jueves, 21 de octubre de 2010

DICEN LOS ENTENDIDOS EN EL TEMA DE LA PEDAGOGIA…

…CUANDO MAS DEL 90% DE LOS ALUMNOS REPRUEBAN UN EXAMEN, PUEDE SER POR:
1.- TODOS SON UNOS BURROS (LO CUAL DUDAMOS PUES SIEMPRE HAY BUENOS Y MUY BUENOS ALUMNOS)
2.- EL DOCENTE NO SE DEJA ENTENDER (POR SER UN IDIOTA QUE NO SABE NI MELA O NO SABE ENSEÑAR LO POQUITO QUE SABE)
3.- EL DOCENTE QUIERE ASUSTAR A LOS ALUMNOS PARA QUE RECURRAN A LA COIMA
ESTA ES LA VERDAD SEÑORES…. QUIEREN LA COIMA PARA APROBAR A LOS ALUMNOS…
CUAL ES EL REMEDIO?
1.- UNA EVALUACION DOCENTE PARA VER PRIMERO SI ESTAN CALIFICADOS O NO PARA ENSEÑAR ALGO (DADO EL HECHO DE QUE LA MAYORIA DE ESTOS NEOFITOS NO SABE NI LEER NI ESCRIBIR)
2.- UNA RESOLUCION DE CONCEJO DE FACULTAD QUE DIGA MAS O MENOS ASI…
DE ACONTECER LA POSIBILIDAD DE QUE MAS DEL 90% DEL ALUMNADO REPROBARA UN EXAMEN DEL CURSO QUE FUERE, SE PROCEDERA A ANULAR EL MISMO Y A TOMAR UNO NUEVO EN TANTO SE PROCEDE A INVESTIGAR EL POR QUE DE ESTE SUCESO DE LA MAYORIA REPROBADOS Y DE INVESTIGAR AL DOCENTE POR INDICIOS RAZONABLES DE CORRUPCION…
3.- ASIMISMO DEBERIA DAR EL CONCEJO DE FACULTAD UNA RESOLUCION QUE PROHIBA LA VENTA DE: CD’s, LIBROS, PIEDRITAS, POLLADAS Y DEMAS ARTICULOS BAJO COACCION DE REPROBAR A LOS ALUMNOS Y PROCEDER A INVESTIGAR AL DOCENTE PROCESADO POR INDICIOS RAZONABLES DE CORRUPCION…

ASI ES COMPAÑEROS DEBEMOS UNIRNOS PARA SACAR LA BASURA DE NUESTRA ESCUELA¡¡¡

124 comentarios:

  1. SALMO 3

    Clamor matinal del justo perseguido
    1 Salmo. De David. Cuando huía de su hijo Abasalón.

    2 Yahvé, ¡cuántos son mis adversarios,
    cuántos los que se alzan contra mí!
    3 ¡Cuántos los que dicen de mí:
    «que no espere salvación en Dios»! Pausa.
    4 Pero tú, Yahvé, mi escudo protector,
    mi orgullo, el que levanta mi frente.
    5 Invoco a gritos a Yahvé,
    y me responde desde su monte santo. Pausa.
    6 Me acuesto y me duermo,
    me despierto: Yahvé me sostiene.
    7 No temo a esas gentes que a millares
    se apuestan en torno contra mí.
    8 ¡Levántate, Yahvé! ¡Sálvame, Dios mío!
    Tú golpeas el rostro de mi enemigo,
    tú rompes los dientes de los malvados.
    9 En Yahvé está la salvación,
    baje sobre tu pueblo tu bendición. Pausa.

    SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

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  2. SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  3. SALMO 6

    Plegaria en la tribulación
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. En octava. Salmo. De David.

    2 Yahvé, no me corrijas con tu cólera,
    no me castigues con tu furor.
    3 Piedad, Yahvé, que estoy baldado,
    cura, Yahvé, mis huesos sin fuerza.
    4 Me encuentro del todo abatido.
    Y tú, Yahvé, ¿hasta cuándo?
    5 Vuélvete, Yahvé, restablece mi vida,
    ponme a salvo por tu misericordia.
    6 Que después de morir nadie te recuerda,
    y en el Seol ¿quién te alabará?
    7 Estoy extenuado de gemir,
    baño mi lecho cada noche,
    inundo de lágrimas mi cama;
    8 mis ojos se consumen de rabia.
    La insolencia define a mis opresores,
    9 ¡apartaos de mí, malhechores!
    Que Yahvé ha escuchado mi llanto;
    10 Yahvé ha escuchado mi súplica,
    Yahvé acepta mi oración.
    11 ¡Queden corridos, confusos mis enemigos,
    retrocedan de inmediato, cubiertos de vergüenza!

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  4. SALMO 8

    Poder del nombre divino
    1 Del maestro de coro. Según la... de Gat. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
    Tú que asientas tu majestad sobre los cielos,
    3 por boca de chiquillos, de niños de pecho,
    cimentas un baluarte frente a tus adversarios,
    para acabar con enemigos y rebeldes.
    4 Al ver tu cielo, hechura de tus dedos,
    la luna y las estrellas que pusiste,
    5 ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
    el hijo de Adán para que de él te cuides?
    6 Apenas inferior a un dios lo hiciste,
    coronándolo de gloria y esplendor;
    7 señor lo hiciste de las obras de tus manos,
    todo lo pusiste bajo sus pies:
    8 ovejas y bueyes, juntos,
    y hasta las bestias del campo,
    9 las aves del cielo, los peces del mar
    que circulan por las sendas de los mares.
    10 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!

    SALMO 9-10 va al principio

    Dios humilla a los impíos y salva a los humildes
    1 Del maestro de coro. Para oboes y arpa. Salmo. De David.
    Álef.

    2 Te doy gracias, Yahvé, de todo corazón,
    voy a proclamar todas tus maravillas;
    3 quiero alegrarme y gozar en ti,
    tañer para tu nombre, Altísimo.

    Bet.

    4 Mis enemigos retroceden,
    flaquean, se desvanecen ante ti,
    5 pues defendiste mi causa y mi juicio,
    sentado en tu sede como justo juez.

    Guímel.

    6 Expulsaste a los paganos, destruiste al malvado,
    borraste su nombre para siempre jamás;
    7 se acabó el enemigo, como ruina perpetua,
    asolaste sus ciudades, se apagó su recuerdo.

    He.

    Pero 8 Yahvé se sienta para siempre,
    establece para el juicio su trono;
    9 él juzga al orbe con justicia,
    sentencia a los pueblos con rectitud.

    Vau.

    10 ¡Sea Yahvé baluarte del oprimido,
    baluarte en tiempos de angustia!
    11 Confíen en ti los que conocen tu nombre,
    pues no abandonas a los que te buscan, Yahvé.

    Zain.

    12 Cantad para Yahvé, que habita en Sión,
    publicad entre los pueblos sus hazañas;
    13 pide cuentas del crimen, y se acuerda de ellos,
    no desoye el grito angustiado de los desdichados.

    Jet.

    14 Piedad de mí, Yahvé, mira mi aflicción,
    tú que me recobras de las puertas de la muerte,
    15 para que proclame todas tus proezas
    a las puertas de Sión, gozoso de tu triunfo.

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  5. SALMO 8

    Poder del nombre divino
    1 Del maestro de coro. Según la... de Gat. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
    Tú que asientas tu majestad sobre los cielos,
    3 por boca de chiquillos, de niños de pecho,
    cimentas un baluarte frente a tus adversarios,
    para acabar con enemigos y rebeldes.
    4 Al ver tu cielo, hechura de tus dedos,
    la luna y las estrellas que pusiste,
    5 ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
    el hijo de Adán para que de él te cuides?
    6 Apenas inferior a un dios lo hiciste,
    coronándolo de gloria y esplendor;
    7 señor lo hiciste de las obras de tus manos,
    todo lo pusiste bajo sus pies:
    8 ovejas y bueyes, juntos,
    y hasta las bestias del campo,
    9 las aves del cielo, los peces del mar
    que circulan por las sendas de los mares.
    10 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!

