 odio las reuniones de malhechores,
    no me mezclo con malvados.
    6 Lavo y purifico mis manos,
    doy vueltas a tu altar, Yahvé,
    7 pronunciando la acción de gracias,
    pregonando todas tus maravillas.
    8 Amo, Yahvé, la belleza de tu Casa,
    el lugar donde se asienta tu gloria.
    9 No dejes que muera entre pecadores,
    que acabe mi vida entre asesinos,
    10 con sus manos llenas de infamia
    y su diestra repleta de soborno.
    11 Yo, en cambio, llevo una vida íntegra,
    rescátame, ten piedad de mí;
    12 mi pie sigue el camino recto,
    en la asamblea te bendeciré, Yahvé.

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  20. SALMO 28
    (27)
    Súplica y acción de gracias
    1 De David.

    A ti alzo mi voz, Yahvé,
    roca mía, no enmudezcas;
    pues si te callas seré igual
    que los que bajan a la fosa.
    2 Oye la voz de mi súplica,
    cuando te pido socorro,
    cuando levanto mis manos,
    hacia tu santo templo.
    3 No me arrastres con los malvados,
    tampoco con los malhechores,
    que hablan de paz a su vecino
    y el mal se oculta en su corazón.
    4 Págales, Yahvé, según sus obras,
    según la malicia de sus actos,
    trátalos conforme a sus acciones,
    págales con su misma moneda.
    5 No entienden las obras de Yahvé,
    lo que han hecho sus manos:
    ¡que los derribe y no los reconstruya!
    6 ¡Bendito Yahvé, que ha escuchado
    la voz de mi plegaria!
    7 Yahvé es mi fuerza y mi escudo,
    en él confía mi corazón:
    su ayuda me llena de alegría,
    le doy gracias con mi canto.
    8 Yahvé es la fuerza de su pueblo,
    un baluarte que salva a su ungido.
    9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
    pastoréalos y llévalos por siempre.

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  21. SALMO 28
    (27)
    Súplica y acción de gracias
    1 De David.

    A ti alzo mi voz, Yahvé,
    roca mía, no enmudezcas;
    pues si te callas seré igual
    que los que bajan a la fosa.
    2 Oye la voz de mi súplica,
    cuando te pido socorro,
    cuando levanto mis manos,
    hacia tu santo templo.
    3 No me arrastres con los malvados,
    tampoco con los malhechores,
    que hablan de paz a su vecino
    y el mal se oculta en su corazón.
    4 Págales, Yahvé, según sus obras,
    según la malicia de sus actos,
    trátalos conforme a sus acciones,
    págales con su misma moneda.
    5 No entienden las obras de Yahvé,
    lo que han hecho sus manos:
    ¡que los derribe y no los reconstruya!
    6 ¡Bendito Yahvé, que ha escuchado
    la voz de mi plegaria!
    7 Yahvé es mi fuerza y mi escudo,
    en él confía mi corazón:
    su ayuda me llena de alegría,
    le doy gracias con mi canto.
    8 Yahvé es la fuerza de su pueblo,
    un baluarte que salva a su ungido.
    9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
    pastoréalos y llévalos por siempre.

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  22. SALMO 28
    (27)
    Súplica y acción de gracias
    1 De David.

    A ti alzo mi voz, Yahvé,
    roca mía, no enmudezcas;
    pues si te callas seré igual
    que los que bajan a la fosa.
    2 Oye la voz de mi súplica,
    cuando te pido socorro,
    cuando levanto mis manos,
    hacia tu santo templo.
    3 No me arrastres con los malvados,
    tampoco con los malhechores,
    que hablan de paz a su vecino
    y el mal se oculta en su corazón.
    4 Págales, Yahvé, según sus obras,
    según la malicia de sus actos,
    trátalos conforme a sus acciones,
    págales con su misma moneda.
    5 No entienden las obras de Yahvé,
    lo que han hecho sus manos:
    ¡que los derribe y no los reconstruya!
    6 ¡Bendito Yahvé, que ha escuchado
    la voz de mi plegaria!
    7 Yahvé es mi fuerza y mi escudo,
    en él confía mi corazón:
    su ayuda me llena de alegría,
    le doy gracias con mi canto.
    8 Yahvé es la fuerza de su pueblo,
    un baluarte que salva a su ungido.
    9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
    pastoréalos y llévalos por siempre.

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  23. SALMO 28
    (27)
    Súplica y acción de gracias
    1 De David.

    A ti alzo mi voz, Yahvé,
    roca mía, no enmudezcas;
    pues si te callas seré igual
    que los que bajan a la fosa.
    2 Oye la voz de mi súplica,
    cuando te pido socorro,
    cuando levanto mis manos,
    hacia tu santo templo.
    3 No me arrastres con los malvados,
    tampoco con los malhechores,
    que hablan de paz a su vecino
    y el mal se oculta en su corazón.
    4 Págales, Yahvé, según sus obras,
    según la malicia de sus actos,
    trátalos conforme a sus acciones,
    págales con su misma moneda.
    5 No entienden las obras de Yahvé,
    lo que han hecho sus manos:
    ¡que los derribe y no los reconstruya!
    6 ¡Bendito Yahvé, que ha escuchado
    la voz de mi plegaria!
    7 Yahvé es mi fuerza y mi escudo,
    en él confía mi corazón:
    su ayuda me llena de alegría,
    le doy gracias con mi canto.
    8 Yahvé es la fuerza de su pueblo,
    un baluarte que salva a su ungido.
    9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
    pastoréalos y llévalos por siempre.

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  24. SALMO 28
    (27)
    Súplica y acción de gracias
    1 De David.

    A ti alzo mi voz, Yahvé,
    roca mía, no enmudezcas;
    pues si te callas seré igual
    que los que bajan a la fosa.
    2 Oye la voz de mi súplica,
    cuando te pido socorro,
    cuando levanto mis manos,
    hacia tu santo templo.
    3 No me arrastres con los malvados,
    tampoco con los malhechores,
    que hablan de paz a su vecino
    y el mal se oculta en su corazón.
    4 Págales, Yahvé, según sus obras,
    según la malicia de sus actos,
    trátalos conforme a sus acciones,
    págales con su misma moneda.
    5 No entienden las obras de Yahvé,
    lo que han hecho sus manos:
    ¡que los derribe y no los reconstruya!
    6 ¡Bendito Yahvé, que ha escuchado
    la voz de mi plegaria!
    7 Yahvé es mi fuerza y mi escudo,
    en él confía mi corazón:
    su ayuda me llena de alegría,
    le doy gracias con mi canto.
    8 Yahvé es la fuerza de su pueblo,
    un baluarte que salva a su ungido.
    9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
    pastoréalos y llévalos por siempre.

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  25. SALMO 28
    (27)
    Súplica y acción de gracias
    1 De David.

    A ti alzo mi voz, Yahvé,
    roca mía, no enmudezcas;
    pues si te callas seré igual
    que los que bajan a la fosa.
    2 Oye la voz de mi súplica,
    cuando te pido socorro,
    cuando levanto mis manos,
    hacia tu santo templo.
    3 No me arrastres con los malvados,
    tampoco con los malhechores,
    que hablan de paz a su vecino
    y el mal se oculta en su corazón.
    4 Págales, Yahvé, según sus obras,
    según la malicia de sus actos,
    trátalos conforme a sus acciones,
    págales con su misma moneda.
    5 No entienden las obras de Yahvé,
    lo que han hecho sus manos:
    ¡que los derribe y no los reconstruya!
    6 ¡Bendito Yahvé, que ha escuchado
    la voz de mi plegaria!
    7 Yahvé es mi fuerza y mi escudo,
    en él confía mi corazón:
    su ayuda me llena de alegría,
    le doy gracias con mi canto.
    8 Yahvé es la fuerza de su pueblo,
    un baluarte que salva a su ungido.
    9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
    pastoréalos y llévalos por siempre.

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  26. SALMO 28
    (27)
    Súplica y acción de gracias
    1 De David.

    A ti alzo mi voz, Yahvé,
    roca mía, no enmudezcas;
    pues si te callas seré igual
    que los que bajan a la fosa.
    2 Oye la voz de mi súplica,
    cuando te pido socorro,
    cuando levanto mis manos,
    hacia tu santo templo.
    3 No me arrastres con los malvados,
    tampoco con los malhechores,
    que hablan de paz a su vecino
    y el mal se oculta en su corazón.
    4 Págales, Yahvé, según sus obras,
    según la malicia de sus actos,
    trátalos conforme a sus acciones,
    págales con su misma moneda.
    5 No entienden las obras de Yahvé,
    lo que han hecho sus manos:
    ¡que los derribe y no los reconstruya!
    6 ¡Bendito Yahvé, que ha escuchado
    la voz de mi plegaria!
    7 Yahvé es mi fuerza y mi escudo,
    en él confía mi corazón:
    su ayuda me llena de alegría,
    le doy gracias con mi canto.
    8 Yahvé es la fuerza de su pueblo,
    un baluarte que salva a su ungido.
    9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
    pastoréalos y llévalos por siempre.

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  27. SALMO 28
    (27)
    Súplica y acción de gracias
    1 De David.

    A ti alzo mi voz, Yahvé,
    roca mía, no enmudezcas;
    pues si te callas seré igual
    que los que bajan a la fosa.
    2 Oye la voz de mi súplica,
    cuando te pido socorro,
    cuando levanto mis manos,
    hacia tu santo templo.
    3 No me arrastres con los malvados,
    tampoco con los malhechores,
    que hablan de paz a su vecino
    y el mal se oculta en su corazón.
    4 Págales, Yahvé, según sus obras,
    según la malicia de sus actos,
    trátalos conforme a sus acciones,
    págales con su misma moneda.
    5 No entienden las obras de Yahvé,
    lo que han hecho sus manos:
    ¡que los derribe y no los reconstruya!
    6 ¡Bendito Yahvé, que ha escuchado
    la voz de mi plegaria!
    7 Yahvé es mi fuerza y mi escudo,
    en él confía mi corazón:
    su ayuda me llena de alegría,
    le doy gracias con mi canto.
    8 Yahvé es la fuerza de su pueblo,
    un baluarte que salva a su ungido.
    9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
    pastoréalos y llévalos por siempre.

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  28. SALMO 28
    (27)
    Súplica y acción de gracias
    1 De David.

    A ti alzo mi voz, Yahvé,
    roca mía, no enmudezcas;
    pues si te callas seré igual
    que los que bajan a la fosa.
    2 Oye la voz de mi súplica,
    cuando te pido socorro,
    cuando levanto mis manos,
    hacia tu santo templo.
    3 No me arrastres con los malvados,
    tampoco con los malhechores,
    que hablan de paz a su vecino
    y el mal se oculta en su corazón.
    4 Págales, Yahvé, según sus obras,
    según la malicia de sus actos,
    trátalos conforme a sus acciones,
    págales con su misma moneda.
    5 No entienden las obras de Yahvé,
    lo que han hecho sus manos:
    ¡que los derribe y no los reconstruya!
    6 ¡Bendito Yahvé, que ha escuchado
    la voz de mi plegaria!
    7 Yahvé es mi fuerza y mi escudo,
    en él confía mi corazón:
    su ayuda me llena de alegría,
    le doy gracias con mi canto.
    8 Yahvé es la fuerza de su pueblo,
    un baluarte que salva a su ungido.
    9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
    pastoréalos y llévalos por siempre.

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  29. SALMO 29
    (28)
    Himno al Señor de la tormenta
    1 Salmo. De David.

