domingo, 26 de septiembre de 2010

ENCUESTA....

A TODOS NUESTROS LECTORES LES HACEMOS LA SIGUIENTE PREGUNTA:


A CUAL DE ESTOS IMBECILES LE APLICAMOS PRIMERO?


A PETER MAMANI Ó AL CEVICHE???????

LAS VOTACIONES SE CIERRAN EXACTAMENTE EN UNA SEMANA............... Y LES VAMOS A DAR LOS QUE SE MERECEN ESTOS INFELICES........

104 comentarios:

  1. haces bn loko...en tratar de sacar la corrupcion...pero suave con las palabras...cualquiera pensaria..q tas enfermo...pero en erradicar a todos esos, asi como el zea el carcausto el lorenzo te apoyo loko, fuera con esa basura de gente q cree q tiene poder..en realidad nosotros lo tenemos!!!!

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  2. aplicar q?
    q resultados se va a lograr con esto, q medidas hay.
    estamos solos? esto queda aqui noma.. ?tenemos q tener una meta

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  3. esto no es solo de ahora men esto ya va desde hace muchos años y nadie hace nada tu crees q el director silva no lo sabe??? tu crees q todos los profes no lo sabes??? todo el mundo se hace de la vista gorda pero nosotros tenemos q hacer justicia por nuestras propias manos
    desde primero hasta 5 todo es plata y va aumentando la tarifa segun estos conchas q conchudos carajo y pa colmo mandan a sus mamawebos q esos hdp se crees la gran cosa todos pongan nombres sabesmos quienes son vamos compañeros no tengas temor unidos nadie nos podra haacer nada. PANACHO,PINTO,TOPO,IVAN, ETC TODOS ESTOS HIJOS D SU MADRE LAS VAN A PAGAR MEJOR NI VENGAN A LA UNSA SOLO A CREERSE LA GRANCOSA TE CREES RICO AL VENIR Y COBRAR PARA Q PUEDAN APROBAR NO YA VAS A VER

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  4. debemos tratar de grabarlos en plena trafa y mandar a las radios y tv para que vean la realidad en la UNSA especialmente en metalurgica que todos vean y crean que lo que decimos es verdad, que mejor golpe que verlos con verguenza y humillaods publicamente , empezemos lanzando volantes, colocando carteles y por ultimo tomanda la escuela para que al fin escuchen queremos evaluacion a los docentes

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  5. demos un ultimatum, tomemos la universidad..y q renuncien estos csm..o les sacamos la mierda...a ellos y todo lo que es suyo..para que les duela.

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  6. entonces tendrias que empezar con tu viejo Lozada que con él el arreglo se hace en la Boler o no Fuentes tu que le llevaste su regalito y le lavaste el carro junto con panacho y cervantes jjajaja tira de pendejos por lo menos aprendan a sumar que ahora si se les acabo los favores, quiero mi plata de la donacion carajoooooooooooooooooo que hasta ahora no puedo regularizar mi matricula burros y choros

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  7. Para mi que se vayan a joder a otro lado Henry, Pedro y ceviche por incapaces y que el Recxtor si tiene huevos les investigue. Ud dicen de nepotismo de los Mamani, pero tambien que me dicen del apoyo de Vargas para que su esposa Deysi ingrese de docente y que no sabe ni donde esta parada pero si es buena para fregar, por eso estamos tambien jodidos y el proximo en irse que sea carcausto por terco ah no se olveden la renta

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  8. Esos cojudos conformistas ponganse los pantalone y apoyen la causa de limpiar nuestra casa de estas lacras que viven de nuestra plata. Saludos Dr, Pedrito que sin tener ni tres meses de practicas gracias a la divina providencias eres docente pero no jodas largate renuncia antes de que te saquemos a las buenas o a patadas . Que me dicen de Alvares y Collado que apoyan a los tres mosquemonses y que negociaron el Cuchillo pata hacerlo regresar de docente al igual que medina y el loco Daniel Silva

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  9. Aplicale al Pedro desùes a Henry al tio Ceviche dejalo solito ya esta frito. Pero tambien Muñiz que no se pase de pendejo sus asesorias que recibe nos la pasa le tenemos que pagar sus analisis y el se la lleva facil Ah PP Zea no te olvides que parte de tu casa tambien nos cuesta al igual que tu carro
    Saben como es la tesis e Pedro que se a pèrdido es gracias a la escuelita de actualización que existie y el lo unico que hizo fue pegar pedazos de distintas tesis. No se olviden que Urday dejo malogrado microscopia electronica y hasta ahora no lo repara con cunto se beneficio$$ ah ya les voy hacer doler mas

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  10. Me datean que Pedrito anda junto con el pulpo POOL (de materiales ahijado de Chirinos, Urday,Collado y Pipeta; me pregunto no tendran amigos)para que no lo gomeen pero que piense renuncia a Metalurgia o la goma cada semana, lo mismo Henrycito que como su perro esta Pedrito.