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  6. SALMO 8

    Poder del nombre divino
    1 Del maestro de coro. Según la... de Gat. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
    Tú que asientas tu majestad sobre los cielos,
    3 por boca de chiquillos, de niños de pecho,
    cimentas un baluarte frente a tus adversarios,
    para acabar con enemigos y rebeldes.
    4 Al ver tu cielo, hechura de tus dedos,
    la luna y las estrellas que pusiste,
    5 ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
    el hijo de Adán para que de él te cuides?
    6 Apenas inferior a un dios lo hiciste,
    coronándolo de gloria y esplendor;
    7 señor lo hiciste de las obras de tus manos,
    todo lo pusiste bajo sus pies:
    8 ovejas y bueyes, juntos,
    y hasta las bestias del campo,
    9 las aves del cielo, los peces del mar
    que circulan por las sendas de los mares.
    10 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!

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  7. SALMO 8

    Poder del nombre divino
    1 Del maestro de coro. Según la... de Gat. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
    Tú que asientas tu majestad sobre los cielos,
    3 por boca de chiquillos, de niños de pecho,
    cimentas un baluarte frente a tus adversarios,
    para acabar con enemigos y rebeldes.
    4 Al ver tu cielo, hechura de tus dedos,
    la luna y las estrellas que pusiste,
    5 ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
    el hijo de Adán para que de él te cuides?
    6 Apenas inferior a un dios lo hiciste,
    coronándolo de gloria y esplendor;
    7 señor lo hiciste de las obras de tus manos,
    todo lo pusiste bajo sus pies:
    8 ovejas y bueyes, juntos,
    y hasta las bestias del campo,
    9 las aves del cielo, los peces del mar
    que circulan por las sendas de los mares.
    10 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!

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  8. SALMO 8

    Poder del nombre divino
    1 Del maestro de coro. Según la... de Gat. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
    Tú que asientas tu majestad sobre los cielos,
    3 por boca de chiquillos, de niños de pecho,
    cimentas un baluarte frente a tus adversarios,
    para acabar con enemigos y rebeldes.
    4 Al ver tu cielo, hechura de tus dedos,
    la luna y las estrellas que pusiste,
    5 ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
    el hijo de Adán para que de él te cuides?
    6 Apenas inferior a un dios lo hiciste,
    coronándolo de gloria y esplendor;
    7 señor lo hiciste de las obras de tus manos,
    todo lo pusiste bajo sus pies:
    8 ovejas y bueyes, juntos,
    y hasta las bestias del campo,
    9 las aves del cielo, los peces del mar
    que circulan por las sendas de los mares.
    10 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!

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  9. SALMO 8

    Poder del nombre divino
    1 Del maestro de coro. Según la... de Gat. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
    Tú que asientas tu majestad sobre los cielos,
    3 por boca de chiquillos, de niños de pecho,
    cimentas un baluarte frente a tus adversarios,
    para acabar con enemigos y rebeldes.
    4 Al ver tu cielo, hechura de tus dedos,
    la luna y las estrellas que pusiste,
    5 ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
    el hijo de Adán para que de él te cuides?
    6 Apenas inferior a un dios lo hiciste,
    coronándolo de gloria y esplendor;
    7 señor lo hiciste de las obras de tus manos,
    todo lo pusiste bajo sus pies:
    8 ovejas y bueyes, juntos,
    y hasta las bestias del campo,
    9 las aves del cielo, los peces del mar
    que circulan por las sendas de los mares.
    10 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!

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  10. SALMO 8

    Poder del nombre divino
    1 Del maestro de coro. Según la... de Gat. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
    Tú que asientas tu majestad sobre los cielos,
    3 por boca de chiquillos, de niños de pecho,
    cimentas un baluarte frente a tus adversarios,
    para acabar con enemigos y rebeldes.
    4 Al ver tu cielo, hechura de tus dedos,
    la luna y las estrellas que pusiste,
    5 ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
    el hijo de Adán para que de él te cuides?
    6 Apenas inferior a un dios lo hiciste,
    coronándolo de gloria y esplendor;
    7 señor lo hiciste de las obras de tus manos,
    todo lo pusiste bajo sus pies:
    8 ovejas y bueyes, juntos,
    y hasta las bestias del campo,
    9 las aves del cielo, los peces del mar
    que circulan por las sendas de los mares.
    10 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!

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  11. SALMO 8

    Poder del nombre divino
    1 Del maestro de coro. Según la... de Gat. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
    Tú que asientas tu majestad sobre los cielos,
    3 por boca de chiquillos, de niños de pecho,
    cimentas un baluarte frente a tus adversarios,
    para acabar con enemigos y rebeldes.
    4 Al ver tu cielo, hechura de tus dedos,
    la luna y las estrellas que pusiste,
    5 ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
    el hijo de Adán para que de él te cuides?
    6 Apenas inferior a un dios lo hiciste,
    coronándolo de gloria y esplendor;
    7 señor lo hiciste de las obras de tus manos,
    todo lo pusiste bajo sus pies:
    8 ovejas y bueyes, juntos,
    y hasta las bestias del campo,
    9 las aves del cielo, los peces del mar
    que circulan por las sendas de los mares.
    10 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!

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  12. SALMO 8

    Poder del nombre divino
    1 Del maestro de coro. Según la... de Gat. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
    Tú que asientas tu majestad sobre los cielos,
    3 por boca de chiquillos, de niños de pecho,
    cimentas un baluarte frente a tus adversarios,
    para acabar con enemigos y rebeldes.
    4 Al ver tu cielo, hechura de tus dedos,
    la luna y las estrellas que pusiste,
    5 ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
    el hijo de Adán para que de él te cuides?
    6 Apenas inferior a un dios lo hiciste,
    coronándolo de gloria y esplendor;
    7 señor lo hiciste de las obras de tus manos,
    todo lo pusiste bajo sus pies:
    8 ovejas y bueyes, juntos,
    y hasta las bestias del campo,
    9 las aves del cielo, los peces del mar
    que circulan por las sendas de los mares.
    10 ¡Yahvé, Señor nuestro,
    qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!

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  13. SALMO 9-10 va al principio

    Dios humilla a los impíos y salva a los humildes
    1 Del maestro de coro. Para oboes y arpa. Salmo. De David.
    Álef.

    2 Te doy gracias, Yahvé, de todo corazón,
    voy a proclamar todas tus maravillas;
    3 quiero alegrarme y gozar en ti,
    tañer para tu nombre, Altísimo.

    Bet.

    4 Mis enemigos retroceden,
    flaquean, se desvanecen ante ti,
    5 pues defendiste mi causa y mi juicio,
    sentado en tu sede como justo juez.

    Guímel.

    6 Expulsaste a los paganos, destruiste al malvado,
    borraste su nombre para siempre jamás;
    7 se acabó el enemigo, como ruina perpetua,
    asolaste sus ciudades, se apagó su recuerdo.

    He.

    Pero 8 Yahvé se sienta para siempre,
    establece para el juicio su trono;
    9 él juzga al orbe con justicia,
    sentencia a los pueblos con rectitud.

    Vau.

    10 ¡Sea Yahvé baluarte del oprimido,
    baluarte en tiempos de angustia!
    11 Confíen en ti los que conocen tu nombre,
    pues no abandonas a los que te buscan, Yahvé.

    Zain.

    12 Cantad para Yahvé, que habita en Sión,
    publicad entre los pueblos sus hazañas;
    13 pide cuentas del crimen, y se acuerda de ellos,
    no desoye el grito angustiado de los desdichados.

    Jet.

    14 Piedad de mí, Yahvé, mira mi aflicción,
    tú que me recobras de las puertas de la muerte,
    15 para que proclame todas tus proezas
    a las puertas de Sión, gozoso de tu triunfo.

    Tet.