    ¡Rendid a Yahvé, hijos de Dios,
    rendid a Yahvé gloria y poder!
    2 Rendid a Yahvé la gloria de su nombre,
    postraos ante Yahvé en el atrio sagrado.
    3 La voz de Yahvé sobre las aguas,
    el Dios de la gloria truena,
    ¡es Yahvé sobre las aguas caudalosas!
    4 La voz de Yahvé con fuerza,
    la voz de Yahvé con majestad.
    5 La voz de Yahvé desgaja los cedros,
    desgaja Yahvé los cedros del Líbano,
    6 hace brincar como novillo al Líbano,
    al Sarión como cría de búfalo.
    7 La voz de Yahvé afila llamaradas.
    8 La voz de Yahvé estremece la estepa,
    estremece Yahvé el desierto de Cades.
    9 La voz de Yahvé retuerce las encinas,
    deja desnudas las selvas.
    Todo en su Templo grita: ¡Gloria!
    10 Yahvé se sentó sobre el diluvio,
    Yahvé se sienta como rey eterno.
    11 Yahvé da poder a su pueblo,
    Yahvé bendice a su pueblo con la paz.

    SALMO 30 va al principio
    (29)
    Acción de gracias después de un peligro de muerte
    1 Salmo. Cántico para la dedicación de la Casa. De David.

    2 Te ensalzo, Yahvé, porque me has levantado,
    no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
    3 Yahvé, Dios mío, te pedí auxilio y me curaste.
    4 Tú, Yahvé, sacaste mi vida del Seol,
    me reanimaste cuando bajaba a la fosa.
    5 Cantad para Yahvé los que lo amáis,
    recordad su santidad con alabanzas.
    6 Un instante dura su ira,
    su favor toda una vida;
    por la tarde visita de lágrimas,
    por la mañana gritos de júbilo.
    7 Al sentirme seguro me decía:
    «Jamás vacilaré».
    8 Tu favor, Yahvé, me afianzaba
    más firme que sólidas montañas;
    pero luego escondías tu rostro
    y quedaba todo conturbado.
    9 A ti alzo mi voz, Yahvé,
    a mi Dios piedad imploro:
    10 ¿Qué ganas con mi sangre, con que baje a la fosa?
    ¿Puede el polvo alabarte, anunciar tu verdad?
    11 ¡Escucha, Yahvé, ten piedad de mí!
    ¡Sé tú, Yahvé, mi auxilio!
    12 Has cambiado en danza mi lamento:
    me has quitado el sayal, me has vestido de fiesta.
    13 Por eso mi corazón te cantará sin parar;
    Yahvé, Dios mío, te alabaré por siempre.

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  30. 18 Yahvé, no quede yo defraudado
    después de haberte invocado;
    que queden defraudados los impíos,
    que bajen en silencio al Seol.
    19 Enmudezcan los labios mentirosos
    que hablan insolentes contra el justo,
    llenos de orgullo y desprecio.
    20 ¡Qué grande es tu bondad, Yahvé!
    La reservas para tus adeptos,
    se la das a los que a ti se acogen
    a la vista de todos los hombres.
    21 Los ocultas donde tú solo los ves,
    lejos de las intrigas de los hombres;
    bajo techo los pones a cubierto
    de las querellas de las lenguas.
    22 ¡Bendito Yahvé que me ha brindado
    maravillas de amor (en plaza fuerte)!
    23 ¡Y yo que decía alarmado:
    «Estoy dejado de tus ojos»!
    Pero oías la voz de mi plegaria
    cuando te gritaba auxilio.
    24 Amad a Yahvé, todos sus amigos,
    a los fieles protege Yahvé;
    pero devuelve con creces
    al que obra con orgullo.
    25 ¡Tened valor, y firme el corazón,
    vosotros, los que esperáis en Yahvé!

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  31. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  32. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  33. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  34. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  35. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  36. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  37. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  38. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
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  39. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
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  40. SALMO 33
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    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  41. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  42. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  43. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  44. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  45. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  46. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  47. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  48. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
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  49. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  50. SALMO 33
    (32)
    Himno a la Providencia

    1 ¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
    que la alabanza es propia de hombres rectos!
    2 ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
    tocad con el arpa de diez cuerdas;
    3 cantadle un cántico nuevo,
    acompañad la música con aclamaciones!
    4 Pues recta es la palabra de Yahvé,
    su obra toda fundada en la verdad;
    5 él ama la justicia y el derecho,
    del amor de Yahvé está llena la tierra.
    6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
    por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
    7 Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
    mete en depósitos los océanos.
    8 ¡Tema a Yahvé la tierra entera,
    tiemblen ante él los habitantes del orbe!
    9 Pues él habló y así fue,
    él lo mandó y se hizo.
    10 Yahvé frustra el plan de las naciones,
    hace vanos los proyectos de los pueblos;
    11 pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
    sus decisiones de generación en generación.
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé,
    el pueblo que escogió para sí como heredad!
    13 Yahvé observa de lo alto del cielo,
    ve a todos los seres humanos;
    14 desde el lugar de su trono mira
    a todos los habitantes de la tierra;
    15 él, que modela el corazón de cada uno,
    y repara en todas sus acciones.
    16 No se salva el rey por su gran ejército,
    ni el guerrero escapa por su enorme fuerza.
    17 Vana cosa el caballo para la victoria,
    ni con todo su vigor puede salvar.
    18 Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
    sobre los que esperan en su amor,
    19 para librar su vida de la muerte
    y mantenerlos en tiempo de penuria.
    20 Esperamos anhelantes a Yahvé,
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
    21 en él nos alegramos de corazón
    y en su santo nombre confiamos.
    22 Que tu amor, Yahvé, nos acompañe,
    tal como lo esperamos de ti.

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  51. SALMO 34
    (33)
    Loa de la justicia divina
    1 De David. Cuando, fingiéndose demente ante Abimélec, fue despachado por él y se marchó.
    Alef.

    2 Bendeciré en todo tiempo a Yahvé,
    sin cesar en mi boca su alabanza;

    Bet.

    3 en Yahvé se gloría mi ser,
    ¡que lo oigan los humildes y se alegren!

    Guímel.

    4 Ensalzad conmigo a Yahvé,
    exaltemos juntos su nombre.

    Dálet.

    5 Consulté a Yahvé y me respondió:
    me libró de todos mis temores.

    He.

    6 Los que lo miran quedarán radiantes,
    no habrá sonrojo en sus semblantes.

    Zain.

    7 Si grita el pobre, Yahvé lo escucha,
    y lo salva de todas sus angustias.

    Jet.

    8 El ángel de Yahvé pone su tienda
    en torno a sus adeptos y los libra.

    Tet.

    9 Gustad y ved lo bueno que es Yahvé,
    dichoso el hombre que se acoge a él.

    Yod.

    10 Respetad a Yahvé, santos suyos,
    que a quienes le temen nada les falta.

    Kaf.

    11 Los ricos empobrecen y pasan hambre,
    los que buscan a Yahvé de ningún bien carecen.

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  52. Lámed.

    12 Venid, hijos, escuchadme,
    os enseñaré el temor de Yahvé.

    Mem.

    13 ¿A qué hombre no le gusta la vida,
    no anhela días para gozar de bienes?

    Nun.

    14 Guarda del mal tu lengua,
    tus labios de la mentira;

    Sámek.

    15 huye del mal y obra el bien,
    busca la paz y anda tras ella.

    Ain.

    16 Los ojos de Yahvé sobre los justos,
    sus oídos escuchan sus gritos;

    Pe.

    17 el rostro de Yahvé hacia los bandidos,
    para raer de la tierra su recuerdo.

    Sade.

    18 Cuando gritan, Yahvé los oye
    y los libra de sus angustias;

    Qof.

    19 Yahvé está cerca de los desanimados,
    él salva a los espíritus hundidos.

    Res.

    20 Muchas son las desgracias del justo,
    pero de todas le libra Yahvé;

    Sin.

    21 cuida de todos sus huesos,
    ni uno solo se romperá.

    Tau.

    22 Da muerte al malvado la maldad,
    los que odian al justo lo pagarán.
    23 Rescata Yahvé la vida de sus siervos,
    nada habrán de pagar los que a él se acogen.

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  53. 18 Te daré gracias en la gran asamblea,
    te alabaré ante un pueblo numeroso.
    19 Que no celebren mi ruina
    mis pérfidos enemigos,
    ni anden guiñando los ojos
    los que me odian sin motivo.
    20 Pues no hablan en son de paz:
    contra la gente pacífica
    se inventan puras patrañas;
    21 de mí se ríen a gusto,
    diciendo: «Ja, ja,
    lo han visto nuestros ojos».
    22 Tú lo has visto, Yahvé, no te calles,
    Señor, no estés lejos de mí;
    23 despiértate, levántate en mi juicio,
    en defensa de mi causa, mi Dios y Señor.
    24 Júzgame con tu justicia, Yahvé,
    ¡Dios mío, no se rían de mí!
    25 Que no digan en su interior:
    «¡Ajá, lo que queríamos!».
    Que no digan: «Lo hemos tragado».
    26 ¡Vergüenza y confusión caigan a una
    sobre los que se ríen de mi mal;
    se cubran de vergüenza e ignominia
    los que se envalentonan a mi costa!
    27 Que se alegren y griten de júbilo
    los que en mi victoria se complacen,
    y digan siempre sin cesar:
    «Yahvé sea ensalzado,
    que en la paz de su siervo se complace».
    28 Mi lengua musitará tu justicia,
    todo el día tu alabanza.

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  54. SALMO 36
    (35)
    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  55. SALMO 36
    (35)
    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  56. SALMO 36
    (35)
    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  57. SALMO 36
    (35)
    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  58. SALMO 36
    (35)
    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  59. SALMO 36
    (35)
    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  60. SALMO 36
    (35)
    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  61. SALMO 36
    (35)
    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  62. SALMO 36
    (35)
    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  63. SALMO 36
    (35)
    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  64. SALMO 36
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    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  65. SALMO 36
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    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
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  66. SALMO 36
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    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
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  67. SALMO 36
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    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
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  68. SALMO 36
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    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
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    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  70. SALMO 36
    (35)
    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  71. SALMO 36
    (35)
    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  72. SALMO 36
    (35)
    Maldad del pecador y bondad de Dios
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé. De David.

    2 El pecado es un oráculo para el impío
    que le habla en el fondo de su corazón;
    no tiene temor de Dios
    ni aun estando en su presencia.
    3 Se halaga tanto a sí mismo
    que no descubre y detesta su culpa;
    4 sólo dice maldades y engaños,
    renunció a ser sensato, a hacer el bien.
    5 Maquina maldades en su lecho,
    se obstina en el camino equivocado,
    incapaz de rechazar el mal.
    6 Tu amor, Yahvé, llega al cielo,
    tu fidelidad alcanza las nubes;
    7 tu justicia, como las altas montañas,
    tus sentencias, profundas como el océano.
    Tú proteges a hombres y animales,
    8 ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
    Por eso los seres humanos
    se cobijan a la sombra de tus alas;
    9 se sacian con las provisiones de tu casa,
    en el torrente de tus delicias los abrevas;
    10 pues en ti está la fuente de la vida,
    y en tu luz vemos la luz.
    11 No dejes de amar a los que te conocen,
    de ser fiel con los hombres sinceros.
    12 ¡Que el pie del orgulloso no me pise,
    ni me avente la mano del impío!
    13 Ved cómo caen los malhechores,
    abatidos, no pueden levantarse.

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  73. Kaf.

    20 Los malvados, en cambio, perecerán,
    todos los enemigos de Yahvé;
    se agostarán como el verdor de los prados,
    como humo se desvanecerán.

    Lámed.

    21 El malvado toma prestado y no devuelve,
    pero el honrado se compadece y da;
    22 los que él bendice poseerán la tierra,
    los que maldice serán exterminados.

    Mem.

    23 Yahvé da firmeza a los pasos del hombre,
    se complace en su camino;
    24 aunque caiga, no queda tirado,
    pues Yahvé lo sostiene por la mano.

