jueves, 21 de octubre de 2010

ANUNCIO DE SERVICIO PUBLICO

SE COMUNICA A NUESTRO DISTINGUIDO PUBLICO QUE POR RESPETO A UDS. NO BORRAMOS LOS COMENTARIOS VERTIDOS EN ESTE BLOG POR SER DEMOCRATICO Y RESPETAMOS LAS OPINIONES, AUN CUANDO PEDRO MANANI CALCINA  Y JAVIER JHANZ LAZARTE NUÑEZ POSTEAN ANONIMAMENTE JUNTO A SUS CHACALES DEFENDIENDO LO INDEFENDIBLE… LA CORRUPCION
Y ENTENDEMOS QUE SEAN MANOTAZOS DE AHOGADO ESO DE QUERER DESVIAR AL ATENCION

97 comentarios:

  1. que se puede opinar ya, nuestra escuela ya esta jodida, con todo esto quien nos va dar trabajo o practicas, si van a dejar un comentario tengan la composturan estan en una universidad no estan en un mercado, se que da colera todo eso pero modelen su vocabulario al escribir, y q se puede decir del ceviche las palabras ya se quedan cortas, pero es verdad le preguntas algo acaso te responde,, creo como profe de lenguaje o literatura la haces,, pasando a piter un bruto lo unico bueno q te enseña es a sumar bien poque de eso trata solo su examenes pobrecitos los q yevan prepa con el gracias a dios nunk me enseño nada ,, y pedrito sigues contanto tus historias de donde disque que estuviste trabajando mejor dicho haciendo practicas de una semana y acuerdate kien te ayudo entrar ahi y como le pagaste en esta vida todo uno se entera,, y en especial en metalurgica q todos conversan abiertamente yo se muxas cosas, pero no las digo por respeto amis compañeros kiero q salgan y encuentren practicas y no los miren mal,, hasta otra oportunidad

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  2. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  3. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  4. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  5. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  6. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  7. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  8. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
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    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
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    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
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    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
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    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
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    Clamor confiado
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    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  10. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
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    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  11. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  12. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  13. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  14. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  15. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  16. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  17. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
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    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  18. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
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    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
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    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  19. SALMO 11
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    Confianza del justo
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    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  20. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  21. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  22. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  23. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

    SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

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  24. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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  25. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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  26. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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  27. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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  28. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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  29. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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  30. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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  31. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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  32. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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  33. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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  34. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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  35. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
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  36. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
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  37. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
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  38. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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  39. SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

    SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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  40. SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  41. SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  42. SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  43. SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  44. SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  45. SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  46. SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  47. SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descSALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.ansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
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  48. SALMO 16
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    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  49. SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
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    me hartarás de gozo en tu presencia,
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  50. SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
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    de dicha perpetua a tu derecha.

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  51. SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
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  52. SALMO 17
    (16)
    Clamor del inocente
    1 Oración. De David.

    Escucha, Yahvé, mi causa,
    hazme caso cuando grito,
    presta oído a mi plegaria,
    que no hay doblez en mis labios.
    2 De ti saldrá mi sentencia,
    pues tus ojos ven lo recto.
    3 Si sondeas mi corazón y de noche me examinas,
    si me pruebas al crisol, no hallarás en mí malicia;
    mi boca no claudica 4 al modo de los hombres.
    Siguiendo tu palabra he respetado
    las sendas trazadas, 5 ajustando mis pasos;
    por tus veredas no vacilan mis pies.
    6 Te invoco, oh Dios, pues tú me respondes,
    inclina a mí tu oído, escucha mis palabras,
    7 Haz gala de tu amor,
    tú salvas de los prepotentes
    al que se acoge a tu diestra.
    8 Guárdame como a la niña de tus ojos,
    protégeme a la sombra de tus alas
    9 de esos malvados que me acosan,
    enemigos que me cercan con saña.
    10 Han cerrado sus entrañas,
    hablan llenos de arrogancia,
    11 avanzan contra mí, me cercan,
    me miran fijo para derribarme.
    12 Son como león ávido de presa,
    como cachorro agazapado en su guarida.
    13 ¡Álzate, Yahvé, enfréntate, derríbalo;
    líbrame con tu espada del malvado,
    14 de los mortales, con tu mano, Yahvé,
    de los mortales cuyo lote es este mundo!
    ¡Llénales el vientre de tus reservas,
    que se sacien sus hijos
    y dejen las sobras a sus pequeños!
    15 Pero yo, rehabilitado, veré tu rostro,
    al despertar te contemplaré hasta que quiera.

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  53. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;
    15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.

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  54. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;
    15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.

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  55. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;
    15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.

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  56. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;
    15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.

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  57. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;
    15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.

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  58. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;
    15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.