    16 Se hundieron los paganos en la fosa que hicieron,
    en la red que ocultaron quedó su pie prendido.
    17 Yahvé se ha dado a conocer, ha hecho justicia,
    ha enredado al malvado en las obras de sus manos. Sordina.
    Pausa.
    Yod.

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  14. 8 ¡Vuelvan los malvados al Seol,
    todos los paganos que de Dios se olvidan!

    Kaf.

    19 No quedará olvidado el pobre para siempre,
    la esperanza de los desdichados nunca se frustrará.
    20 ¡Levántate, Yahvé, no triunfe el hombre,
    sean juzgados los paganos en tu presencia!
    21 Llénalos, Yahvé, de terror,
    sepan los paganos que sólo son hombres. Pausa.

    Lámed. 10

    1 ¿Por qué, Yahvé, te quedas lejos,
    te escondes en las horas de la angustia?
    2 El orgullo del malvado acosa al desdichado,
    queda preso en la trampa que le ha urdido.

    (Mem).

    3 Sí, de su ambición se jacta el malvado,
    el codicioso que bendice desprecia a Yahvé;

    (Nun).

    4 el malvado dice altanero:
    «¡No hay Dios!», es todo lo que piensa.
    5 En toda ocasión triunfan sus empresas,
    tus decisiones le traen sin cuidado,
    desprecia a todos sus rivales.
    6 Dice para sí: «Jamás vacilaré»;
    como en desgracia no se ve, 7 maldice.

    (Sámek).
    (Pe).

    Su boca rebosa fraude y doblez,
    oculta su lengua maldad y perfidia;
    8 se aposta al acecho entre las cañas,
    y asesina al inocente a escondidas.

    (Ain).

    Todo ojos, espía al desvalido,
    9 acecha escondido como león en su guarida,
    acecha para atrapar al desdichado,
    atrapa al desdichado atrayéndolo a su red.

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  15. (Sade).

    10 Espía, se agazapa, se encoge,
    el desvalido cae en su poder;
    11 dice para sí: «Dios se ha olvidado,
    oculta su rostro, no ha de ver jamás».

    Qof.

    12 ¡Álzate, Yahvé, extiende tu mano!
    ¡Nunca te olvides de los desdichados!
    13 ¿Por qué desprecia el malvado a Dios,
    diciendo para sí: «No vendrás a indagar»?

    Res.

    14 Has visto la pena y la tristeza,
    las miras y las tomas en tu mano:
    el desvalido en ti se abandona,
    tú eres el auxilio del huérfano.

    Sin.

    15 ¡Quiebra el brazo del malvado,
    persigue su impiedad sin dejar rastro!
    16 ¡Yahvé es rey por siempre, por los siglos;
    han sido barridos los paganos de su tierra!

    Tau.

    17 El deseo de los humildes tú escuchas, Yahvé,
    confortas su corazón, les prestas atención,
    18 para hacer justicia al huérfano, al vejado.
    ¡Cese ya en su terror el hombre salido de la tierra!

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  16. (Sade).

    10 Espía, se agazapa, se encoge,
    el desvalido cae en su poder;
    11 dice para sí: «Dios se ha olvidado,
    oculta su rostro, no ha de ver jamás».

    Qof.

    12 ¡Álzate, Yahvé, extiende tu mano!
    ¡Nunca te olvides de los desdichados!
    13 ¿Por qué desprecia el malvado a Dios,
    diciendo para sí: «No vendrás a indagar»?

    Res.

    14 Has visto la pena y la tristeza,
    las miras y las tomas en tu mano:
    el desvalido en ti se abandona,
    tú eres el auxilio del huérfano.

    Sin.

    15 ¡Quiebra el brazo del malvado,
    persigue su impiedad sin dejar rastro!
    16 ¡Yahvé es rey por siempre, por los siglos;
    han sido barridos los paganos de su tierra!

    Tau.

    17 El deseo de los humildes tú escuchas, Yahvé,
    confortas su corazón, les prestas atención,
    18 para hacer justicia al huérfano, al vejado.
    ¡Cese ya en su terror el hombre salido de la tierra!

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  17. (Sade).

    10 Espía, se agazapa, se encoge,
    el desvalido cae en su poder;
    11 dice para sí: «Dios se ha olvidado,
    oculta su rostro, no ha de ver jamás».

    Qof.

    12 ¡Álzate, Yahvé, extiende tu mano!
    ¡Nunca te olvides de los desdichados!
    13 ¿Por qué desprecia el malvado a Dios,
    diciendo para sí: «No vendrás a indagar»?

    Res.

    14 Has visto la pena y la tristeza,
    las miras y las tomas en tu mano:
    el desvalido en ti se abandona,
    tú eres el auxilio del huérfano.

    Sin.

    15 ¡Quiebra el brazo del malvado,
    persigue su impiedad sin dejar rastro!
    16 ¡Yahvé es rey por siempre, por los siglos;
    han sido barridos los paganos de su tierra!

    Tau.

    17 El deseo de los humildes tú escuchas, Yahvé,
    confortas su corazón, les prestas atención,
    18 para hacer justicia al huérfano, al vejado.
    ¡Cese ya en su terror el hombre salido de la tierra!

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  18. (Sade).

    10 Espía, se agazapa, se encoge,
    el desvalido cae en su poder;
    11 dice para sí: «Dios se ha olvidado,
    oculta su rostro, no ha de ver jamás».

    Qof.

    12 ¡Álzate, Yahvé, extiende tu mano!
    ¡Nunca te olvides de los desdichados!
    13 ¿Por qué desprecia el malvado a Dios,
    diciendo para sí: «No vendrás a indagar»?

    Res.

    14 Has visto la pena y la tristeza,
    las miras y las tomas en tu mano:
    el desvalido en ti se abandona,
    tú eres el auxilio del huérfano.

    Sin.

    15 ¡Quiebra el brazo del malvado,
    persigue su impiedad sin dejar rastro!
    16 ¡Yahvé es rey por siempre, por los siglos;
    han sido barridos los paganos de su tierra!

    Tau.

    17 El deseo de los humildes tú escuchas, Yahvé,
    confortas su corazón, les prestas atención,
    18 para hacer justicia al huérfano, al vejado.
    ¡Cese ya en su terror el hombre salido de la tierra!

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  19. (Sade).

    10 Espía, se agazapa, se encoge,
    el desvalido cae en su poder;
    11 dice para sí: «Dios se ha olvidado,
    oculta su rostro, no ha de ver jamás».

    Qof.

    12 ¡Álzate, Yahvé, extiende tu mano!
    ¡Nunca te olvides de los desdichados!
    13 ¿Por qué desprecia el malvado a Dios,
    diciendo para sí: «No vendrás a indagar»?

    Res.

    14 Has visto la pena y la tristeza,
    las miras y las tomas en tu mano:
    el desvalido en ti se abandona,
    tú eres el auxilio del huérfano.

    Sin.

    15 ¡Quiebra el brazo del malvado,
    persigue su impiedad sin dejar rastro!
    16 ¡Yahvé es rey por siempre, por los siglos;
    han sido barridos los paganos de su tierra!

    Tau.

    17 El deseo de los humildes tú escuchas, Yahvé,
    confortas su corazón, les prestas atención,
    18 para hacer justicia al huérfano, al vejado.
    ¡Cese ya en su terror el hombre salido de la tierra!

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  20. (Sade).

    10 Espía, se agazapa, se encoge,
    el desvalido cae en su poder;
    11 dice para sí: «Dios se ha olvidado,
    oculta su rostro, no ha de ver jamás».

    Qof.

    12 ¡Álzate, Yahvé, extiende tu mano!
    ¡Nunca te olvides de los desdichados!
    13 ¿Por qué desprecia el malvado a Dios,
    diciendo para sí: «No vendrás a indagar»?

    Res.

    14 Has visto la pena y la tristeza,
    las miras y las tomas en tu mano:
    el desvalido en ti se abandona,
    tú eres el auxilio del huérfano.

    Sin.