    Nun.

    25 Fui joven, ya soy viejo,
    nunca vi a un justo abandonado,
    ni a sus hijos pidiendo pan.
    26 A diario es compasivo y presta,
    a sus hijos les aguarda la bendición.

    Sámek.

    27 Apártate del mal y obra el bien,
    y siempre tendrás una morada;
    28 porque Yahvé ama la justicia
    y no abandona a sus amigos.

    Ain.

    Los criminales son exterminados,
    la descendencia del malvado cercenada;
    29 los honrados poseerán la tierra,
    habitarán en ella para siempre.

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  74. Pe.

    30 La boca del honrado susurra sabiduría,
    su lengua habla con rectitud;
    31 la ley de su Dios está en su corazón,
    sus pasos nunca vacilan.

    Sade.

    32 Espía el malvado al honrado,
    tratando de acabar con él;
    33 mas Yahvé no lo entrega en su mano,
    ni deja que en el juicio lo condenen.

    Qof.

    34 Espera en Yahvé, sigue por su senda,
    él te exaltará y heredarás la tierra,
    contemplarás el exterminio del malvado.

    Res.

    35 He visto al malvado arrogante
    empinarse como cedro del Líbano;
    36 pasé luego y ya no estaba,
    lo busqué y no lo encontré.

    Sin.

    37 Observa al íntegro, mira al honrado,
    tendrá futuro el hombre de paz;
    38 mas el rebelde será aniquilado
    y el futuro del malvado frustrado.

    Tau.

    39 La salvación del honrado viene de Yahvé,
    él es su refugio en tiempo de angustia;
    40 Yahvé lo ayuda y lo libera,
    él lo libra del malvado,
    lo salva porque se acoge a él

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  75. SALMO 39
    (38)
    Pequeñez del hombre ante Dios
    1 Del maestro de coro. De Yedutún. Salmo. De David.

    2 Me decía: «Cuidaré mi conducta,
    sin faltar con mi lengua,
    pondré un freno a mi boca,
    mientras tenga al malvado ante mí».
    3 Yo me callé, tranquilo y en silencio,
    mas mi dolor aumentó al ver su dicha.
    4 Mi mente se fue acalorando,
    mis pensamientos ardían como fuego,
    y por fin solté la lengua:
    5 «Hazme saber, Yahvé, mi fin,
    dónde llega la medida de mis días,
    para que sepa lo frágil que soy.
    6 De unos palmos hiciste mis días,
    mi existencia nada es para ti,
    sólo un soplo el hombre que se yergue,
    7 mera sombra el humano que pasa,
    sólo un soplo las riquezas que amontona,
    sin saber quién las recogerá».
    8 Ahora, Señor, ¿qué puedo aguardar?
    Mi esperanza está puesta en ti.
    9 De todas mis rebeldías líbrame,
    no me hagas la irrisión del insensato.
    10 Pero me callo, ya no abro la boca,
    pues tú eres quien lo ha hecho.
    11 Deja ya de darme golpes,
    tu mano hostil me destroza.
    12 Castigando los yerros corriges al hombre,
    igual que polilla desgastas sus anhelos.
    El ser humano no es más que un soplo. Pausa.
    13 Escucha mi súplica, Yahvé,
    presta atención a mis gritos,
    no te hagas sordo a mi llanto.
    Pues soy un forastero junto a ti,
    un huésped como todos mis padres.
    14 ¡Retira tu mirada, dame respiro
    antes de que me vaya y ya no exista!

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  76. SALMO 40 va al principio
    (39)
    Acción de gracias. Petición de auxilio
    1 Del maestro de coro. De David. Salmo.

    2 Yo esperaba impaciente a Yahvé:
    hacia mí se inclinó
    y escuchó mi clamor.
    3 Me sacó de la fosa fatal,
    del fango cenagoso;
    asentó mis pies sobre roca,
    afianzó mis pasos.
    4 Puso en mi boca un cántico nuevo,
    una alabanza a nuestro Dios;
    muchos verán y temerán,
    y en Yahvé pondrán su confianza.
    5 Dichoso será el hombre
    que pone en Yahvé su confianza,
    y no se va con los rebeldes
    que andan tras los ídolos.
    6 ¡Cuántas maravillas has hecho,
    Yahvé, Dios mío,
    cuántos designios por nosotros;
    nadie se te puede comparar!
    Quisiera publicarlos, pregonarlos,
    mas su número es incalculable.
    7 No has querido sacrificio ni oblación,
    pero me has abierto el oído;
    no pedías holocaustos ni víctimas,
    8 dije entonces: «Aquí he venido».
    Está escrito en el rollo del libro
    9 que debo hacer tu voluntad.
    Y eso deseo, Dios mío,
    tengo tu ley en mi interior.
    10 He proclamado tu justicia
    ante la gran asamblea;
    no he contenido mis labios,
    tú lo sabes, Yahvé.
    11 No he callado tu justicia en mi pecho,
    he proclamado tu lealtad, tu salvación;
    no he ocultado tu amor y tu verdad
    a la gran asamblea.
    12 Y tú, Yahvé, no retengas
    tus ternuras hacia mí.
    Que tu amor y lealtad
    me guarden incesantes.
    13 Pues desdichas me envuelven
    en número incontable.
    Mis culpas me dan caza
    y ya no puedo ver;
    más numerosas que mis cabellos,
    y me ha faltado coraje.
    14 ¡Dígnate, Yahvé, librarme;
    Yahvé, corre en mi ayuda!
    15 ¡Queden confusos y humillados
    los que intentan acabar conmigo!
    ¡Retrocedan confundidos
    los que desean mi mal!
    16 Queden corridos de vergüenza
    los que me insultan: «Ja, ja».
    17 ¡En ti gocen y se alegren
    todos los que te buscan!
    ¡Digan sin cesar: «Grande es Yahvé»
    los que ansían tu victoria!
    18 Aunque soy pobre y desdichado,
    el Señor se ocupará de mí.
    Tú eres mi auxilio y libertador,
    ¡no te retrases, Dios mío!

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  77. SALMO 41
    (40)
    Oración de un enfermo abandonado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre!
    El día de la desgracia Yahvé lo liberará.
    3 Yahvé lo guardará y conservará con vida,
    le concederá felicidad en la tierra,
    no lo abandonará a la saña de sus enemigos;
    4 Yahvé lo sostendrá en su lecho de dolor,
    cambiará la postración en que está sumido.
    5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Yahvé,
    sáname, que he pecado contra ti».
    6 Mis enemigos hablan mal de mí:
    «¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?».
    7 Viene alguien a verme y habla de cosas fútiles,
    va urdiendo falsedades y sale afuera a comentarlas.
    8 Los que me odian se juntan a difamarme,
    me achacan la desgracia que me aqueja:
    9 «Un mal diabólico se abate sobre él,
    ahora que se ha acostado, no se levantará».
    10 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
    mi compañero de mesa, me ha traicionado.
    11 Pero tú, Yahvé, ten piedad de mí,
    ponme de pie y les daré su merecido;
    12 en esto sabré que tú eres mi amigo:
    si mi enemigo no canta victoria sobre mí.
    13 En cuanto a mí, me mantendrás en mi inocencia,
    me admitirás por siempre en tu presencia.
    14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y hasta siempre!
    ¡Amén! ¡Amén!

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  78. SALMO 41
    (40)
    Oración de un enfermo abandonado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre!
    El día de la desgracia Yahvé lo liberará.
    3 Yahvé lo guardará y conservará con vida,
    le concederá felicidad en la tierra,
    no lo abandonará a la saña de sus enemigos;
    4 Yahvé lo sostendrá en su lecho de dolor,
    cambiará la postración en que está sumido.
    5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Yahvé,
    sáname, que he pecado contra ti».
    6 Mis enemigos hablan mal de mí:
    «¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?».
    7 Viene alguien a verme y habla de cosas fútiles,
    va urdiendo falsedades y sale afuera a comentarlas.
    8 Los que me odian se juntan a difamarme,
    me achacan la desgracia que me aqueja:
    9 «Un mal diabólico se abate sobre él,
    ahora que se ha acostado, no se levantará».
    10 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
    mi compañero de mesa, me ha traicionado.
    11 Pero tú, Yahvé, ten piedad de mí,
    ponme de pie y les daré su merecido;
    12 en esto sabré que tú eres mi amigo:
    si mi enemigo no canta victoria sobre mí.
    13 En cuanto a mí, me mantendrás en mi inocencia,
    me admitirás por siempre en tu presencia.
    14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y hasta siempre!
    ¡Amén! ¡Amén!

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  79. SALMO 41
    (40)
    Oración de un enfermo abandonado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre!
    El día de la desgracia Yahvé lo liberará.
    3 Yahvé lo guardará y conservará con vida,
    le concederá felicidad en la tierra,
    no lo abandonará a la saña de sus enemigos;
    4 Yahvé lo sostendrá en su lecho de dolor,
    cambiará la postración en que está sumido.
    5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Yahvé,
    sáname, que he pecado contra ti».
    6 Mis enemigos hablan mal de mí:
    «¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?».
    7 Viene alguien a verme y habla de cosas fútiles,
    va urdiendo falsedades y sale afuera a comentarlas.
    8 Los que me odian se juntan a difamarme,
    me achacan la desgracia que me aqueja:
    9 «Un mal diabólico se abate sobre él,
    ahora que se ha acostado, no se levantará».
    10 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
    mi compañero de mesa, me ha traicionado.
    11 Pero tú, Yahvé, ten piedad de mí,
    ponme de pie y les daré su merecido;
    12 en esto sabré que tú eres mi amigo:
    si mi enemigo no canta victoria sobre mí.
    13 En cuanto a mí, me mantendrás en mi inocencia,
    me admitirás por siempre en tu presencia.
    14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y hasta siempre!
    ¡Amén! ¡Amén!

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  80. SALMO 41
    (40)
    Oración de un enfermo abandonado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre!
    El día de la desgracia Yahvé lo liberará.
    3 Yahvé lo guardará y conservará con vida,
    le concederá felicidad en la tierra,
    no lo abandonará a la saña de sus enemigos;
    4 Yahvé lo sostendrá en su lecho de dolor,
    cambiará la postración en que está sumido.
    5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Yahvé,
    sáname, que he pecado contra ti».
    6 Mis enemigos hablan mal de mí:
    «¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?».
    7 Viene alguien a verme y habla de cosas fútiles,
    va urdiendo falsedades y sale afuera a comentarlas.
    8 Los que me odian se juntan a difamarme,
    me achacan la desgracia que me aqueja:
    9 «Un mal diabólico se abate sobre él,
    ahora que se ha acostado, no se levantará».
    10 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
    mi compañero de mesa, me ha traicionado.
    11 Pero tú, Yahvé, ten piedad de mí,
    ponme de pie y les daré su merecido;
    12 en esto sabré que tú eres mi amigo:
    si mi enemigo no canta victoria sobre mí.
    13 En cuanto a mí, me mantendrás en mi inocencia,
    me admitirás por siempre en tu presencia.
    14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y hasta siempre!
    ¡Amén! ¡Amén!

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  81. SALMO 41
    (40)
    Oración de un enfermo abandonado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre!
    El día de la desgracia Yahvé lo liberará.
    3 Yahvé lo guardará y conservará con vida,
    le concederá felicidad en la tierra,
    no lo abandonará a la saña de sus enemigos;
    4 Yahvé lo sostendrá en su lecho de dolor,
    cambiará la postración en que está sumido.
    5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Yahvé,
    sáname, que he pecado contra ti».
    6 Mis enemigos hablan mal de mí:
    «¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?».
    7 Viene alguien a verme y habla de cosas fútiles,
    va urdiendo falsedades y sale afuera a comentarlas.
    8 Los que me odian se juntan a difamarme,
    me achacan la desgracia que me aqueja:
    9 «Un mal diabólico se abate sobre él,
    ahora que se ha acostado, no se levantará».
    10 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
    mi compañero de mesa, me ha traicionado.
    11 Pero tú, Yahvé, ten piedad de mí,
    ponme de pie y les daré su merecido;
    12 en esto sabré que tú eres mi amigo:
    si mi enemigo no canta victoria sobre mí.
    13 En cuanto a mí, me mantendrás en mi inocencia,
    me admitirás por siempre en tu presencia.
    14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y hasta siempre!
    ¡Amén! ¡Amén!

