jueves, 21 de octubre de 2010

SABIAN QUE…

LOS DIZQUE INGENIEROS: DANIEL SALVADOR SILVA ARCE (QUE TAL ESTA LA LAP TOP QUE TE REGALO EL CUCHILLO?), NICOLAS COLLADO Y LUIS ALVAREZ SOTO ESTAN NEGOCIANDO CON LAS ALTAS ESFERAS DEL PODER EN LA UNSA CON EL FIN DE HACER QUE EL CEVICHE GANE A COMO DE LUGAR EL CONCURSO PARA JEFATURA DE PRACTICAS?
Y YA PARA QUE A ESTAS ALTURAS DIRAN MUCHOS… SI EL SEMESTRE YA ACABO?
ES CON EL FIN DE QUE DESPUES DE CONTRATARLO, PROCEDER AL NOMBRAMIENTO INMEDIATO DE ESTA BASOFIA HUMANA...

71 comentarios:

  1. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  2. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  3. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  4. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  5. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  6. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  7. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  8. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  9. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
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  10. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  11. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  12. SALMO 46
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    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
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  13. SALMO 46
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    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
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  14. SALMO 46
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    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
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    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
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    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  16. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  17. SALMO 47
    (46)
    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  18. SALMO 47
    (46)
    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  19. SALMO 47
    (46)
    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  20. SALMO 47
    (46)
    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  21. SALMO 47
    (46)
    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  22. SALMO 47
    (46)
    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  23. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  24. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  25. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  26. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
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  27. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  28. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  29. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
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  30. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  31. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  32. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  33. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
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    De Dios son los gobernantes de la tierra,
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  34. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
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  36. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
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    de él, inmensamente excelso.

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  37. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
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  38. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
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  39. SALMO 47
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    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
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  40. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
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  41. SALMO 47
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    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  42. SALMO 47
    (46)
    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  43. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  44. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  45. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  46. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  47. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  48. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  49. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  50. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  51. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  52. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  53. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  54. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  55. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  56. SALMO 49
    (48)
    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
    21 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.

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  57. SALMO 49
    (48)
    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
    21 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.

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  58. SALMO 49
    (48)
    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
    21 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.

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  59. SALMO 49
    (48)
    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
    21 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.

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  60. SALMO 49
    (48)
    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
    21 El hombre opulento no entiende,
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  61. SALMO 49
    (48)
    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
    21 El hombre opulento no entiende,
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  62. SALMO 49
    (48)
    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
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    a las bestias mudas se parece.

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  63. SALMO 49
    (48)
    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
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  64. SALMO 49
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    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
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  65. SALMO 49
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    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
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  66. SALMO 49
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    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
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  67. SALMO 49
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    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
    21 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.

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  68. SALMO 49
    (48)
    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
    21 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.

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  69. SALMO 49
    (48)
    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
    21 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.

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  70. SALMO 49
    (48)
    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
    21 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.

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  71. SALMO 52
    (51)
    Juicio del pérfido
    1 Del maestro de coro. Poema. De David. 2 Cuando el edomita Doeg vino a avisar a Saúl diciéndole: «David ha entrado en casa de Ajimélec».

    3 ¿Por qué te glorías del mal, valiente?
    ¡Dios es fiel todo el día!
    4 Tu lengua, igual que navaja afilada,
    urde crímenes, autor de fraudes.
    5 El mal al bien prefieres,
    la mentira a la justicia; Pausa.
    6 te gusta destruir con la palabra,
    lengua embustera.
    7 Por eso Dios te aplastará,
    te destruirá para siempre,
    te arrancará de tu tienda,
    te extirpará de la tierra de los vivos. Pausa.
    8 Los justos lo verán y temerán,
    se reirán de él así:
    9 «Éste es el hombre que no hizo
    de Dios su refugio;
    confiaba en su inmensa riqueza,
    se jactaba de su crimen».
    10 Pero yo, como olivo frondoso
    en la Casa de Dios,
    en el amor de Dios confío
    para siempre jamás.
    11 Te alabaré eternamente
    por todo lo que has hecho;
    esperaré en ti, porque eres bueno
    con todos los que te aman.

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que opinas de estos salvajes...?