    15 ¡Quiebra el brazo del malvado,
    persigue su impiedad sin dejar rastro!
    16 ¡Yahvé es rey por siempre, por los siglos;
    han sido barridos los paganos de su tierra!

    Tau.

    17 El deseo de los humildes tú escuchas, Yahvé,
    confortas su corazón, les prestas atención,
    18 para hacer justicia al huérfano, al vejado.
    ¡Cese ya en su terror el hombre salido de la tierra!

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  21. (Sade).

    10 Espía, se agazapa, se encoge,
    el desvalido cae en su poder;
    11 dice para sí: «Dios se ha olvidado,
    oculta su rostro, no ha de ver jamás».

    Qof.

    12 ¡Álzate, Yahvé, extiende tu mano!
    ¡Nunca te olvides de los desdichados!
    13 ¿Por qué desprecia el malvado a Dios,
    diciendo para sí: «No vendrás a indagar»?

    Res.

    14 Has visto la pena y la tristeza,
    las miras y las tomas en tu mano:
    el desvalido en ti se abandona,
    tú eres el auxilio del huérfano.

    Sin.

    15 ¡Quiebra el brazo del malvado,
    persigue su impiedad sin dejar rastro!
    16 ¡Yahvé es rey por siempre, por los siglos;
    han sido barridos los paganos de su tierra!

    Tau.

    17 El deseo de los humildes tú escuchas, Yahvé,
    confortas su corazón, les prestas atención,
    18 para hacer justicia al huérfano, al vejado.
    ¡Cese ya en su terror el hombre salido de la tierra!

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  22. (Sade).

    10 Espía, se agazapa, se encoge,
    el desvalido cae en su poder;
    11 dice para sí: «Dios se ha olvidado,
    oculta su rostro, no ha de ver jamás».

    Qof.

    12 ¡Álzate, Yahvé, extiende tu mano!
    ¡Nunca te olvides de los desdichados!
    13 ¿Por qué desprecia el malvado a Dios,
    diciendo para sí: «No vendrás a indagar»?

    Res.

    14 Has visto la pena y la tristeza,
    las miras y las tomas en tu mano:
    el desvalido en ti se abandona,
    tú eres el auxilio del huérfano.

    Sin.

    15 ¡Quiebra el brazo del malvado,
    persigue su impiedad sin dejar rastro!
    16 ¡Yahvé es rey por siempre, por los siglos;
    han sido barridos los paganos de su tierra!

    Tau.

    17 El deseo de los humildes tú escuchas, Yahvé,
    confortas su corazón, les prestas atención,
    18 para hacer justicia al huérfano, al vejado.
    ¡Cese ya en su terror el hombre salido de la tierra!

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  23. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  24. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  25. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  26. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  27. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  28. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  29. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  30. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  31. SALMO 11
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    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
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    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  32. SALMO 11
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    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  33. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  34. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  35. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  36. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  37. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  38. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  39. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  40. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  41. SALMO 11
    (10)
    Confianza del justo
    1 Del maestro de coro. De David.

    En Yahvé me cobijo; ¿cómo, pues, me decís:
    «Huye, pájaro, a tu monte,
    2 que los malvados tensan su arco,
    ajustan a la cuerda su saeta,
    para disparar en la sombra contra los honrados?
    3 Si están en ruinas los cimientos,
    ¿qué puede hacer el justo?».
    4 Yahvé en su santo Templo,
    Yahvé en su trono celeste;
    sus ojos ven el mundo,
    sus pupilas examinan a los hombres.
    5 Yahvé examina al justo y al malvado,
    odia al que ama la violencia.
    6 ¡Lluevan sobre el malvado brasas y azufre,
    y un viento abrasador como porción de su copa!
    7 Pues Yahvé es justo y ama la justicia,
    los rectos contemplarán su rostro.

    SALMO 12
    (11)
    Contra el mundo mentiroso
    1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

    2 ¡Sálvanos, Yahvé, que escasean los fieles,
    que desaparece la lealtad entre los hombres!
    3 Falsedades se dicen entre sí,
    con labios melosos y doblez de corazón.
    4 Acabe Yahvé con los labios melosos,
    con la lengua que profiere bravatas,
    5 los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
    nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?».
    6 Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre,
    me voy a levantar, dice Yahvé,
    a poner a salvo a quien lo ansía.
    7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias,
    plata pura a ras de tierra, siete veces purgada.
    8 Tú, Yahvé, nos guardarás,
    nos librarás de esa gente para siempre;
    9 los malvados que nos rodean se irán,
    colmo de vileza entre los hombres.

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  42. SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

    SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

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  43. SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

    SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

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  44. SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

    SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

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  45. SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

    SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

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  46. SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

    SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

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  47. SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

    SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

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  48. SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

    SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

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  49. SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

    SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

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  50. SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

    SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

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  51. SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

    SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

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  52. SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

    SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

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  53. SALMO 13
    (12)
    Clamor confiado
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¿Hasta cuándo, Yahvé? ¿Me olvidarás para siempre?
    ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
    3 ¿Hasta cuándo andaré angustiado,
    con el corazón en un puño día y noche?
    ¿Hasta cuándo me someterá el enemigo?
    4 ¡Mira, respóndeme, Yahvé Dios mío!
    Da luz a mis ojos, no me duerma en la muerte,
    5 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!»,
    no se alegre mi adversario al verme vacilar.
    6 Pues yo confío en tu amor,
    en tu salvación goza mi corazón.
    ¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
    tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!

    SALMO 14
    (13)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. De David.

    Dice el necio en su interior:
    «¡No existe Dios!»
    Corrompidos están, da asco su conducta,
    no hay quien haga el bien.
    2 Se asoma Yahvé desde los cielos
    hacia los hijos de Adán,
    por ver si hay algún sensato,
    alguien que busque a Dios.
    3 Todos están descarriados,
    todos a una pervertidos.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    4 ¿No aprenderán los malhechores
    que devoran a mi pueblo como pan
    y no invocan a Yahvé?
    5 Allí se han puesto a temblar,
    pues Dios está por el justo:
    6 el designio del pobre os confunde
    porque Yahvé es su refugio.
    7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
    Cuando cambie Yahvé la suerte de su pueblo,
    Jacob exultará, Israel se alegrará.

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  54. SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  55. SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  56. SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  57. SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  58. SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  59. SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  60. SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  61. SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  62. SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  63. SALMO 15 va al principio
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    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  64. SALMO 15 va al principio
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    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

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    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
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  67. SALMO 15 va al principio
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    El huésped de Yahvé
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    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
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    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
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  68. SALMO 15 va al principio
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    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
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  69. SALMO 15 va al principio
    (14)
    El huésped de Yahvé
    1 Salmo. De David.

    Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?,
    ¿quién habitará en tu monte santo?
    2 El de conducta íntegra
    que actúa con rectitud,
    que es sincero cuando piensa
    3 y no calumnia con su lengua;
    que no daña a conocidos
    ni agravia a su vecino;
    4 que mira con desprecio al réprobo
    y honra a los que temen a Yahvé;
    que jura en su perjuicio y no retracta;
    5 que no presta a usura su dinero
    ni acepta soborno contra el inocente.
    Quien obra así jamás vacilará.

    SALMO 16
    (15)
    Yahvé, la parte de mi herencia
    1 A media voz. De David.

    Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
    2 Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
    mi bien, nada hay fuera de ti».
    3 Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
    «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
    4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
    Pero no les haré libaciones de sangre,
    ni mis labios pronunciarán sus nombres.
    5 Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
    tú aseguras mi suerte:
    6 me ha tocado un lote precioso,
    me encanta mi heredad.
    7 Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
    aun de noche me instruye la conciencia;
    8 tengo siempre presente a Yahvé,
    con él a mi derecha no vacilo.
    9 Por eso se me alegra el corazón,
    sienten regocijo mis entrañas,
    todo mi cuerpo descansa tranquilo;
    10 pues no me abandonarás al Seol,
    no dejarás a tu amigo ver la fosa.
    11 Me enseñarás el camino de la vida,
    me hartarás de gozo en tu presencia,
    de dicha perpetua a tu derecha.