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  82. SALMO 41
    (40)
    Oración de un enfermo abandonado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre!
    El día de la desgracia Yahvé lo liberará.
    3 Yahvé lo guardará y conservará con vida,
    le concederá felicidad en la tierra,
    no lo abandonará a la saña de sus enemigos;
    4 Yahvé lo sostendrá en su lecho de dolor,
    cambiará la postración en que está sumido.
    5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Yahvé,
    sáname, que he pecado contra ti».
    6 Mis enemigos hablan mal de mí:
    «¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?».
    7 Viene alguien a verme y habla de cosas fútiles,
    va urdiendo falsedades y sale afuera a comentarlas.
    8 Los que me odian se juntan a difamarme,
    me achacan la desgracia que me aqueja:
    9 «Un mal diabólico se abate sobre él,
    ahora que se ha acostado, no se levantará».
    10 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
    mi compañero de mesa, me ha traicionado.
    11 Pero tú, Yahvé, ten piedad de mí,
    ponme de pie y les daré su merecido;
    12 en esto sabré que tú eres mi amigo:
    si mi enemigo no canta victoria sobre mí.
    13 En cuanto a mí, me mantendrás en mi inocencia,
    me admitirás por siempre en tu presencia.
    14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y hasta siempre!
    ¡Amén! ¡Amén!

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  83. SALMO 41
    (40)
    Oración de un enfermo abandonado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre!
    El día de la desgracia Yahvé lo liberará.
    3 Yahvé lo guardará y conservará con vida,
    le concederá felicidad en la tierra,
    no lo abandonará a la saña de sus enemigos;
    4 Yahvé lo sostendrá en su lecho de dolor,
    cambiará la postración en que está sumido.
    5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Yahvé,
    sáname, que he pecado contra ti».
    6 Mis enemigos hablan mal de mí:
    «¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?».
    7 Viene alguien a verme y habla de cosas fútiles,
    va urdiendo falsedades y sale afuera a comentarlas.
    8 Los que me odian se juntan a difamarme,
    me achacan la desgracia que me aqueja:
    9 «Un mal diabólico se abate sobre él,
    ahora que se ha acostado, no se levantará».
    10 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
    mi compañero de mesa, me ha traicionado.
    11 Pero tú, Yahvé, ten piedad de mí,
    ponme de pie y les daré su merecido;
    12 en esto sabré que tú eres mi amigo:
    si mi enemigo no canta victoria sobre mí.
    13 En cuanto a mí, me mantendrás en mi inocencia,
    me admitirás por siempre en tu presencia.
    14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y hasta siempre!
    ¡Amén! ¡Amén!

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  84. SALMO 41
    (40)
    Oración de un enfermo abandonado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre!
    El día de la desgracia Yahvé lo liberará.
    3 Yahvé lo guardará y conservará con vida,
    le concederá felicidad en la tierra,
    no lo abandonará a la saña de sus enemigos;
    4 Yahvé lo sostendrá en su lecho de dolor,
    cambiará la postración en que está sumido.
    5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Yahvé,
    sáname, que he pecado contra ti».
    6 Mis enemigos hablan mal de mí:
    «¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?».
    7 Viene alguien a verme y habla de cosas fútiles,
    va urdiendo falsedades y sale afuera a comentarlas.
    8 Los que me odian se juntan a difamarme,
    me achacan la desgracia que me aqueja:
    9 «Un mal diabólico se abate sobre él,
    ahora que se ha acostado, no se levantará».
    10 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
    mi compañero de mesa, me ha traicionado.
    11 Pero tú, Yahvé, ten piedad de mí,
    ponme de pie y les daré su merecido;
    12 en esto sabré que tú eres mi amigo:
    si mi enemigo no canta victoria sobre mí.
    13 En cuanto a mí, me mantendrás en mi inocencia,
    me admitirás por siempre en tu presencia.
    14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y hasta siempre!
    ¡Amén! ¡Amén!

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  85. SALMO 41
    (40)
    Oración de un enfermo abandonado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre!
    El día de la desgracia Yahvé lo liberará.
    3 Yahvé lo guardará y conservará con vida,
    le concederá felicidad en la tierra,
    no lo abandonará a la saña de sus enemigos;
    4 Yahvé lo sostendrá en su lecho de dolor,
    cambiará la postración en que está sumido.
    5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Yahvé,
    sáname, que he pecado contra ti».
    6 Mis enemigos hablan mal de mí:
    «¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?».
    7 Viene alguien a verme y habla de cosas fútiles,
    va urdiendo falsedades y sale afuera a comentarlas.
    8 Los que me odian se juntan a difamarme,
    me achacan la desgracia que me aqueja:
    9 «Un mal diabólico se abate sobre él,
    ahora que se ha acostado, no se levantará».
    10 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
    mi compañero de mesa, me ha traicionado.
    11 Pero tú, Yahvé, ten piedad de mí,
    ponme de pie y les daré su merecido;
    12 en esto sabré que tú eres mi amigo:
    si mi enemigo no canta victoria sobre mí.
    13 En cuanto a mí, me mantendrás en mi inocencia,
    me admitirás por siempre en tu presencia.
    14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y hasta siempre!
    ¡Amén! ¡Amén!

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  86. SALMO 41
    (40)
    Oración de un enfermo abandonado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre!
    El día de la desgracia Yahvé lo liberará.
    3 Yahvé lo guardará y conservará con vida,
    le concederá felicidad en la tierra,
    no lo abandonará a la saña de sus enemigos;
    4 Yahvé lo sostendrá en su lecho de dolor,
    cambiará la postración en que está sumido.
    5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Yahvé,
    sáname, que he pecado contra ti».
    6 Mis enemigos hablan mal de mí:
    «¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?».
    7 Viene alguien a verme y habla de cosas fútiles,
    va urdiendo falsedades y sale afuera a comentarlas.
    8 Los que me odian se juntan a difamarme,
    me achacan la desgracia que me aqueja:
    9 «Un mal diabólico se abate sobre él,
    ahora que se ha acostado, no se levantará».
    10 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
    mi compañero de mesa, me ha traicionado.
    11 Pero tú, Yahvé, ten piedad de mí,
    ponme de pie y les daré su merecido;
    12 en esto sabré que tú eres mi amigo:
    si mi enemigo no canta victoria sobre mí.
    13 En cuanto a mí, me mantendrás en mi inocencia,
    me admitirás por siempre en tu presencia.
    14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y hasta siempre!
    ¡Amén! ¡Amén!

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  87. SALMO 41
    (40)
    Oración de un enfermo abandonado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre!
    El día de la desgracia Yahvé lo liberará.
    3 Yahvé lo guardará y conservará con vida,
    le concederá felicidad en la tierra,
    no lo abandonará a la saña de sus enemigos;
    4 Yahvé lo sostendrá en su lecho de dolor,
    cambiará la postración en que está sumido.
    5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Yahvé,
    sáname, que he pecado contra ti».
    6 Mis enemigos hablan mal de mí:
    «¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?».
    7 Viene alguien a verme y habla de cosas fútiles,
    va urdiendo falsedades y sale afuera a comentarlas.
    8 Los que me odian se juntan a difamarme,
    me achacan la desgracia que me aqueja:
    9 «Un mal diabólico se abate sobre él,
    ahora que se ha acostado, no se levantará».
    10 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
    mi compañero de mesa, me ha traicionado.
    11 Pero tú, Yahvé, ten piedad de mí,
    ponme de pie y les daré su merecido;
    12 en esto sabré que tú eres mi amigo:
    si mi enemigo no canta victoria sobre mí.
    13 En cuanto a mí, me mantendrás en mi inocencia,
    me admitirás por siempre en tu presencia.
    14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y hasta siempre!
    ¡Amén! ¡Amén!

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  88. SALMO 41
    (40)
    Oración de un enfermo abandonado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre!
    El día de la desgracia Yahvé lo liberará.
    3 Yahvé lo guardará y conservará con vida,
    le concederá felicidad en la tierra,
    no lo abandonará a la saña de sus enemigos;
    4 Yahvé lo sostendrá en su lecho de dolor,
    cambiará la postración en que está sumido.
    5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Yahvé,
    sáname, que he pecado contra ti».
    6 Mis enemigos hablan mal de mí:
    «¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?».
    7 Viene alguien a verme y habla de cosas fútiles,
    va urdiendo falsedades y sale afuera a comentarlas.
    8 Los que me odian se juntan a difamarme,
    me achacan la desgracia que me aqueja:
    9 «Un mal diabólico se abate sobre él,
    ahora que se ha acostado, no se levantará».
    10 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
    mi compañero de mesa, me ha traicionado.
    11 Pero tú, Yahvé, ten piedad de mí,
    ponme de pie y les daré su merecido;
    12 en esto sabré que tú eres mi amigo:
    si mi enemigo no canta victoria sobre mí.
    13 En cuanto a mí, me mantendrás en mi inocencia,
    me admitirás por siempre en tu presencia.
    14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y hasta siempre!
    ¡Amén! ¡Amén!

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  89. SALMO 41
    (40)
    Oración de un enfermo abandonado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre!
    El día de la desgracia Yahvé lo liberará.
    3 Yahvé lo guardará y conservará con vida,
    le concederá felicidad en la tierra,
    no lo abandonará a la saña de sus enemigos;
    4 Yahvé lo sostendrá en su lecho de dolor,
    cambiará la postración en que está sumido.
    5 Yo dije: «Ten piedad de mí, Yahvé,
    sáname, que he pecado contra ti».
    6 Mis enemigos hablan mal de mí:
    «¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?».
    7 Viene alguien a verme y habla de cosas fútiles,
    va urdiendo falsedades y sale afuera a comentarlas.
    8 Los que me odian se juntan a difamarme,
    me achacan la desgracia que me aqueja:
    9 «Un mal diabólico se abate sobre él,
    ahora que se ha acostado, no se levantará».
    10 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
    mi compañero de mesa, me ha traicionado.
    11 Pero tú, Yahvé, ten piedad de mí,
    ponme de pie y les daré su merecido;
    12 en esto sabré que tú eres mi amigo:
    si mi enemigo no canta victoria sobre mí.
    13 En cuanto a mí, me mantendrás en mi inocencia,
    me admitirás por siempre en tu presencia.
    14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y hasta siempre!
    ¡Amén! ¡Amén!

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  90. SALMO 42-43
    (41-42)
    Lamento del levita desterrado
    1 Del maestro de coro. Poema. De los hijos de Coré.

    2 Como anhela la cierva los arroyos,
    así te anhela mi ser, Dios mío.
    3 Mi ser tiene sed de Dios,
    del Dios vivo;
    ¿cuándo podré ir a ver
    el rostro de Dios?
    4 Son mis lágrimas mi pan
    de día y de noche,
    cuando me dicen todo el día:
    «¿Dónde está tu Dios?».
    5 El recuerdo me llena de nostalgia:
    cuando entraba en la Tienda admirable
    y llegaba hasta la Casa de Dios,
    entre gritos de acción de gracias
    y el júbilo de los grupos de romeros.
    6 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, 7 Dios mío!
    Me siento desfallecer,
    por eso te recuerdo,
    desde el Jordán y el Hermón
    a ti, montaña humilde.
    8 Un abismo llama a otro abismo
    en medio del fragor de tus cascadas,
    todas tus olas y tus crestas
    han pasado sobre mí.
    9 De día enviará Yahvé su amor,
    y el canto que me inspire por la noche
    será oración al Dios de mi vida.
    10 Diré a Dios: Roca mía,
    ¿por qué me olvidas?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    11 Me rompen todos los huesos
    los insultos de mis adversarios,
    todo el día repitiéndome:
    ¿Dónde está tu Dios?
    12 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  91. SALMO 42-43
    (41-42)
    Lamento del levita desterrado
    1 Del maestro de coro. Poema. De los hijos de Coré.