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  59. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  60. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  61. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  62. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  63. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  64. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  65. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  66. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  67. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  68. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  69. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  70. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  71. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  72. 25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.
    40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  73. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  74. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  75. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  76. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  77. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  78. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  79. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  80. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  81. SALMO 19
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    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
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  82. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  83. SALMO 19
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    Yahvé, sol de justicia
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    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  84. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  85. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  86. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  87. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  88. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

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  89. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

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  90. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

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  91. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

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  92. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

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  93. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

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  94. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

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  95. por si no lo sabían el limbo significa vivir en el infierno y que le paso…………….. LAS PALABRAS TIENEN PODER POR ESO ANTES DE CANTAR ALGUNA CANCION ANALICE QUE ES LO QUE ESTA CANTANDO POR QUE ESO MISMO ESTARA DECLARANDO PARA SU VIDA ……………………….
    ¿CONOCIAS ESTOS HECHOS?
    SEGURO NO SABIAS HASTA AHORA QUE...
    ¡La muerte es cierta, pero la Biblia habla sobre la muerte intempestiva!
    Haga una reflexión personal sobre esto......
    Muy interesante, lea hasta el final.....
    Escrito en la Biblia (Galatians 6:7):
    No se engañe; De Dios no se burla NADIE
    en absoluto lo que un hombre ha sembrado, eso debe él recoger.
    Aquí estan algunos hombres y mujeres
    que se burlaron de Dios:
    John Lennon (Cantante):
    http://irom.files.wordpress.com/2009/04/johnlennon1.jpg
    Algunos años antes, durante su entrevista con una revista americana, él dijo:
    'La Cristiandad acabará, desaparecerá.
    Yo no tengo que discutir sobre eso.. Yo estoy seguro. Jesús era ok, pero sus asuntos eran demasiado simples. Hoy nosotros somos más famosos que Él' (1966).
    Lennon, después de decir que los Beatles eran más famosos que Jesús
    Cristo, le dispararon seis veces.
    Tancredo Neves (Presidente de Brazil):
    File:Tancredo Neves.jpg
    Durante la campaña Presidencial, él dijo que si consiguiera 500,000 votos de
    su fiesta, ni Dios lo quitaría de la Presidencia.
    Efectivamente él consiguió los votos, pero se enfermó un día antes de ser hecho
    Presidente, y murió..
    Cazuza (el compositor brasileño Bi-sexual, cantante y poeta):
    http://nem1e99.files.wordpress.com/2009/04/cazuza.jpg
    Durante una muestra en Canecio (Río de Janeiro), mientras fumaba su cigarro, él resopló fuera algún humo en el aire
    y dijo: 'Dios esto es para ti.'
    Él se murió a la edad de 32 de SIDA de una manera horrible.
    http://leonardowagner.files.wordpress.com/2009/11/cazuza-1.jpg

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  96. El hombre que construyó el Titánic
    Después de la construcción del Titanic, un reportero le preguntó cuan seguro sería.
    Con un tono irónico él dijo:
    'Ni Dios puede hundirlo'
    El resultado: Yo pienso que usted y todos sabemos lo que le pasó al Titánic
    Marilyn Monroe (Actriz)
    http://www.brooklynmuseum.org/exhibitions/marilyn_monroe/images/marilyn_monroe_sig_335.jpg
    Ella fue visitada por Billy Graham durante una presentación de un show.
    Él dijo que el Espíritu de Dios le había enviado a predicarle a ella.
    Después de oír lo que el Predicador tenía que decir, ella dijo:
    'Yo no necesito a su Jesús.'
    Una semana después, ella se encontró muerta en su apartamento.
    Bon Scott (Cantante)
    http://scrapetv.com/News/News%20Pages/Entertainment/images-2/bon-scott-performing.jpg
    El ex-vocalista de AC/DC. En una de sus canciones de 1979, cantó:
    No me detenga, yo estoy bajando todo el camino, bajando por la carretera al infierno'.
    (highway to hell)
    "Nobody's gonna slow me down
    Like a wheel, gonna spin it
    Nobody's gonna mess me round
    Hey Satan, payed my dues
    Playing in a rocking band
    Hey Momma, look at me
    I'm on my way to the promised land
    I'm on the highway to hell
    (Don't stop me)
    And I'm going down, all the way down
    I'm on the highway to hell"

    El 19 de febrero de 1980, Bon Scott se encontró muerto, ahogado por su propio vómito.
    Campinas (EN 2005)

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  97. En Campinas, Brasil un grupo de amigos, borrachos, fue a recoger una amiga.....
    La madre la acompañó al automóvil y estaba tan angustiada sobre
    la embriaguez de sus amigos y le dijo a la hija , sosteniendo su mano, ya sentada en el automóvil:
    'Mi hija, Vaya Con Dios y permita que Él la Proteja..
    Ella respondió: 'Sólo Si Él (Dios) viaja en el maletero, porque aqui dentro ya está Lleno '
    Horas despues las noticias vinieron que ellos habían estado envueltos en un fatal accidente, todos habían muerto, el automóvil no podría reconocerse, pero sorprendentemente, el maletero estaba intacto.
    La policía dijo que no había ninguna manera de que el maletero podría permanecer intacto.
    Dentro del maletero habia una canasta de huevos, para su sorpresa, ninguno estaba roto.
    Christine Hewitt (Periodista jamaiquina y animadora) dijo:
    La Biblia ( la Palabra de Dios) fue el peor libro escrito en la vida.
    En junio del 2006 ella se encontró quemada imposible de ser reconocida en su carro
    *******************************************
    Muchos de las personas más importantes se han olvidado, que no hay ningún otro nombre al que se dio tanta autoridad como el nombre de Jesús.
    Muchos se han muerto, pero sólo Jesús se murió y subió de nuevo, y él está vivo.
    'Jesús'
    P/D Si fuera un chiste, tu lo habrías enviado a todos. Así que
    vas a tener el valor para enviar esto?.
    Yo he hecho mi parte, Jesús dijo:
    'Si tu te avergüenzas de mí,
    Yo también me avergonzaré de ti ante mi padre.'
    Señor, yo te amo y te necesito, entra en mi corazón, y bendiceme a mi, mi familia, mi casa, y mis amigos, en el nombre de Jesús. Amén.'

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que opinas de estos salvajes...?