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  70. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;
    15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.
    25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;

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  71. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;

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  72. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;

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  73. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;

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  74. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;

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  75. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;

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  76. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;

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  77. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;

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  78. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;

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  79. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;

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  80. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;

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  81. SALMO 18
    (17)
    Te Deum real
    1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico el día en que Yahvé lo libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.2 Dijo:

    Te quiero, Yahvé, mi fortaleza
    (mi salvador, que me salva de la violencia).
    3 Yahvé, mi roca y mi baluarte,
    mi libertador y mi Dios;
    la roca en que me amparo,
    mi escudo y mi fuerza salvadora,
    mi ciudadela y mi refugio.
    4 Invoco a Yahvé, digno de alabanza,
    y me veo libre de mis enemigos.
    5 Las olas de la muerte me envolvían,
    me espantaban los torrentes destructores,
    6 los lazos del Seol me rodeaban,
    me aguardaban los cepos de la muerte.
    7 En mi angustia grité a Yahvé,
    pedí socorro a mi Dios;
    desde su templo escuchó mi voz,
    resonó mi socorro en sus oídos.
    8 La tierra rugió, retembló,
    temblaron las bases de los montes
    (vacilaron bajo su furor).
    9 De su nariz salía una humareda,
    de su boca un fuego abrasador
    (y lanzaba carbones encendidos).
    10 Inclinó los cielos y bajó,
    con espeso nublado a sus pies;
    11 volaba a lomos de un querubín,
    sostenido por las alas del viento.
    12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
    de aguas oscuras y espesos nubarrones;
    13 el brillo de su presencia despedía
    granizo y ascuas de fuego.
    14 Tronó Yahvé en el cielo,
    lanzó el Altísimo su voz;

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  82. 15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.
    25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.

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  83. 15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.
    25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.

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  84. 15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.
    25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.

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  85. 15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.
    25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.

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  86. 15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.
    25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.

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  87. 15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.
    25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.

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  88. 15 disparó sus saetas y los dispersó,
    la cantidad de rayos los desbarató.
    16 El fondo del mar quedó a la vista,
    los cimientos del orbe aparecieron,
    a causa de tu bramido, Yahvé,
    al resollar el aliento de tu nariz.
    17 Lanzó su mano de lo alto y me agarró
    para sacarme de las aguas caudalosas;
    18 me libró de un enemigo poderoso,
    de adversarios más fuertes que yo.
    19 Me aguardaban el día de mi ruina,
    mas Yahvé fue un apoyo para mí;
    20 me sacó a campo abierto,
    me quería y me salvó.
    21 Mi rectitud recompensa Yahvé,
    retribuye la pureza de mis manos,
    22 pues guardé los caminos de Yahvé
    y no me rebelé contra mi Dios.
    23 Pues tengo presentes sus normas,
    sus preceptos no aparto de mi lado;
    24 he sido irreprochable con él,
    y de incurrir en culpa me he guardado.
    25 Yahvé retribuye mi rectitud,
    la pureza de mis manos que él conoce.
    26 Con el leal te muestras leal,
    intachable con el hombre sin tacha;
    27 con el puro eres puro,
    y sagaz con el ladino;
    28 tú que salvas a la gente humilde
    y abates los ojos altaneros.
    29 Tú, Yahvé, eres mi lámpara,
    mi Dios que alumbra mis tinieblas;
    30 con tu ayuda yo fuerzo el cerco,
    con mi Dios asalto la muralla.
    31 Dios es íntegro en su proceder,
    la palabra de Yahvé acrisolada,
    escudo de quienes se acogen a él.
    32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé?
    ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
    33 El Dios que me ciñe de fuerza
    y hace mi conducta irreprochable,
    34 que hace mis pies como de cierva
    y en las alturas me sostiene en pie,
    35 que adiestra mis manos para la lucha
    y mis brazos para tensar el arco.
    36 Tú me das tu escudo victorioso,
    (tu diestra me sostiene),
    multiplicas tus cuidados conmigo,
    37 al andar ensanchas mis pasos,
    mis tobillos no se tuercen.
    38 Persigo a mis enemigos, les doy caza,
    no vuelvo hasta que acabo con ellos;
    39 los machaco, no pueden levantarse,
    sucumben debajo de mis pies.

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  89. 40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  90. 40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  91. 40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  92. 40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  93. 40 Me ciñes de valor para el combate,
    sometes bajo mi pie a mis agresores,
    41 pones en fuga a mis enemigos,
    exterminas a los que me odian.
    42 Piden auxilio y nadie los salva,
    a Yahvé, y no les responde.
    43 Los reduzco como polvo al viento,
    los piso como barro de las calles.
    44 Me libras de los pleitos de mi pueblo,
    me pones al frente de naciones;
    pueblos desconocidos me sirven;
    45 los extranjeros me adulan,
    todo oídos, me obedecen,
    46 los extranjeros se acobardan,
    dejan temblando sus refugios.
    47 ¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca,
    sea ensalzado mi Dios salvador,
    48 el Dios que me concede la venganza
    y abate los pueblos a mis plantas!
    49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas sobre mis agresores,
    me salvas del hombre violento.
    50 Por eso te alabaré entre las naciones,
    en tu honor, Yahvé, cantaré.
    51 Él ennoblece las victorias de su rey
    y muestra su amor a su ungido,
    a David y su linaje para siempre.

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  94. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  95. SALMO 52
    (51)
    Juicio del pérfido
    1 Del maestro de coro. Poema. De David. 2 Cuando el edomita Doeg vino a avisar a Saúl diciéndole: «David ha entrado en casa de Ajimélec».

    3 ¿Por qué te glorías del mal, valiente?
    ¡Dios es fiel todo el día!
    4 Tu lengua, igual que navaja afilada,
    urde crímenes, autor de fraudes.
    5 El mal al bien prefieres,
    la mentira a la justicia; Pausa.
    6 te gusta destruir con la palabra,
    lengua embustera.
    7 Por eso Dios te aplastará,
    te destruirá para siempre,
    te arrancará de tu tienda,
    te extirpará de la tierra de los vivos. Pausa.
    8 Los justos lo verán y temerán,
    se reirán de él así:
    9 «Éste es el hombre que no hizo
    de Dios su refugio;
    confiaba en su inmensa riqueza,
    se jactaba de su crimen».
    10 Pero yo, como olivo frondoso
    en la Casa de Dios,
    en el amor de Dios confío
    para siempre jamás.
    11 Te alabaré eternamente
    por todo lo que has hecho;
    esperaré en ti, porque eres bueno
    con todos los que te aman.

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  96. pero culto no idiota ni mucho menos burro como tu y tus amiguitos que solo piensan en caca, por lo menos lee algo para seas algo en la vida idiota

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  97. SALMO 3

    Clamor matinal del justo perseguido
    1 Salmo. De David. Cuando huía de su hijo Abasalón.

    2 Yahvé, ¡cuántos son mis adversarios,
    cuántos los que se alzan contra mí!
    3 ¡Cuántos los que dicen de mí:
    «que no espere salvación en Dios»! Pausa.
    4 Pero tú, Yahvé, mi escudo protector,
    mi orgullo, el que levanta mi frente.
    5 Invoco a gritos a Yahvé,
    y me responde desde su monte santo. Pausa.
    6 Me acuesto y me duermo,
    me despierto: Yahvé me sostiene.
    7 No temo a esas gentes que a millares
    se apuestan en torno contra mí.
    8 ¡Levántate, Yahvé! ¡Sálvame, Dios mío!
    Tú golpeas el rostro de mi enemigo,
    tú rompes los dientes de los malvados.
    9 En Yahvé está la salvación,
    baje sobre tu pueblo tu bendición. Pausa.

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  98. SALMO 3

    Clamor matinal del justo perseguido
    1 Salmo. De David. Cuando huía de su hijo Abasalón.