    2 Como anhela la cierva los arroyos,
    así te anhela mi ser, Dios mío.
    3 Mi ser tiene sed de Dios,
    del Dios vivo;
    ¿cuándo podré ir a ver
    el rostro de Dios?
    4 Son mis lágrimas mi pan
    de día y de noche,
    cuando me dicen todo el día:
    «¿Dónde está tu Dios?».
    5 El recuerdo me llena de nostalgia:
    cuando entraba en la Tienda admirable
    y llegaba hasta la Casa de Dios,
    entre gritos de acción de gracias
    y el júbilo de los grupos de romeros.
    6 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, 7 Dios mío!
    Me siento desfallecer,
    por eso te recuerdo,
    desde el Jordán y el Hermón
    a ti, montaña humilde.
    8 Un abismo llama a otro abismo
    en medio del fragor de tus cascadas,
    todas tus olas y tus crestas
    han pasado sobre mí.
    9 De día enviará Yahvé su amor,
    y el canto que me inspire por la noche
    será oración al Dios de mi vida.
    10 Diré a Dios: Roca mía,
    ¿por qué me olvidas?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    11 Me rompen todos los huesos
    los insultos de mis adversarios,
    todo el día repitiéndome:
    ¿Dónde está tu Dios?
    12 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  92. SALMO 42-43
    (41-42)
    Lamento del levita desterrado
    1 Del maestro de coro. Poema. De los hijos de Coré.

    2 Como anhela la cierva los arroyos,
    así te anhela mi ser, Dios mío.
    3 Mi ser tiene sed de Dios,
    del Dios vivo;
    ¿cuándo podré ir a ver
    el rostro de Dios?
    4 Son mis lágrimas mi pan
    de día y de noche,
    cuando me dicen todo el día:
    «¿Dónde está tu Dios?».
    5 El recuerdo me llena de nostalgia:
    cuando entraba en la Tienda admirable
    y llegaba hasta la Casa de Dios,
    entre gritos de acción de gracias
    y el júbilo de los grupos de romeros.
    6 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, 7 Dios mío!
    Me siento desfallecer,
    por eso te recuerdo,
    desde el Jordán y el Hermón
    a ti, montaña humilde.
    8 Un abismo llama a otro abismo
    en medio del fragor de tus cascadas,
    todas tus olas y tus crestas
    han pasado sobre mí.
    9 De día enviará Yahvé su amor,
    y el canto que me inspire por la noche
    será oración al Dios de mi vida.
    10 Diré a Dios: Roca mía,
    ¿por qué me olvidas?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    11 Me rompen todos los huesos
    los insultos de mis adversarios,
    todo el día repitiéndome:
    ¿Dónde está tu Dios?
    12 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  93. SALMO 42-43
    (41-42)
    Lamento del levita desterrado
    1 Del maestro de coro. Poema. De los hijos de Coré.

    2 Como anhela la cierva los arroyos,
    así te anhela mi ser, Dios mío.
    3 Mi ser tiene sed de Dios,
    del Dios vivo;
    ¿cuándo podré ir a ver
    el rostro de Dios?
    4 Son mis lágrimas mi pan
    de día y de noche,
    cuando me dicen todo el día:
    «¿Dónde está tu Dios?».
    5 El recuerdo me llena de nostalgia:
    cuando entraba en la Tienda admirable
    y llegaba hasta la Casa de Dios,
    entre gritos de acción de gracias
    y el júbilo de los grupos de romeros.
    6 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, 7 Dios mío!
    Me siento desfallecer,
    por eso te recuerdo,
    desde el Jordán y el Hermón
    a ti, montaña humilde.
    8 Un abismo llama a otro abismo
    en medio del fragor de tus cascadas,
    todas tus olas y tus crestas
    han pasado sobre mí.
    9 De día enviará Yahvé su amor,
    y el canto que me inspire por la noche
    será oración al Dios de mi vida.
    10 Diré a Dios: Roca mía,
    ¿por qué me olvidas?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    11 Me rompen todos los huesos
    los insultos de mis adversarios,
    todo el día repitiéndome:
    ¿Dónde está tu Dios?
    12 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  94. SALMO 42-43
    (41-42)
    Lamento del levita desterrado
    1 Del maestro de coro. Poema. De los hijos de Coré.

    2 Como anhela la cierva los arroyos,
    así te anhela mi ser, Dios mío.
    3 Mi ser tiene sed de Dios,
    del Dios vivo;
    ¿cuándo podré ir a ver
    el rostro de Dios?
    4 Son mis lágrimas mi pan
    de día y de noche,
    cuando me dicen todo el día:
    «¿Dónde está tu Dios?».
    5 El recuerdo me llena de nostalgia:
    cuando entraba en la Tienda admirable
    y llegaba hasta la Casa de Dios,
    entre gritos de acción de gracias
    y el júbilo de los grupos de romeros.
    6 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, 7 Dios mío!
    Me siento desfallecer,
    por eso te recuerdo,
    desde el Jordán y el Hermón
    a ti, montaña humilde.
    8 Un abismo llama a otro abismo
    en medio del fragor de tus cascadas,
    todas tus olas y tus crestas
    han pasado sobre mí.
    9 De día enviará Yahvé su amor,
    y el canto que me inspire por la noche
    será oración al Dios de mi vida.
    10 Diré a Dios: Roca mía,
    ¿por qué me olvidas?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    11 Me rompen todos los huesos
    los insultos de mis adversarios,
    todo el día repitiéndome:
    ¿Dónde está tu Dios?
    12 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  95. SALMO 42-43
    (41-42)
    Lamento del levita desterrado
    1 Del maestro de coro. Poema. De los hijos de Coré.

    2 Como anhela la cierva los arroyos,
    así te anhela mi ser, Dios mío.
    3 Mi ser tiene sed de Dios,
    del Dios vivo;
    ¿cuándo podré ir a ver
    el rostro de Dios?
    4 Son mis lágrimas mi pan
    de día y de noche,
    cuando me dicen todo el día:
    «¿Dónde está tu Dios?».
    5 El recuerdo me llena de nostalgia:
    cuando entraba en la Tienda admirable
    y llegaba hasta la Casa de Dios,
    entre gritos de acción de gracias
    y el júbilo de los grupos de romeros.
    6 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, 7 Dios mío!
    Me siento desfallecer,
    por eso te recuerdo,
    desde el Jordán y el Hermón
    a ti, montaña humilde.
    8 Un abismo llama a otro abismo
    en medio del fragor de tus cascadas,
    todas tus olas y tus crestas
    han pasado sobre mí.
    9 De día enviará Yahvé su amor,
    y el canto que me inspire por la noche
    será oración al Dios de mi vida.
    10 Diré a Dios: Roca mía,
    ¿por qué me olvidas?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    11 Me rompen todos los huesos
    los insultos de mis adversarios,
    todo el día repitiéndome:
    ¿Dónde está tu Dios?
    12 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  96. SALMO 42-43
    (41-42)
    Lamento del levita desterrado
    1 Del maestro de coro. Poema. De los hijos de Coré.

    2 Como anhela la cierva los arroyos,
    así te anhela mi ser, Dios mío.
    3 Mi ser tiene sed de Dios,
    del Dios vivo;
    ¿cuándo podré ir a ver
    el rostro de Dios?
    4 Son mis lágrimas mi pan
    de día y de noche,
    cuando me dicen todo el día:
    «¿Dónde está tu Dios?».
    5 El recuerdo me llena de nostalgia:
    cuando entraba en la Tienda admirable
    y llegaba hasta la Casa de Dios,
    entre gritos de acción de gracias
    y el júbilo de los grupos de romeros.
    6 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, 7 Dios mío!
    Me siento desfallecer,
    por eso te recuerdo,
    desde el Jordán y el Hermón
    a ti, montaña humilde.
    8 Un abismo llama a otro abismo
    en medio del fragor de tus cascadas,
    todas tus olas y tus crestas
    han pasado sobre mí.
    9 De día enviará Yahvé su amor,
    y el canto que me inspire por la noche
    será oración al Dios de mi vida.
    10 Diré a Dios: Roca mía,
    ¿por qué me olvidas?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    11 Me rompen todos los huesos
    los insultos de mis adversarios,
    todo el día repitiéndome:
    ¿Dónde está tu Dios?
    12 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  97. SALMO 42-43
    (41-42)
    Lamento del levita desterrado
    1 Del maestro de coro. Poema. De los hijos de Coré.

    2 Como anhela la cierva los arroyos,
    así te anhela mi ser, Dios mío.
    3 Mi ser tiene sed de Dios,
    del Dios vivo;
    ¿cuándo podré ir a ver
    el rostro de Dios?
    4 Son mis lágrimas mi pan
    de día y de noche,
    cuando me dicen todo el día:
    «¿Dónde está tu Dios?».
    5 El recuerdo me llena de nostalgia:
    cuando entraba en la Tienda admirable
    y llegaba hasta la Casa de Dios,
    entre gritos de acción de gracias
    y el júbilo de los grupos de romeros.
    6 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, 7 Dios mío!
    Me siento desfallecer,
    por eso te recuerdo,
    desde el Jordán y el Hermón
    a ti, montaña humilde.
    8 Un abismo llama a otro abismo
    en medio del fragor de tus cascadas,
    todas tus olas y tus crestas
    han pasado sobre mí.
    9 De día enviará Yahvé su amor,
    y el canto que me inspire por la noche
    será oración al Dios de mi vida.
    10 Diré a Dios: Roca mía,
    ¿por qué me olvidas?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    11 Me rompen todos los huesos
    los insultos de mis adversarios,
    todo el día repitiéndome:
    ¿Dónde está tu Dios?
    12 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  98. SALMO 42-43
    (41-42)
    Lamento del levita desterrado
    1 Del maestro de coro. Poema. De los hijos de Coré.