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  11. SI SI QUE ES ESO DE QUERER PEGARNOS.... SIGAN EL EJEMPLO DE ESE MARICON QUE DICE NO A LA VIOLENCIA....

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  12. NO SE METAN CON MI PATA DANIEL SILVA CARAJO....

    TANTO ESFUERZO QUE HACE EMBELLECIENDO LA DIRECCION CON ESOS SILLONES DE 2 MIL SOLES CADA UNO (GRACIAS POR LAS DONACIONES)...

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  13. POR FAVOR.... NO ME GRABEN, ES QUE SOY TIMIDO....

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  14. YA DEJENSE DE HUEVADADS.... NO SE METAMN CON MARIO LOZADA......

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  15. PTA QUE TERCOS...NO SON 3 MESES....SON 4 DIAS QUE TIENE DE EXPERIENCIA EL PEDRO....

    LO DEL CUCHILLO, PREGUNTENLE AL LOCO SILVA Y A COLLADO DE LAS LAPTOPS QUE LES REGALO Y LAS PUTAS QUE LES INVITO...

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  16. bueno es esta vida todo se pagaaaaa, ya se sabee quienes fueron los soplonesss "leyeron la ciudad y los perros" Vargas llosa ps sonzonazonnn NOBEL 2010 ... jeeeeeeeeeee huevones y una sola flauita con huevooo mejor ducho con tetitasss.. la venganza es dulcee amarillos de mierda por vuestra cula pa sibira todas las tarifa s y terminaermos en 10 añoss ptm ami queme faltaba soll 220 creditos recien voy ingresarr jajajajaja (derly zavala)

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  17. SALMO 42-43
    (41-42)
    Lamento del levita desterrado
    1 Del maestro de coro. Poema. De los hijos de Coré.

    2 Como anhela la cierva los arroyos,
    así te anhela mi ser, Dios mío.
    3 Mi ser tiene sed de Dios,
    del Dios vivo;
    ¿cuándo podré ir a ver
    el rostro de Dios?
    4 Son mis lágrimas mi pan
    de día y de noche,
    cuando me dicen todo el día:
    «¿Dónde está tu Dios?».
    5 El recuerdo me llena de nostalgia:
    cuando entraba en la Tienda admirable
    y llegaba hasta la Casa de Dios,
    entre gritos de acción de gracias
    y el júbilo de los grupos de romeros.
    6 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, 7 Dios mío!
    Me siento desfallecer,
    por eso te recuerdo,
    desde el Jordán y el Hermón
    a ti, montaña humilde.
    8 Un abismo llama a otro abismo
    en medio del fragor de tus cascadas,
    todas tus olas y tus crestas
    han pasado sobre mí.
    9 De día enviará Yahvé su amor,
    y el canto que me inspire por la noche
    será oración al Dios de mi vida.
    10 Diré a Dios: Roca mía,
    ¿por qué me olvidas?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    11 Me rompen todos los huesos
    los insultos de mis adversarios,
    todo el día repitiéndome:
    ¿Dónde está tu Dios?
    12 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  18. 43

    1 Hazme justicia, oh Dios,
    defiende mi causa
    contra gente sin amor;
    del hombre traidor
    y falso líbrame.
    2 Tú eres el Dios a quien me acojo:
    ¿por qué me has rechazado?,
    ¿por qué he de andar sombrío
    por la opresión del enemigo?
    3 Envía tu luz y tu verdad,
    ellas me escoltarán,
    me llevarán a tu monte santo,
    hasta entrar en tu Morada.
    4 Y llegaré al altar de Dios,
    al Dios de mi alegría.
    Te alabaré gozoso con la cítara,
    oh Dios, Dios mío.
    5 ¿Por qué desfallezco ahora
    y me siento tan azorado?
    Espero en Dios, aún lo alabaré:
    ¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

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  19. SALMO 45 va al principio
    (44)
    Epitalamio real
    1 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