    2 Yahvé, ¡cuántos son mis adversarios,
    cuántos los que se alzan contra mí!
    3 ¡Cuántos los que dicen de mí:
    «que no espere salvación en Dios»! Pausa.
    4 Pero tú, Yahvé, mi escudo protector,
    mi orgullo, el que levanta mi frente.
    5 Invoco a gritos a Yahvé,
    y me responde desde su monte santo. Pausa.
    6 Me acuesto y me duermo,
    me despierto: Yahvé me sostiene.
    7 No temo a esas gentes que a millares
    se apuestan en torno contra mí.
    8 ¡Levántate, Yahvé! ¡Sálvame, Dios mío!
    Tú golpeas el rostro de mi enemigo,
    tú rompes los dientes de los malvados.
    9 En Yahvé está la salvación,
    baje sobre tu pueblo tu bendición. Pausa.

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  99. SALMO 3

    Clamor matinal del justo perseguido
    1 Salmo. De David. Cuando huía de su hijo Abasalón.

    2 Yahvé, ¡cuántos son mis adversarios,
    cuántos los que se alzan contra mí!
    3 ¡Cuántos los que dicen de mí:
    «que no espere salvación en Dios»! Pausa.
    4 Pero tú, Yahvé, mi escudo protector,
    mi orgullo, el que levanta mi frente.
    5 Invoco a gritos a Yahvé,
    y me responde desde su monte santo. Pausa.
    6 Me acuesto y me duermo,
    me despierto: Yahvé me sostiene.
    7 No temo a esas gentes que a millares
    se apuestan en torno contra mí.
    8 ¡Levántate, Yahvé! ¡Sálvame, Dios mío!
    Tú golpeas el rostro de mi enemigo,
    tú rompes los dientes de los malvados.
    9 En Yahvé está la salvación,
    baje sobre tu pueblo tu bendición. Pausa.

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  100. SALMO 3

    Clamor matinal del justo perseguido
    1 Salmo. De David. Cuando huía de su hijo Abasalón.

    2 Yahvé, ¡cuántos son mis adversarios,
    cuántos los que se alzan contra mí!
    3 ¡Cuántos los que dicen de mí:
    «que no espere salvación en Dios»! Pausa.
    4 Pero tú, Yahvé, mi escudo protector,
    mi orgullo, el que levanta mi frente.
    5 Invoco a gritos a Yahvé,
    y me responde desde su monte santo. Pausa.
    6 Me acuesto y me duermo,
    me despierto: Yahvé me sostiene.
    7 No temo a esas gentes que a millares
    se apuestan en torno contra mí.
    8 ¡Levántate, Yahvé! ¡Sálvame, Dios mío!
    Tú golpeas el rostro de mi enemigo,
    tú rompes los dientes de los malvados.
    9 En Yahvé está la salvación,
    baje sobre tu pueblo tu bendición. Pausa.

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  101. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  102. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  103. SALMO 4

    Oración vespertina
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

    2 Respóndeme cuando te llamo,
    Dios testigo de mi inocencia;
    tú, que en el apuro me abres salidas,
    tenme piedad y escucha mi oración.
    3 ¿Hasta dónde, hombres, insultaréis a mi gloria,
    amaréis la vanidad y andaréis tras la mentira? Pausa.
    4 Sabed que Yahvé me distingue con su amor,
    Yahvé me escucha cuando le llamo.
    5 Temblad y no pequéis,
    reflexionad en el lecho y callad. Pausa.
    6 Ofreced sacrificios justos y confiad en Yahvé.
    7 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?».
    ¡Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro!
    Yahvé, 8 me has dado más alegría interior
    que cuando ellos abundan en trigo y en mosto.
    9 En paz me acuesto y en seguida me duermo,
    pues tú solo, Yahvé, me haces vivir tranquilo.

    SALMO 5 va al principio

    Oración de la mañana
    1 Del maestro de coro. Para flautas. Salmo. De David.

    2 Escucha mi palabra, Yahvé,
    repara en mi plegaria,
    3 atento a mis gritos de auxilio,
    rey mío y Dios mío.
    ¡A ti te suplico, 4 Yahvé!
    Por la mañana escuchas mi voz,
    por la mañana me preparo para ti
    y quedo a la espera.
    5 No eres un Dios que ame el mal,
    ni es tu huésped el malvado;
    6 no resiste el arrogante tu presencia,
    detestas a todos los malhechores,
    7 acabas con los mentirosos;
    al asesino y al hipócrita
    los aborrece Yahvé.
    8 Pero yo, por lo mucho que nos quieres,
    me atrevo a entrar en tu Casa,
    a postrarme ante tu santo Templo,
    lleno de respeto hacia ti.
    9 Guíame, Yahvé, con tu justicia,
    responde así a mis adversarios,
    allana tu camino a mi paso.
    10 Que no hay firmeza en sus palabras,
    por dentro están llenos de malicia;
    sepulcro abierto es su garganta,
    su lengua habla con halagos.
    11 Trátalos, oh Dios, como culpables,
    haz que fracasen sus planes;
    expúlsalos, que están llenos de crímenes,
    que se han rebelado contra ti.
    12 Se alegrarán los que se acogen a ti,
    gritarán alborozados por siempre;
    tú los protegerás, en ti disfrutarán
    los que aman tu nombre.
    13 Tú bendices al inocente, Yahvé,
    lo rodea como escudo tu favor.

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  104. Imbécil de donde salieron los moabitas y los lobitas acaso Lot no tubo permiso de dios para tirárselas a sus dos hijas después de la destrucción de Sodoma ha……..
    A aquellos que creen saber que dios existe
    A todos aquellos que creen saber que dios existe, no se molesten en intentar demostrarmelo a mi, no ganaran nada, si tienen pruebas racionales de dios (o dioses) pueden ganar un millon de dólares. Si es verdad, un millon de dólares para quien demuestre racionalmente que existe algo paranormal (ni siquiera necesita ser dios, con demostrar a un angel, o un milagro ya esta).
    Este es el desafio de James Randi y por alguna razón, o por falta de ellas, aún nadie ha cobrado el premio. Les paso la dirección http://www.randi.org/research/index.html

    Una vez que alguien haya pasado el desafio de Randi, venga con las pruebas y me convertire a la religión que haya sido demostrada.

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  105. converza con los sabios metalocos, que la caca que tienen solo sirva para esa, y tu eres simplemente un cabro que no cree mas alla, solo en el culo de fuentes, cervantes y capac, jajjaja

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  106. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  107. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  108. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  109. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  110. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  111. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  112. SALMO 19
    (18)
    Yahvé, sol de justicia
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
    el firmamento anuncia la obra de sus manos;
    3 el día al día comunica el mensaje,
    la noche a la noche le pasa la noticia.
    4 Sin hablar y sin palabras,
    y sin voz que pueda oírse,
    5 por toda la tierra resuena su proclama,
    por los confines del orbe sus palabras.
    En lo alto, para el sol, plantó una tienda,
    6 y él, como esposo que sale de su alcoba,
    se recrea, como atleta, corriendo su carrera.
    7 Tiene su salida en un extremo del cielo,
    y su órbita alcanza al otro extremo,
    sin que haya nada que escape a su ardor.
    8 La ley de Yahvé es perfecta,
    hace revivir;
    el dictamen de Yahvé es veraz,
    instruye al ingenuo.
    9 Los preceptos de Yahvé son rectos,
    alegría interior;
    el mandato de Yahvé es límpido,
    ilumina los ojos.
    10 El temor de Yahvé es puro,
    estable por siempre;
    los juicios del Señor veraces,
    justos todos ellos,
    11 apetecibles más que el oro,
    que el oro más fino;
    más dulces que la miel,
    más que el jugo de panales.
    12 Por eso tu siervo se empapa en ellos,
    guardarlos trae gran ganancia;
    13 Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
    De las faltas ocultas límpiame.
    14 Guarda a tu siervo también del orgullo,
    no sea que me domine;
    entonces seré irreprochable,
    libre de delito grave.
    15 Acepta con agrado mis palabras,
    el susurro de mi corazón,
    sin tregua ante ti, Yahvé,
    Roca mía, mi redentor.