    2 Como anhela la cierva los arroyos,
    así te anhela mi ser, Dios mío.
    3 Mi ser tiene sed de Dios,
    del Dios vivo;
    ¿cuándo podré ir a ver
    el rostro de Dios?
    4 Son mis lágrimas mi pan
    de día y de noche,
    cuando me dicen todo el día:
    «¿Dónde está tu Dios?».
    5 El recuerdo me llena de nostalgia:
    cuando entraba en la Tienda admirable
    y llegaba hasta la Casa de Dios,
    entre gritos de acción de gracias
    y el júbilo de los grupos de romeros.
    6 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, 7 Dios mío!
    Me siento desfallecer,
    por eso te recuerdo,
    desde el Jordán y el Hermón
    a ti, montaña humilde.
    8 Un abismo llama a otro abismo
    en medio del fragor de tus cascadas,
    todas tus olas y tus crestas
    han pasado sobre mí.
    9 De día enviará Yahvé su amor,
    y el canto que me inspire por la noche
    será oración al Dios de mi vida.
    10 Diré a Dios: Roca mía,
    ¿por qué me olvidas?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    11 Me rompen todos los huesos
    los insultos de mis adversarios,
    todo el día repitiéndome:
    ¿Dónde está tu Dios?
    12 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  99. 43

    1 Hazme justicia, oh Dios,
    defiende mi causa
    contra gente sin amor;
    del hombre traidor
    y falso líbrame.
    2 Tú eres el Dios a quien me acojo:
    ¿por qué me has rechazado?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    3 Envía tu luz y tu verdad,
    ellas me escoltarán,
    me llevarán a tu monte santo,
    hasta entrar en tu Morada.
    4 Y llegaré al altar de Dios,
    al Dios de mi alegría.
    Te alabaré gozoso con la cítara,
    oh Dios, Dios mío.
    5 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  100. 43

    1 Hazme justicia, oh Dios,
    defiende mi causa
    contra gente sin amor;
    del hombre traidor
    y falso líbrame.
    2 Tú eres el Dios a quien me acojo:
    ¿por qué me has rechazado?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    3 Envía tu luz y tu verdad,
    ellas me escoltarán,
    me llevarán a tu monte santo,
    hasta entrar en tu Morada.
    4 Y llegaré al altar de Dios,
    al Dios de mi alegría.
    Te alabaré gozoso con la cítara,
    oh Dios, Dios mío.
    5 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  101. 43

    1 Hazme justicia, oh Dios,
    defiende mi causa
    contra gente sin amor;
    del hombre traidor
    y falso líbrame.
    2 Tú eres el Dios a quien me acojo:
    ¿por qué me has rechazado?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    3 Envía tu luz y tu verdad,
    ellas me escoltarán,
    me llevarán a tu monte santo,
    hasta entrar en tu Morada.
    4 Y llegaré al altar de Dios,
    al Dios de mi alegría.
    Te alabaré gozoso con la cítara,
    oh Dios, Dios mío.
    5 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  102. 43

    1 Hazme justicia, oh Dios,
    defiende mi causa
    contra gente sin amor;
    del hombre traidor
    y falso líbrame.
    2 Tú eres el Dios a quien me acojo:
    ¿por qué me has rechazado?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    3 Envía tu luz y tu verdad,
    ellas me escoltarán,
    me llevarán a tu monte santo,
    hasta entrar en tu Morada.
    4 Y llegaré al altar de Dios,
    al Dios de mi alegría.
    Te alabaré gozoso con la cítara,
    oh Dios, Dios mío.
    5 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  103. 43

    1 Hazme justicia, oh Dios,
    defiende mi causa
    contra gente sin amor;
    del hombre traidor
    y falso líbrame.
    2 Tú eres el Dios a quien me acojo:
    ¿por qué me has rechazado?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    3 Envía tu luz y tu verdad,
    ellas me escoltarán,
    me llevarán a tu monte santo,
    hasta entrar en tu Morada.
    4 Y llegaré al altar de Dios,
    al Dios de mi alegría.
    Te alabaré gozoso con la cítara,
    oh Dios, Dios mío.
    5 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  104. 43

    1 Hazme justicia, oh Dios,
    defiende mi causa
    contra gente sin amor;
    del hombre traidor
    y falso líbrame.
    2 Tú eres el Dios a quien me acojo:
    ¿por qué me has rechazado?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    3 Envía tu luz y tu verdad,
    ellas me escoltarán,
    me llevarán a tu monte santo,
    hasta entrar en tu Morada.
    4 Y llegaré al altar de Dios,
    al Dios de mi alegría.
    Te alabaré gozoso con la cítara,
    oh Dios, Dios mío.
    5 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  105. 43

    1 Hazme justicia, oh Dios,
    defiende mi causa
    contra gente sin amor;
    del hombre traidor
    y falso líbrame.
    2 Tú eres el Dios a quien me acojo:
    ¿por qué me has rechazado?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    3 Envía tu luz y tu verdad,
    ellas me escoltarán,
    me llevarán a tu monte santo,
    hasta entrar en tu Morada.
    4 Y llegaré al altar de Dios,
    al Dios de mi alegría.
    Te alabaré gozoso con la cítara,
    oh Dios, Dios mío.
    5 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  106. 43

    1 Hazme justicia, oh Dios,
    defiende mi causa
    contra gente sin amor;
    del hombre traidor
    y falso líbrame.
    2 Tú eres el Dios a quien me acojo:
    ¿por qué me has rechazado?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    3 Envía tu luz y tu verdad,
    ellas me escoltarán,
    me llevarán a tu monte santo,
    hasta entrar en tu Morada.
    4 Y llegaré al altar de Dios,
    al Dios de mi alegría.
    Te alabaré gozoso con la cítara,
    oh Dios, Dios mío.
    5 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  107. 43

    1 Hazme justicia, oh Dios,
    defiende mi causa
    contra gente sin amor;
    del hombre traidor
    y falso líbrame.
    2 Tú eres el Dios a quien me acojo:
    ¿por qué me has rechazado?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    3 Envía tu luz y tu verdad,
    ellas me escoltarán,
    me llevarán a tu monte santo,
    hasta entrar en tu Morada.
    4 Y llegaré al altar de Dios,
    al Dios de mi alegría.
    Te alabaré gozoso con la cítara,
    oh Dios, Dios mío.
    5 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  108. 43

    1 Hazme justicia, oh Dios,
    defiende mi causa
    contra gente sin amor;
    del hombre traidor
    y falso líbrame.
    2 Tú eres el Dios a quien me acojo:
    ¿por qué me has rechazado?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    3 Envía tu luz y tu verdad,
    ellas me escoltarán,
    me llevarán a tu monte santo,
    hasta entrar en tu Morada.
    4 Y llegaré al altar de Dios,
    al Dios de mi alegría.
    Te alabaré gozoso con la cítara,
    oh Dios, Dios mío.
    5 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  109. 43

    1 Hazme justicia, oh Dios,
    defiende mi causa
    contra gente sin amor;
    del hombre traidor
    y falso líbrame.
    2 Tú eres el Dios a quien me acojo:
    ¿por qué me has rechazado?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    3 Envía tu luz y tu verdad,
    ellas me escoltarán,
    me llevarán a tu monte santo,
    hasta entrar en tu Morada.
    4 Y llegaré al altar de Dios,
    al Dios de mi alegría.
    Te alabaré gozoso con la cítara,
    oh Dios, Dios mío.
    5 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  110. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  111. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  112. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  113. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  114. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  115. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  116. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  117. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  118. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  119. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  120. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  121. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  122. SALMO 6

    Plegaria en la tribulación
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. En octava. Salmo. De David.

    2 Yahvé, no me corrijas con tu cólera,
    no me castigues con tu furor.
    3 Piedad, Yahvé, que estoy baldado,
    cura, Yahvé, mis huesos sin fuerza.
    4 Me encuentro del todo abatido.
    Y tú, Yahvé, ¿hasta cuándo?
    5 Vuélvete, Yahvé, restablece mi vida,
    ponme a salvo por tu misericordia.
    6 Que después de morir nadie te recuerda,
    y en el Seol ¿quién te alabará?
    7 Estoy extenuado de gemir,
    baño mi lecho cada noche,
    inundo de lágrimas mi cama;
    8 mis ojos se consumen de rabia.
    La insolencia define a mis opresores,
    9 ¡apartaos de mí, malhechores!
    Que Yahvé ha escuchado mi llanto;
    10 Yahvé ha escuchado mi súplica,
    Yahvé acepta mi oración.
    11 ¡Queden corridos, confusos mis enemigos,
    retrocedan de inmediato, cubiertos de vergüenza!

    SALMO 7

    Oración del justo perseguido
    1 Lamentación. De David. La que cantó a Yahvé a propósito del benjaminita Cus.

    2 Yahvé, Dios mío, a ti me acojo,
    sálvame de mis perseguidores, líbrame;
    3 que no me destrocen como un león
    y me desgarren sin nadie que me libre.
    4 Yahvé, Dios mío, si algo de eso hice,
    si hay en mis manos injusticia,
    5 si a mi bienhechor con mal he respondido,
    si he perdonado al opresor injusto,
    6 ¡que el enemigo me persiga y me alcance,
    que me estrelle vivo contra el suelo
    y esparza mis entrañas por el polvo! Pausa.
    7 Levántate, Señor, lleno de cólera,
    álzate contra la ira de mis opresores,
    despierta ya, Dios mío,
    tú que el juicio convocas.
    8 Que te rodee una asamblea de naciones,
    y tú desde lo alto la presides.
    9 (Yahvé, juez de los pueblos).
    Júzgame, Señor, según mi justicia,
    conforme a mi integridad.
    10 Que cese la maldad de los malvados,
    afianza al inocente,
    tú que escrutas corazones y entrañas,
    tú, Dios justo.
    11 Mi escudo está en Dios,
    salvador de los que viven rectamente.
    12 Dios es juez justo, tardo a la cólera,
    pero un Dios que castiga cada día.
    *
    13 Si no se convierte el hombre,
    afila su espada,
    tensa y asesta su arco,
    14 le prepara armas letales,
    tizones serán sus flechas.
    15 Vedle en su preñez de iniquidad,
    malicia concibió, fracaso pare.
    16 Cavó una fosa, cavó bien hondo,
    mas cayó en el hoyo que él abrió;
    17 se vuelva contra él su maldad,
    su violencia recaiga en su cabeza.
    18 Doy gracias a Yahvé por su justicia,
    tañeré para el nombre del Altísimo.

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  123. SALMO 7

    Oración del justo perseguido
    1 Lamentación. De David. La que cantó a Yahvé a propósito del benjaminita Cus.

    2 Yahvé, Dios mío, a ti me acojo,
    sálvame de mis perseguidores, líbrame;
    3 que no me destrocen como un león
    y me desgarren sin nadie que me libre.
    4 Yahvé, Dios mío, si algo de eso hice,
    si hay en mis manos injusticia,
    5 si a mi bienhechor con mal he respondido,
    si he perdonado al opresor injusto,
    6 ¡que el enemigo me persiga y me alcance,
    que me estrelle vivo contra el suelo
    y esparza mis entrañas por el polvo! Pausa.
    7 Levántate, Señor, lleno de cólera,
    álzate contra la ira de mis opresores,
    despierta ya, Dios mío,
    tú que el juicio convocas.
    8 Que te rodee una asamblea de naciones,
    y tú desde lo alto la presides.
    9 (Yahvé, juez de los pueblos).
    Júzgame, Señor, según mi justicia,
    conforme a mi integridad.
    10 Que cese la maldad de los malvados,
    afianza al inocente,
    tú que escrutas corazones y entrañas,
    tú, Dios justo.
    11 Mi escudo está en Dios,
    salvador de los que viven rectamente.
    12 Dios es juez justo, tardo a la cólera,
    pero un Dios que castiga cada día.
    *
    13 Si no se convierte el hombre,
    afila su espada,
    tensa y asesta su arco,
    14 le prepara armas letales,
    tizones serán sus flechas.
    15 Vedle en su preñez de iniquidad,
    malicia concibió, fracaso pare.
    16 Cavó una fosa, cavó bien hondo,
    mas cayó en el hoyo que él abrió;
    17 se vuelva contra él su maldad,
    su violencia recaiga en su cabeza.
    18 Doy gracias a Yahvé por su justicia,
    tañeré para el nombre del Altísimo.

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  124. SALMO 7

    Oración del justo perseguido
    1 Lamentación. De David. La que cantó a Yahvé a propósito del benjaminita Cus.