    2 Un bello tema bulle en mi corazón;
    voy a recitar mi poema para un rey:
    mi lengua es pluma de ágil escriba.
    3 Eres la más hermosa de las personas,
    la gracia se derrama por tus labios,
    por eso Dios te bendice para siempre.
    4 Ciñe tu espada al costado, valiente,
    es tu gloria y tu esplendor; 5 marcha, cabalga,
    en pro de la verdad, la piedad y la justicia;
    que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
    6 Agudas son tus flechas, sometes a los pueblos,
    pierden el coraje los enemigos del rey.
    7 Tu trono es eterno, como el de Dios;
    un cetro de equidad es tu cetro real.
    8 Amas la justicia y odias la iniquidad,
    por eso Dios, tu Dios, te ha ungido
    con óleo de fiesta más que a tus compañeros.
    9 A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde salones de marfil arpas te recrean.
    10 Entre tus predilectas hay hijas de reyes,
    la reina a tu derecha, con oro de Ofir.
    11 Escucha, hija, mira, presta oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna,
    12 que prendado está el rey de tu belleza.
    El es tu señor, ¡póstrate ante él!
    13 La ciudad de Tiro llega con presentes,
    la gente más rica busca tu favor.
    14 Aparece, espléndida, la princesa,
    con ropajes recamados en oro;
    15 vestida de brocados la llevan ante el rey.
    La siguen las doncellas, sus amigas,
    16 que avanzan entre risas y alborozo
    al entrar en el palacio real.
    17 En lugar de tus padres, tendrás hijos;
    príncipes los harás sobre todo el país.
    18 ¡Haré que tu nombre se recuerde por generaciones,
    que los pueblos te alaben por los siglos de los siglos!

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  20. SALMO 46
    (45)
    Dios con nosotros
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.

    2 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro en la angustia, siempre a punto.
    3 Por eso no tememos si se altera la tierra,
    si los montes vacilan en el fondo del mar,
    4 aunque sus aguas bramen y se agiten,
    y su ímpetu sacuda las montañas.
    (¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob!) Pausa.
    5 ¡Un río!
    Sus brazos recrean la ciudad de Dios,
    santifican la morada del Altísimo.
    6 Dios está en medio de ella, no vacila,
    Dios la socorre al despuntar el alba.
    7 Braman las naciones, tiemblan los reinos,
    lanza él su voz, la tierra se deshace.
    8 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.
    9 Venid a ver los prodigios de Yahvé,
    que llena la tierra de estupor.
    10 Detiene las guerras por todo el orbe;
    quiebra el arco, rompe la lanza,
    prende fuego a los escudos.
    11 «Basta ya, sabed que soy Dios,
    excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso».
    12 ¡Con nosotros Yahvé Sebaot,
    nuestro baluarte el Dios de Jacob! Pausa.

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  21. SALMO 47
    (46)
    Yahvé, rey de Israel y del mundo
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Pueblos todos, tocad palmas,
    aclamad a Dios con gritos de alegría!
    3 Porque Yahvé, el Altísimo, es terrible,
    el Gran Rey de toda la tierra.
    4 Somete pueblos a nuestro yugo,
    naciones pone a nuestros pies;
    5 él nos elige nuestra heredad,
    orgullo de Jacob, su amado. Pausa.
    6 Sube Dios entre aclamaciones,
    Yahvé a toque de trompeta:
    7 ¡tocad para nuestro Dios, tocad,
    tocad para nuestro Rey, tocad!
    8 Es rey de toda la tierra:
    ¡tocad para Dios con destreza!
    9 Reina Dios sobre todas las naciones,
    Dios, sentado en su trono sagrado.
    10 Príncipes paganos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahán.
    De Dios son los gobernantes de la tierra,
    de él, inmensamente excelso.

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  22. SALMO 48
    (47)
    Sión, monte de Dios
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré.

    2 ¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza!
    En la ciudad de nuestro Dios
    está su monte santo,
    3 hermosa colina,
    alegría de toda la tierra.
    El monte Sión, confín del Norte,
    la ciudad del Gran Rey:
    4 Dios, desde sus palacios,
    se revela como baluarte.
    5 De pronto los reyes se alían,
    irrumpen todos a una;
    6 apenas lo ven, estupefactos,
    aterrados, huyen en tropel.
    7 Allí un temblor los invadió,
    espasmos como de parturienta,
    8 como el viento del este que destroza
    los navíos de Tarsis.
    9 Lo que habíamos oído lo hemos visto
    en la ciudad de Yahvé Sebaot,
    en la ciudad misma de nuestro Dios,
    que Dios afirmó para siempre. Pausa.
    10 Tu amor, oh Dios, evocamos
    en medio de tu templo;
    11 como tu fama, oh Dios, tu alabanza
    alcanza los confines de la tierra.
    Tu diestra rebosa justicia,
    12 el monte Sión se regocija,
    exultan las ciudades de Judá
    a causa de tus juicios.
    13 Dad vueltas en torno a Sión,
    contad sus torres;
    14 prestad atención a sus murallas,
    visitad sus palacios;
    para decir a la próxima generación:
    15 Este es Dios,
    nuestro Dios por los siglos,
    nuestro guía para siempre.