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  113. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

    SALMO 21
    (20)
    Liturgia de coronación
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Yahvé, el rey celebra tu fuerza,
    le colma de alegría tu victoria.
    3 Le has concedido el deseo de su corazón,
    no has rechazado el anhelo de sus labios.
    4 Te adelantaste con buenos augurios,
    coronaste su cabeza de oro fino;
    5 vida pidió y se la otorgaste,
    largo curso de días para siempre.
    6 Gran prestigio le da tu victoria,
    lo rodeas de honor y majestad;
    7 lo conviertes en eterna bendición,
    lo llenas de alegría en tu presencia.
    8 Porque el rey confía en Yahvé,
    por gracia del Altísimo no vacilará.
    9 Que tu mano alcance a tus enemigos,
    que tu diestra alcance a los que te odian.
    10 Conviértelos en horno encendido,
    el día que aparezca tu rostro.
    Yahvé los tragará en su cólera,
    el fuego los devorará.
    11 Borrarás de la tierra su fruto,
    su semilla de en medio de los hombres.
    12 Aunque intenten hacerte daño,
    aunque tramen un plan, nada podrán.
    13 Que tú les harás retroceder,
    asestando tu arco contra ellos.
    14 ¡Levántate, Yahvé, lleno de fuerza,
    cantaremos, celebraremos tu poder!

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  114. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

    SALMO 21
    (20)
    Liturgia de coronación
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Yahvé, el rey celebra tu fuerza,
    le colma de alegría tu victoria.
    3 Le has concedido el deseo de su corazón,
    no has rechazado el anhelo de sus labios.
    4 Te adelantaste con buenos augurios,
    coronaste su cabeza de oro fino;
    5 vida pidió y se la otorgaste,
    largo curso de días para siempre.
    6 Gran prestigio le da tu victoria,
    lo rodeas de honor y majestad;
    7 lo conviertes en eterna bendición,
    lo llenas de alegría en tu presencia.
    8 Porque el rey confía en Yahvé,
    por gracia del Altísimo no vacilará.
    9 Que tu mano alcance a tus enemigos,
    que tu diestra alcance a los que te odian.
    10 Conviértelos en horno encendido,
    el día que aparezca tu rostro.
    Yahvé los tragará en su cólera,
    el fuego los devorará.
    11 Borrarás de la tierra su fruto,
    su semilla de en medio de los hombres.
    12 Aunque intenten hacerte daño,
    aunque tramen un plan, nada podrán.
    13 Que tú les harás retroceder,
    asestando tu arco contra ellos.
    14 ¡Levántate, Yahvé, lleno de fuerza,
    cantaremos, celebraremos tu poder!

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  115. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

    SALMO 21
    (20)
    Liturgia de coronación
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Yahvé, el rey celebra tu fuerza,
    le colma de alegría tu victoria.
    3 Le has concedido el deseo de su corazón,
    no has rechazado el anhelo de sus labios.
    4 Te adelantaste con buenos augurios,
    coronaste su cabeza de oro fino;
    5 vida pidió y se la otorgaste,
    largo curso de días para siempre.
    6 Gran prestigio le da tu victoria,
    lo rodeas de honor y majestad;
    7 lo conviertes en eterna bendición,
    lo llenas de alegría en tu presencia.
    8 Porque el rey confía en Yahvé,
    por gracia del Altísimo no vacilará.
    9 Que tu mano alcance a tus enemigos,
    que tu diestra alcance a los que te odian.
    10 Conviértelos en horno encendido,
    el día que aparezca tu rostro.
    Yahvé los tragará en su cólera,
    el fuego los devorará.
    11 Borrarás de la tierra su fruto,
    su semilla de en medio de los hombres.
    12 Aunque intenten hacerte daño,
    aunque tramen un plan, nada podrán.
    13 Que tú les harás retroceder,
    asestando tu arco contra ellos.
    14 ¡Levántate, Yahvé, lleno de fuerza,
    cantaremos, celebraremos tu poder!

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  116. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

    SALMO 21
    (20)
    Liturgia de coronación
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Yahvé, el rey celebra tu fuerza,
    le colma de alegría tu victoria.
    3 Le has concedido el deseo de su corazón,
    no has rechazado el anhelo de sus labios.
    4 Te adelantaste con buenos augurios,
    coronaste su cabeza de oro fino;
    5 vida pidió y se la otorgaste,
    largo curso de días para siempre.
    6 Gran prestigio le da tu victoria,
    lo rodeas de honor y majestad;
    7 lo conviertes en eterna bendición,
    lo llenas de alegría en tu presencia.
    8 Porque el rey confía en Yahvé,
    por gracia del Altísimo no vacilará.
    9 Que tu mano alcance a tus enemigos,
    que tu diestra alcance a los que te odian.
    10 Conviértelos en horno encendido,
    el día que aparezca tu rostro.
    Yahvé los tragará en su cólera,
    el fuego los devorará.
    11 Borrarás de la tierra su fruto,
    su semilla de en medio de los hombres.
    12 Aunque intenten hacerte daño,
    aunque tramen un plan, nada podrán.
    13 Que tú les harás retroceder,
    asestando tu arco contra ellos.
    14 ¡Levántate, Yahvé, lleno de fuerza,
    cantaremos, celebraremos tu poder!

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  117. SALMO 20 va al principio
    (19)
    Oración por el rey
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 ¡Yahvé te responda el día de la angustia,
    protéjate el nombre del Dios de Jacob!
    3 Te envíe socorro desde su santuario,
    sea tu apoyo desde Sión.
    4 Tenga en cuenta todas tus ofrendas,
    encuentre sabroso tu holocausto;
    5 colme todos tus deseos,
    cumpla todos tus proyectos.
    6 ¡Nosotros aclamaremos tu victoria,
    celebraremos alegres el nombre de nuestro Dios!
    ¡Yahvé responderá a todas tus súplicas!
    7 Reconozco ahora que Yahvé
    dará la salvación a su ungido;
    le responderá desde su santo cielo
    con proezas victoriosas de su diestra.
    8 Unos con los carros, otros con los caballos,
    pero nosotros invocamos a Yahvé, nuestro Dios;
    9 ellos se doblegan y caen,
    nosotros seguimos en pie.
    10 ¡Oh Yahvé, salva al rey,
    respóndenos cuando te llamemos!

    SALMO 21
    (20)
    Liturgia de coronación
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Yahvé, el rey celebra tu fuerza,
    le colma de alegría tu victoria.
    3 Le has concedido el deseo de su corazón,
    no has rechazado el anhelo de sus labios.
    4 Te adelantaste con buenos augurios,
    coronaste su cabeza de oro fino;
    5 vida pidió y se la otorgaste,
    largo curso de días para siempre.
    6 Gran prestigio le da tu victoria,
    lo rodeas de honor y majestad;
    7 lo conviertes en eterna bendición,
    lo llenas de alegría en tu presencia.
    8 Porque el rey confía en Yahvé,
    por gracia del Altísimo no vacilará.
    9 Que tu mano alcance a tus enemigos,
    que tu diestra alcance a los que te odian.
    10 Conviértelos en horno encendido,
    el día que aparezca tu rostro.
    Yahvé los tragará en su cólera,
    el fuego los devorará.
    11 Borrarás de la tierra su fruto,
    su semilla de en medio de los hombres.
    12 Aunque intenten hacerte daño,
    aunque tramen un plan, nada podrán.
    13 Que tú les harás retroceder,
    asestando tu arco contra ellos.
    14 ¡Levántate, Yahvé, lleno de fuerza,
    cantaremos, celebraremos tu poder!