    2 Yahvé, Dios mío, a ti me acojo,
    sálvame de mis perseguidores, líbrame;
    3 que no me destrocen como un león
    y me desgarren sin nadie que me libre.
    4 Yahvé, Dios mío, si algo de eso hice,
    si hay en mis manos injusticia,
    5 si a mi bienhechor con mal he respondido,
    si he perdonado al opresor injusto,
    6 ¡que el enemigo me persiga y me alcance,
    que me estrelle vivo contra el suelo
    y esparza mis entrañas por el polvo! Pausa.
    7 Levántate, Señor, lleno de cólera,
    álzate contra la ira de mis opresores,
    despierta ya, Dios mío,
    tú que el juicio convocas.
    8 Que te rodee una asamblea de naciones,
    y tú desde lo alto la presides.
    9 (Yahvé, juez de los pueblos).
    Júzgame, Señor, según mi justicia,
    conforme a mi integridad.
    10 Que cese la maldad de los malvados,
    afianza al inocente,
    tú que escrutas corazones y entrañas,
    tú, Dios justo.
    11 Mi escudo está en Dios,
    salvador de los que viven rectamente.
    12 Dios es juez justo, tardo a la cólera,
    pero un Dios que castiga cada día.
    *
    13 Si no se convierte el hombre,
    afila su espada,
    tensa y asesta su arco,
    14 le prepara armas letales,
    tizones serán sus flechas.
    15 Vedle en su preñez de iniquidad,
    malicia concibió, fracaso pare.
    16 Cavó una fosa, cavó bien hondo,
    mas cayó en el hoyo que él abrió;
    17 se vuelva contra él su maldad,
    su violencia recaiga en su cabeza.
    18 Doy gracias a Yahvé por su justicia,
    tañeré para el nombre del Altísimo.

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  125. SALMO 7

    Oración del justo perseguido
    1 Lamentación. De David. La que cantó a Yahvé a propósito del benjaminita Cus.

    2 Yahvé, Dios mío, a ti me acojo,
    sálvame de mis perseguidores, líbrame;
    3 que no me destrocen como un león
    y me desgarren sin nadie que me libre.
    4 Yahvé, Dios mío, si algo de eso hice,
    si hay en mis manos injusticia,
    5 si a mi bienhechor con mal he respondido,
    si he perdonado al opresor injusto,
    6 ¡que el enemigo me persiga y me alcance,
    que me estrelle vivo contra el suelo
    y esparza mis entrañas por el polvo! Pausa.
    7 Levántate, Señor, lleno de cólera,
    álzate contra la ira de mis opresores,
    despierta ya, Dios mío,
    tú que el juicio convocas.
    8 Que te rodee una asamblea de naciones,
    y tú desde lo alto la presides.
    9 (Yahvé, juez de los pueblos).
    Júzgame, Señor, según mi justicia,
    conforme a mi integridad.
    10 Que cese la maldad de los malvados,
    afianza al inocente,
    tú que escrutas corazones y entrañas,
    tú, Dios justo.
    11 Mi escudo está en Dios,
    salvador de los que viven rectamente.
    12 Dios es juez justo, tardo a la cólera,
    pero un Dios que castiga cada día.
    *
    13 Si no se convierte el hombre,
    afila su espada,
    tensa y asesta su arco,
    14 le prepara armas letales,
    tizones serán sus flechas.
    15 Vedle en su preñez de iniquidad,
    malicia concibió, fracaso pare.
    16 Cavó una fosa, cavó bien hondo,
    mas cayó en el hoyo que él abrió;
    17 se vuelva contra él su maldad,
    su violencia recaiga en su cabeza.
    18 Doy gracias a Yahvé por su justicia,
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  126. SALMO 7

    Oración del justo perseguido
    1 Lamentación. De David. La que cantó a Yahvé a propósito del benjaminita Cus.

    2 Yahvé, Dios mío, a ti me acojo,
    sálvame de mis perseguidores, líbrame;
    3 que no me destrocen como un león
    y me desgarren sin nadie que me libre.
    4 Yahvé, Dios mío, si algo de eso hice,
    si hay en mis manos injusticia,
    5 si a mi bienhechor con mal he respondido,
    si he perdonado al opresor injusto,
    6 ¡que el enemigo me persiga y me alcance,
    que me estrelle vivo contra el suelo
    y esparza mis entrañas por el polvo! Pausa.
    7 Levántate, Señor, lleno de cólera,
    álzate contra la ira de mis opresores,
    despierta ya, Dios mío,
    tú que el juicio convocas.
    8 Que te rodee una asamblea de naciones,
    y tú desde lo alto la presides.
    9 (Yahvé, juez de los pueblos).
    Júzgame, Señor, según mi justicia,
    conforme a mi integridad.
    10 Que cese la maldad de los malvados,
    afianza al inocente,
    tú que escrutas corazones y entrañas,
    tú, Dios justo.
    11 Mi escudo está en Dios,
    salvador de los que viven rectamente.
    12 Dios es juez justo, tardo a la cólera,
    pero un Dios que castiga cada día.
    *
    13 Si no se convierte el hombre,
    afila su espada,
    tensa y asesta su arco,
    14 le prepara armas letales,
    tizones serán sus flechas.
    15 Vedle en su preñez de iniquidad,
    malicia concibió, fracaso pare.
    16 Cavó una fosa, cavó bien hondo,
    mas cayó en el hoyo que él abrió;
    17 se vuelva contra él su maldad,
    su violencia recaiga en su cabeza.
    18 Doy gracias a Yahvé por su justicia,
    tañeré para el nombre del Altísimo.

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  127. SALMO 7

    Oración del justo perseguido
    1 Lamentación. De David. La que cantó a Yahvé a propósito del benjaminita Cus.

    2 Yahvé, Dios mío, a ti me acojo,
    sálvame de mis perseguidores, líbrame;
    3 que no me destrocen como un león
    y me desgarren sin nadie que me libre.
    4 Yahvé, Dios mío, si algo de eso hice,
    si hay en mis manos injusticia,
    5 si a mi bienhechor con mal he respondido,
    si he perdonado al opresor injusto,
    6 ¡que el enemigo me persiga y me alcance,
    que me estrelle vivo contra el suelo
    y esparza mis entrañas por el polvo! Pausa.
    7 Levántate, Señor, lleno de cólera,
    álzate contra la ira de mis opresores,
    despierta ya, Dios mío,
    tú que el juicio convocas.
    8 Que te rodee una asamblea de naciones,
    y tú desde lo alto la presides.
    9 (Yahvé, juez de los pueblos).
    Júzgame, Señor, según mi justicia,
    conforme a mi integridad.
    10 Que cese la maldad de los malvados,
    afianza al inocente,
    tú que escrutas corazones y entrañas,
    tú, Dios justo.
    11 Mi escudo está en Dios,
    salvador de los que viven rectamente.
    12 Dios es juez justo, tardo a la cólera,
    pero un Dios que castiga cada día.
    *
    13 Si no se convierte el hombre,
    afila su espada,
    tensa y asesta su arco,
    14 le prepara armas letales,
    tizones serán sus flechas.
    15 Vedle en su preñez de iniquidad,
    malicia concibió, fracaso pare.
    16 Cavó una fosa, cavó bien hondo,
    mas cayó en el hoyo que él abrió;
    17 se vuelva contra él su maldad,
    su violencia recaiga en su cabeza.
    18 Doy gracias a Yahvé por su justicia,
    tañeré para el nombre del Altísimo.

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  128. SALMO 7

    Oración del justo perseguido
    1 Lamentación. De David. La que cantó a Yahvé a propósito del benjaminita Cus.

    2 Yahvé, Dios mío, a ti me acojo,
    sálvame de mis perseguidores, líbrame;
    3 que no me destrocen como un león
    y me desgarren sin nadie que me libre.
    4 Yahvé, Dios mío, si algo de eso hice,
    si hay en mis manos injusticia,
    5 si a mi bienhechor con mal he respondido,
    si he perdonado al opresor injusto,
    6 ¡que el enemigo me persiga y me alcance,
    que me estrelle vivo contra el suelo
    y esparza mis entrañas por el polvo! Pausa.
    7 Levántate, Señor, lleno de cólera,
    álzate contra la ira de mis opresores,
    despierta ya, Dios mío,
    tú que el juicio convocas.
    8 Que te rodee una asamblea de naciones,
    y tú desde lo alto la presides.
    9 (Yahvé, juez de los pueblos).
    Júzgame, Señor, según mi justicia,
    conforme a mi integridad.
    10 Que cese la maldad de los malvados,
    afianza al inocente,
    tú que escrutas corazones y entrañas,
    tú, Dios justo.
    11 Mi escudo está en Dios,
    salvador de los que viven rectamente.
    12 Dios es juez justo, tardo a la cólera,
    pero un Dios que castiga cada día.
    *
    13 Si no se convierte el hombre,
    afila su espada,
    tensa y asesta su arco,
    14 le prepara armas letales,
    tizones serán sus flechas.
    15 Vedle en su preñez de iniquidad,
    malicia concibió, fracaso pare.
    16 Cavó una fosa, cavó bien hondo,
    mas cayó en el hoyo que él abrió;
    17 se vuelva contra él su maldad,
    su violencia recaiga en su cabeza.
    18 Doy gracias a Yahvé por su justicia,
    tañeré para el nombre del Altísimo.

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  129. SALMO 7

    Oración del justo perseguido
    1 Lamentación. De David. La que cantó a Yahvé a propósito del benjaminita Cus.

    2 Yahvé, Dios mío, a ti me acojo,
    sálvame de mis perseguidores, líbrame;
    3 que no me destrocen como un león
    y me desgarren sin nadie que me libre.
    4 Yahvé, Dios mío, si algo de eso hice,
    si hay en mis manos injusticia,
    5 si a mi bienhechor con mal he respondido,
    si he perdonado al opresor injusto,
    6 ¡que el enemigo me persiga y me alcance,
    que me estrelle vivo contra el suelo
    y esparza mis entrañas por el polvo! Pausa.
    7 Levántate, Señor, lleno de cólera,
    álzate contra la ira de mis opresores,
    despierta ya, Dios mío,
    tú que el juicio convocas.
    8 Que te rodee una asamblea de naciones,
    y tú desde lo alto la presides.
    9 (Yahvé, juez de los pueblos).
    Júzgame, Señor, según mi justicia,
    conforme a mi integridad.
    10 Que cese la maldad de los malvados,
    afianza al inocente,
    tú que escrutas corazones y entrañas,
    tú, Dios justo.
    11 Mi escudo está en Dios,
    salvador de los que viven rectamente.
    12 Dios es juez justo, tardo a la cólera,
    pero un Dios que castiga cada día.
    *
    13 Si no se convierte el hombre,
    afila su espada,
    tensa y asesta su arco,
    14 le prepara armas letales,
    tizones serán sus flechas.
    15 Vedle en su preñez de iniquidad,
    malicia concibió, fracaso pare.
    16 Cavó una fosa, cavó bien hondo,
    mas cayó en el hoyo que él abrió;
    17 se vuelva contra él su maldad,
    su violencia recaiga en su cabeza.
    18 Doy gracias a Yahvé por su justicia,
    tañeré para el nombre del Altísimo.

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  130. SALMO 7

    Oración del justo perseguido
    1 Lamentación. De David. La que cantó a Yahvé a propósito del benjaminita Cus.