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  23. SALMO 49
    (48)
    Vanidad de las riquezas
    1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Oíd esto, pueblos todos,
    escuchad, habitantes del mundo,
    3 lo mismo plebeyos que notables,
    ricos y pobres a la vez!
    4 Mi boca va a hablar sabiduría,
    mi corazón meditará cordura;
    5 prestaré oído al proverbio,
    expondré mi enigma con la cítara.
    6 ¿Por qué he de temer los malos tiempos,
    cuando me cercan maliciosos los que me hostigan,
    7 los que ponen su confianza en su fortuna
    y se glorían de su enorme riqueza?
    8 No puede un hombre redimirse
    ni pagar a Dios por su rescate,
    9 (es muy caro el precio de su vida,
    y nunca tendrá suficiente)
    10 para vivir eternamente
    sin tener que ver la fosa.
    11 Puede ver, sin duda, morir a los sabios,
    lo mismo que perecen necios y estúpidos,
    y acabar dejando a otros sus riquezas.
    12 Sus tumbas son sus casas eternas,
    sus moradas de edad en edad,
    ¡y habían dado su nombre a países!
    13 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.
    14 Así andan ellos, seguros de sí mismos,
    y llegan al final, contentos de su suerte. Pausa.
    15 Como ovejas son llevados al Seol,
    los pastorea la Muerte,
    van derechos a la tumba.
    Su imagen se desvanece,
    el Seol es su mansión.
    16 Pero Dios rescatará mi vida,
    me cobrará de las garras del Seol. Pausa.
    17 No temas si alguien se enriquece,
    cuando crece el boato de su casa.
    18 Que, al morir, nada ha de llevarse,
    no bajará su boato con él.
    19 Aunque en vida se daba parabienes
    (¡te alaban cuando todo te va bien!),
    20 irá a unirse a sus antepasados,
    que no volverán a ver la luz.
    21 El hombre opulento no entiende,
    a las bestias mudas se parece.

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  24. SALMO 50 va al principio
    (49)
    El culto espiritual
    1 Salmo. De Asaf.

    Habla Yahvé, Dios de los dioses:
    convoca a la tierra de oriente a occidente.
    2 Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece;
    3 viene nuestro Dios y no callará.
    Lo precede un fuego voraz,
    lo rodea violenta tempestad;
    4 convoca desde lo alto a los cielos,
    y a la tierra para juzgar a su pueblo.
    5 «Reunid ante mí a mis adeptos,
    que sellaron mi alianza con sacrificios».
    6 (Los cielos proclaman su justicia,
    pues Dios mismo viene como juez). Pausa.
    7 «Escucha, pueblo mío, voy a hablar,
    Israel, testifico contra ti,
    yo, Dios, tu Dios.
    8 No te acuso por tus sacrificios,
    ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
    9 No tomaré novillos de tu casa,
    ni machos cabríos de tus apriscos,
    10 pues son mías las fieras salvajes,
    las bestias en los montes a millares;
    11 conozco las aves de los cielos,
    mías son las alimañas del campo.
    12 Si hambre tuviera, no te lo diría,
    porque mío es el orbe y cuanto encierra.
    13 ¿Acaso como carne de toros
    o bebo sangre de machos cabríos?
    14 Sacrifica a Dios dándole gracias,
    cumple todos tus votos al Altísimo:
    15 invócame en el día de la angustia,
    te libraré y tú me darás gloria.
    16 Pero al malvado Dios le dice:
    «¿A qué viene recitar mis preceptos
    y ponerte a hablar de mi alianza,
    17 tú que detestas la doctrina
    y a tus espaldas echas mis palabras?
    18 Si ves a un ladrón vas con él,
    compartes tu suerte con adúlteros;
    19 abres tu boca con malicia,
    tu lengua trama engaños.
    20 Te sientas a hablar contra tu hermano,
    deshonras al hijo de tu madre.
    21 Haces esto, ¿y he de callarme?
    ¿Piensas que soy como tú?
    Yo te acuso y te lo echo en cara.
    22 Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
    no sea que os destroce y no haya quien os salve.
    23 Me honra quien sacrifica dándome gracias,
    al que es recto le haré ver la salvación de Dios».