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  118. LOS METALOCOS DE INGENIERIA METALURGICA
    ESTOS HIJOS DE PUTA JODEN A QUIENES LOS DESAPRUEBAN COMO NO PUDIERON, ARREGLAR ESTOS ENFERMOS EL CURSO DE DISEÑO EMPEZO LA GUERRA CON EL DOCENTE, LUEGO SIGUE CON CORROSION, TECNOLOGIA NO FERROSA, Y PULVIMETALURGIA; ESTOS HUEVONES COMO CHUCHA SIGUEN EN NUESTRA ESCUELA ESTAS SON LAS PERLITAS QUE HAN HECHO ESTA PAGINA COJUDA LLAMADA METALOCO QUE LO UNICO QUE HACE ES JODER, Y JODER A TODOS YA QUE NADIE NOS QUIEREN DAR PRACTICAS Y MENOS NOS QUIEREN LLEVAR DE VIAJE CURRICULAR O VISITA TECNICAS GRACIAS A ESTOS CONCHA SU MADRE, SI NO VIAJAMOS EL JUEVES A LA SOUTHER, ES MEJOR QUE SE CUIDEN PORQUE YA NOS LLEGASTE AL HUECO MARICONAZOS Y EN LA ESCUELA CON SUS CARAS DE COJUDOS LO COMPONEN NO TE PREOCUPES QUE NOSOTROS TE LA ARREGLAMOS MEJOR CUANDO TE SACARON LA MIERDA POR IMBECIL POR QUERER AGARRARTE UN FLACA SI O NO DIEGO CERVANTES, CHIVO DE MIERDA SOLO AGARRALE EL PAJARO AL CAPAC ALARCON QUE ES CHIMBOMBO O SI NO A TU ROBERT FUENTE TORTEROS.
    LA ULTIMA ENCIMA JODEN A LOS INGs QUE NOS AYUDAN A LOS QUE ESTAMOS POR SALIR Y ESTUDIAMOS, ESTA SI LES VA HA COSTAR CARO AHORA LLAMEN A SU HOMBRE DERLY PARA LOS CUIDEN Y LOS APAPACHE CABROS, RUEGA QUE VIAJEMOS EL JUEVES SI NO MEJOR CAMBIANTE DE ESCUELA
    ASI ES ESTOS HIJOS DE PUTA QUE NO VIENEN A CLASES QUIEREN QUE LES REGALEN LAS NOTAS, Y SI NO LES DAZ SU GUSTO JODEN, MARICONES ESTUDIEN Y DEJEN DE PEDIR FAVORES Y DE ESCRIBIR COJUDES QUE NADIE LES HACE CASO PORQUE SOLO SON UNOS 8 IMBECILES, BURROS, SALUDOS PARA SU PAPI LOZADA. Yyyyyyy HAY QUE PAGAR LOS VOLANTES, A ROBERT NO LE ALCANZO LOS 1800 SOLES DE LOS CACHIMBOS.
    DIEGUITO A SI TE LLEVARA TU VIEJO A TRABAJAR A ANTAMINA, YO PRIMERO TE DESCONOZCO.
    CAPAC ALARCON QUE SENTISTE CUANDO TE AGARRASTE A LA RUTH, POR LO VISTO TE DEJO SIN CEREBRO.
    NUESTRAS JOYAS QUE DESPRESTIGIAN A NUESTRA QUERIDA ESCUELA
    CUI:20061486 < CERVANTES/HURTADO, DIEGO > ESC:INGENIERIA METALURGICA
    ALIAS METALOCO (ENFERMO)YUNTA DE DERLY ZAVALA (DELINCUENTE)Y SU AMOR ROBERT FUENTES RIVAS (COIMERO, METALOCO 2) AAAA Y CAPAC ALARCON (PENDEJO QUE SE COME A LA RUTH, PERO ES COJUDO METALOCO 3)

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  119. ESCRITO POR EL CEVICHE....
    "LA VENGANZA DEL CEVICHE"

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  120. El hombre que construyó el Titánic
    Después de la construcción del Titanic, un reportero le preguntó cuan seguro sería.
    Con un tono irónico él dijo:
    'Ni Dios puede hundirlo'
    El resultado: Yo pienso que usted y todos sabemos lo que le pasó al Titánic
    Marilyn Monroe (Actriz)
    http://www.brooklynmuseum.org/exhibitions/marilyn_monroe/images/marilyn_monroe_sig_335.jpg
    Ella fue visitada por Billy Graham durante una presentación de un show.
    Él dijo que el Espíritu de Dios le había enviado a predicarle a ella.
    Después de oír lo que el Predicador tenía que decir, ella dijo:
    'Yo no necesito a su Jesús.'
    Una semana después, ella se encontró muerta en su apartamento.
    Bon Scott (Cantante)
    http://scrapetv.com/News/News%20Pages/Entertainment/images-2/bon-scott-performing.jpg
    El ex-vocalista de AC/DC. En una de sus canciones de 1979, cantó:
    No me detenga, yo estoy bajando todo el camino, bajando por la carretera al infierno'.
    (highway to hell)
    "Nobody's gonna slow me down
    Like a wheel, gonna spin it
    Nobody's gonna mess me round
    Hey Satan, payed my dues
    Playing in a rocking band
    Hey Momma, look at me
    I'm on my way to the promised land
    I'm on the highway to hell
    (Don't stop me)
    And I'm going down, all the way down
    I'm on the highway to hell"

    El 19 de febrero de 1980, Bon Scott se encontró muerto, ahogado por su propio vómito.
    Campinas (EN 2005)

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  121. En Campañas, Brasil un grupo de amigos, borrachos, fue a recoger una amiga.....
    La madre la acompañó al automóvil y estaba tan angustiada sobre
    la embriaguez de sus amigos y le dijo a la hija , sosteniendo su mano, ya sentada en el automóvil:
    'Mi hija, Vaya Con Dios y permita que Él la Proteja..
    Ella respondió: 'Sólo Si Él (Dios) viaja en el maletero, porque aqui dentro ya está Lleno '
    Horas despues las noticias vinieron que ellos habían estado envueltos en un fatal accidente, todos habían muerto, el automóvil no podría reconocerse, pero sorprendentemente, el maletero estaba intacto.
    La policía dijo que no había ninguna manera de que el maletero podría permanecer intacto.
    Dentro del maletero habia una canasta de huevos, para su sorpresa, ninguno estaba roto.
    Christine Hewitt (Periodista jamaiquina y animadora) dijo:
    La Biblia ( la Palabra de Dios) fue el peor libro escrito en la vida.
    En junio del 2006 ella se encontró quemada imposible de ser reconocida en su carro
    *******************************************
    Muchos de las personas más importantes se han olvidado, que no hay ningún otro nombre al que se dio tanta autoridad como el nombre de Jesús.
    Muchos se han muerto, pero sólo Jesús se murió y subió de nuevo, y él está vivo.
    'Jesús'
    P/D Si fuera un chiste, tu lo habrías enviado a todos. Así que
    vas a tener el valor para enviar esto?.
    Yo he hecho mi parte, Jesús dijo:
    'Si tu te avergüenzas de mí,
    Yo también me avergonzaré de ti ante mi padre.'
    Señor, yo te amo y te necesito, entra en mi corazón, y bendiceme a mi, mi familia, mi casa, y mis amigos, en el nombre de Jesús. Amén.'

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  122. ABAJO LA SARTA DE CORRUPTOS, INEPTOS E INCAPACES QUE SOLO PIENSAN EN APROBAR LOS CURSOS SIN TENER NADA EN EL CEREBRO, ESTAFADOS POR INDIVIDUALISMOS DE INTERES PROPIOS CREADOS SIN INTERESAR LA VERDADERA CAPACIDAD DEL ALUMNADO, Y QUE PARA CIERTO GRUPO DE IGNORANTES ES DE LAS MIL MARAVILLAS LA ENSEÑANZA METALURGICA Y QUE SUS DOCENTES SON EMBLEMA DE FELICIDAD, PERO QUE LASTIMA SOLO ES DE LA FORMACI{ON SERVIL Y RASTRERA DE SOMETIMIENTO.

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que opinas de estos salvajes...?