    2 Yahvé, Dios mío, a ti me acojo,
    sálvame de mis perseguidores, líbrame;
    3 que no me destrocen como un león
    y me desgarren sin nadie que me libre.
    4 Yahvé, Dios mío, si algo de eso hice,
    si hay en mis manos injusticia,
    5 si a mi bienhechor con mal he respondido,
    si he perdonado al opresor injusto,
    6 ¡que el enemigo me persiga y me alcance,
    que me estrelle vivo contra el suelo
    y esparza mis entrañas por el polvo! Pausa.
    7 Levántate, Señor, lleno de cólera,
    álzate contra la ira de mis opresores,
    despierta ya, Dios mío,
    tú que el juicio convocas.
    8 Que te rodee una asamblea de naciones,
    y tú desde lo alto la presides.
    9 (Yahvé, juez de los pueblos).
    Júzgame, Señor, según mi justicia,
    conforme a mi integridad.
    10 Que cese la maldad de los malvados,
    afianza al inocente,
    tú que escrutas corazones y entrañas,
    tú, Dios justo.
    11 Mi escudo está en Dios,
    salvador de los que viven rectamente.
    12 Dios es juez justo, tardo a la cólera,
    pero un Dios que castiga cada día.
    *
    13 Si no se convierte el hombre,
    afila su espada,
    tensa y asesta su arco,
    14 le prepara armas letales,
    tizones serán sus flechas.
    15 Vedle en su preñez de iniquidad,
    malicia concibió, fracaso pare.
    16 Cavó una fosa, cavó bien hondo,
    mas cayó en el hoyo que él abrió;
    17 se vuelva contra él su maldad,
    su violencia recaiga en su cabeza.
    18 Doy gracias a Yahvé por su justicia,
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  131. SALMO 7

    Oración del justo perseguido
    1 Lamentación. De David. La que cantó a Yahvé a propósito del benjaminita Cus.

    2 Yahvé, Dios mío, a ti me acojo,
    sálvame de mis perseguidores, líbrame;
    3 que no me destrocen como un león
    y me desgarren sin nadie que me libre.
    4 Yahvé, Dios mío, si algo de eso hice,
    si hay en mis manos injusticia,
    5 si a mi bienhechor con mal he respondido,
    si he perdonado al opresor injusto,
    6 ¡que el enemigo me persiga y me alcance,
    que me estrelle vivo contra el suelo
    y esparza mis entrañas por el polvo! Pausa.
    7 Levántate, Señor, lleno de cólera,
    álzate contra la ira de mis opresores,
    despierta ya, Dios mío,
    tú que el juicio convocas.
    8 Que te rodee una asamblea de naciones,
    y tú desde lo alto la presides.
    9 (Yahvé, juez de los pueblos).
    Júzgame, Señor, según mi justicia,
    conforme a mi integridad.
    10 Que cese la maldad de los malvados,
    afianza al inocente,
    tú que escrutas corazones y entrañas,
    tú, Dios justo.
    11 Mi escudo está en Dios,
    salvador de los que viven rectamente.
    12 Dios es juez justo, tardo a la cólera,
    pero un Dios que castiga cada día.
    *
    13 Si no se convierte el hombre,
    afila su espada,
    tensa y asesta su arco,
    14 le prepara armas letales,
    tizones serán sus flechas.
    15 Vedle en su preñez de iniquidad,
    malicia concibió, fracaso pare.
    16 Cavó una fosa, cavó bien hondo,
    mas cayó en el hoyo que él abrió;
    17 se vuelva contra él su maldad,
    su violencia recaiga en su cabeza.
    18 Doy gracias a Yahvé por su justicia,
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  132. SALMO 7

    Oración del justo perseguido
    1 Lamentación. De David. La que cantó a Yahvé a propósito del benjaminita Cus.

    2 Yahvé, Dios mío, a ti me acojo,
    sálvame de mis perseguidores, líbrame;
    3 que no me destrocen como un león
    y me desgarren sin nadie que me libre.
    4 Yahvé, Dios mío, si algo de eso hice,
    si hay en mis manos injusticia,
    5 si a mi bienhechor con mal he respondido,
    si he perdonado al opresor injusto,
    6 ¡que el enemigo me persiga y me alcance,
    que me estrelle vivo contra el suelo
    y esparza mis entrañas por el polvo! Pausa.
    7 Levántate, Señor, lleno de cólera,
    álzate contra la ira de mis opresores,
    despierta ya, Dios mío,
    tú que el juicio convocas.
    8 Que te rodee una asamblea de naciones,
    y tú desde lo alto la presides.
    9 (Yahvé, juez de los pueblos).
    Júzgame, Señor, según mi justicia,
    conforme a mi integridad.
    10 Que cese la maldad de los malvados,
    afianza al inocente,
    tú que escrutas corazones y entrañas,
    tú, Dios justo.
    11 Mi escudo está en Dios,
    salvador de los que viven rectamente.
    12 Dios es juez justo, tardo a la cólera,
    pero un Dios que castiga cada día.
    *
    13 Si no se convierte el hombre,
    afila su espada,
    tensa y asesta su arco,
    14 le prepara armas letales,
    tizones serán sus flechas.
    15 Vedle en su preñez de iniquidad,
    malicia concibió, fracaso pare.
    16 Cavó una fosa, cavó bien hondo,
    mas cayó en el hoyo que él abrió;
    17 se vuelva contra él su maldad,
    su violencia recaiga en su cabeza.
    18 Doy gracias a Yahvé por su justicia,
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  133. SALMO 7

    Oración del justo perseguido
    1 Lamentación. De David. La que cantó a Yahvé a propósito del benjaminita Cus.

    2 Yahvé, Dios mío, a ti me acojo,
    sálvame de mis perseguidores, líbrame;
    3 que no me destrocen como un león
    y me desgarren sin nadie que me libre.
    4 Yahvé, Dios mío, si algo de eso hice,
    si hay en mis manos injusticia,
    5 si a mi bienhechor con mal he respondido,
    si he perdonado al opresor injusto,
    6 ¡que el enemigo me persiga y me alcance,
    que me estrelle vivo contra el suelo
    y esparza mis entrañas por el polvo! Pausa.
    7 Levántate, Señor, lleno de cólera,
    álzate contra la ira de mis opresores,
    despierta ya, Dios mío,
    tú que el juicio convocas.
    8 Que te rodee una asamblea de naciones,
    y tú desde lo alto la presides.
    9 (Yahvé, juez de los pueblos).
    Júzgame, Señor, según mi justicia,
    conforme a mi integridad.
    10 Que cese la maldad de los malvados,
    afianza al inocente,
    tú que escrutas corazones y entrañas,
    tú, Dios justo.
    11 Mi escudo está en Dios,
    salvador de los que viven rectamente.
    12 Dios es juez justo, tardo a la cólera,
    pero un Dios que castiga cada día.
    *
    13 Si no se convierte el hombre,
    afila su espada,
    tensa y asesta su arco,
    14 le prepara armas letales,
    tizones serán sus flechas.
    15 Vedle en su preñez de iniquidad,
    malicia concibió, fracaso pare.
    16 Cavó una fosa, cavó bien hondo,
    mas cayó en el hoyo que él abrió;
    17 se vuelva contra él su maldad,
    su violencia recaiga en su cabeza.
    18 Doy gracias a Yahvé por su justicia,
    tañeré para el nombre del Altísimo.

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  134. SALMO 7

    Oración del justo perseguido
    1 Lamentación. De David. La que cantó a Yahvé a propósito del benjaminita Cus.

    2 Yahvé, Dios mío, a ti me acojo,
    sálvame de mis perseguidores, líbrame;
    3 que no me destrocen como un león
    y me desgarren sin nadie que me libre.
    4 Yahvé, Dios mío, si algo de eso hice,
    si hay en mis manos injusticia,
    5 si a mi bienhechor con mal he respondido,
    si he perdonado al opresor injusto,
    6 ¡que el enemigo me persiga y me alcance,
    que me estrelle vivo contra el suelo
    y esparza mis entrañas por el polvo! Pausa.
    7 Levántate, Señor, lleno de cólera,
    álzate contra la ira de mis opresores,
    despierta ya, Dios mío,
    tú que el juicio convocas.
    8 Que te rodee una asamblea de naciones,
    y tú desde lo alto la presides.
    9 (Yahvé, juez de los pueblos).
    Júzgame, Señor, según mi justicia,
    conforme a mi integridad.
    10 Que cese la maldad de los malvados,
    afianza al inocente,
    tú que escrutas corazones y entrañas,
    tú, Dios justo.
    11 Mi escudo está en Dios,
    salvador de los que viven rectamente.
    12 Dios es juez justo, tardo a la cólera,
    pero un Dios que castiga cada día.
    *
    13 Si no se convierte el hombre,
    afila su espada,
    tensa y asesta su arco,
    14 le prepara armas letales,
    tizones serán sus flechas.
    15 Vedle en su preñez de iniquidad,
    malicia concibió, fracaso pare.
    16 Cavó una fosa, cavó bien hondo,
    mas cayó en el hoyo que él abrió;
    17 se vuelva contra él su maldad,
    su violencia recaiga en su cabeza.
    18 Doy gracias a Yahvé por su justicia,
    tañeré para el nombre del Altísimo.

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  135. El hombre que construyó el Titánic
    Después de la construcción del Titanic, un reportero le preguntó cuan seguro sería.
    Con un tono irónico él dijo:
    'Ni Dios puede hundirlo'
    El resultado: Yo pienso que usted y todos sabemos lo que le pasó al Titánic
    Marilyn Monroe (Actriz)
    http://www.brooklynmuseum.org/exhibitions/marilyn_monroe/images/marilyn_monroe_sig_335.jpg
    Ella fue visitada por Billy Graham durante una presentación de un show.
    Él dijo que el Espíritu de Dios le había enviado a predicarle a ella.
    Después de oír lo que el Predicador tenía que decir, ella dijo:
    'Yo no necesito a su Jesús.'
    Una semana después, ella se encontró muerta en su apartamento.
    Bon Scott (Cantante)
    http://scrapetv.com/News/News%20Pages/Entertainment/images-2/bon-scott-performing.jpg
    El ex-vocalista de AC/DC. En una de sus canciones de 1979, cantó:
    No me detenga, yo estoy bajando todo el camino, bajando por la carretera al infierno'.
    (highway to hell)
    "Nobody's gonna slow me down
    Like a wheel, gonna spin it
    Nobody's gonna mess me round
    Hey Satan, payed my dues
    Playing in a rocking band
    Hey Momma, look at me
    I'm on my way to the promised land
    I'm on the highway to hell
    (Don't stop me)
    And I'm going down, all the way down
    I'm on the highway to hell"

    El 19 de febrero de 1980, Bon Scott se encontró muerto, ahogado por su propio vómito.
    Campinas (EN 2005)

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  136. En Campinas, Brasil un grupo de amigos, borrachos, fue a recoger una amiga.....
    La madre la acompañó al automóvil y estaba tan angustiada sobre
    la embriaguez de sus amigos y le dijo a la hija , sosteniendo su mano, ya sentada en el automóvil:
    'Mi hija, Vaya Con Dios y permita que Él la Proteja..
    Ella respondió: 'Sólo Si Él (Dios) viaja en el maletero, porque aqui dentro ya está Lleno '
    Horas despues las noticias vinieron que ellos habían estado envueltos en un fatal accidente, todos habían muerto, el automóvil no podría reconocerse, pero sorprendentemente, el maletero estaba intacto.
    La policía dijo que no había ninguna manera de que el maletero podría permanecer intacto.
    Dentro del maletero habia una canasta de huevos, para su sorpresa, ninguno estaba roto.
    Christine Hewitt (Periodista jamaiquina y animadora) dijo:
    La Biblia ( la Palabra de Dios) fue el peor libro escrito en la vida.
    En junio del 2006 ella se encontró quemada imposible de ser reconocida en su carro
    *******************************************
    Muchos de las personas más importantes se han olvidado, que no hay ningún otro nombre al que se dio tanta autoridad como el nombre de Jesús.
    Muchos se han muerto, pero sólo Jesús se murió y subió de nuevo, y él está vivo.
    'Jesús'
    P/D Si fuera un chiste, tu lo habrías enviado a todos. Así que
    vas a tener el valor para enviar esto?.
    Yo he hecho mi parte, Jesús dijo:
    'Si tu te avergüenzas de mí,
    Yo también me avergonzaré de ti ante mi padre.'
    Señor, yo te amo y te necesito, entra en mi corazón, y bendiceme a mi, mi familia, mi casa, y mis amigos, en el nombre de Jesús. Amén.'

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que opinas de estos salvajes...?