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  25. SALMO 51
    (50)
    Miserere
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó después de haberse unido aquél a Betsabé.

    3 Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
    por tu inmensa ternura borra mi delito,
    4 lávame a fondo de mi culpa,
    purifícame de mi pecado.
    5 Pues yo reconozco mi delito,
    mi pecado está siempre ante mí;
    6 contra ti, contra ti solo pequé,
    lo malo a tus ojos cometí.
    Por que seas justo cuando hablas
    e irreprochable cuando juzgas.
    7 Mira que nací culpable,
    pecador me concibió mi madre.
    8 Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
    en mi interior me inculcas sabiduría.
    9 Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
    lávame hasta blanquear más que la nieve.
    10 Devuélveme el son del gozo y la alegría,
    se alegren los huesos que tú machacaste.
    11 Aparta tu vista de mis yerros
    y borra todas mis culpas.
    12 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
    renueva en mi interior un espíritu firme;
    13 no me rechaces lejos de tu rostro,
    no retires de mí tu santo espíritu.
    14 Devuélveme el gozo de tu salvación,
    afiánzame con espíritu generoso;
    15 enseñaré a los rebeldes tus caminos
    y los pecadores volverán a ti.
    16 Líbrame de la sangre, oh Dios,
    Dios salvador mío,
    y aclamará mi lengua tu justicia;
    17 abre, Señor, mis labios,
    y publicará mi boca tu alabanza.
    18 Pues no te complaces en sacrificios,
    si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.
    19 Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
    un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
    20 ¡Sé benévolo y favorece a Sión,
    reconstruye los muros de Jerusalén!
    21 Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
    -holocausto y oblación entera-
    entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

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  26. SALMO 52
    (51)
    Juicio del pérfido
    1 Del maestro de coro. Poema. De David. 2 Cuando el edomita Doeg vino a avisar a Saúl diciéndole: «David ha entrado en casa de Ajimélec».

    3 ¿Por qué te glorías del mal, valiente?
    ¡Dios es fiel todo el día!
    4 Tu lengua, igual que navaja afilada,
    urde crímenes, autor de fraudes.
    5 El mal al bien prefieres,
    la mentira a la justicia; Pausa.
    6 te gusta destruir con la palabra,
    lengua embustera.
    7 Por eso Dios te aplastará,
    te destruirá para siempre,
    te arrancará de tu tienda,
    te extirpará de la tierra de los vivos. Pausa.
    8 Los justos lo verán y temerán,
    se reirán de él así:
    9 «Éste es el hombre que no hizo
    de Dios su refugio;
    confiaba en su inmensa riqueza,
    se jactaba de su crimen».
    10 Pero yo, como olivo frondoso
    en la Casa de Dios,
    en el amor de Dios confío
    para siempre jamás.
    11 Te alabaré eternamente
    por todo lo que has hecho;
    esperaré en ti, porque eres bueno
    con todos los que te aman.

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  27. SALMO 53
    (52)
    El hombre sin Dios
    1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema. De David.

    2 Dice el necio en su interior:
    «No hay Dios».
    Están corrompidos, pervertidos,
    no hay quien haga el bien.
    3 Se asoma Dios desde el cielo
    y observa a los seres humanos,
    por ver si hay uno sensato,
    alguien que busque a Dios.
    4 Todos están descarriados,
    pervertidos en masa.
    No hay quien haga el bien,
    ni uno siquiera.
    5 ¿Nunca aprenderán los malhechores
    que comen a mi pueblo como pan
    y no invocan a Dios?
    6 Allí se pusieron a temblar
    sin razón para temblar.
    Pues Dios dispersa los huesos del sitiador,
    son ultrajados porque Dios los rechaza.
    7 ¡Quién trajera de Sión la salvación a Israel!
    ¡Cuando cambie Dios la suerte de su pueblo,
    exultará Jacob, se alegrará Israel!

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  28. SALMO 54
    (53)
    Clamor al Dios justiciero
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Poema. De David. 2 Cuando los zifitas vinieron a decir a Saúl: «¿No está escondido David entre nosotros?».

    3 ¡Sálvame, oh Dios, por tu nombre,
    hazme justicia con tu poder;
    4 escucha, oh Dios, mi oración,
    atiende a las palabras de mi boca!
    5 Contra mí han surgido arrogantes,
    rabiosos buscan mi muerte,
    sin tener presente a Dios. Pausa.
    6 Pero Dios viene en mi auxilio,
    el Señor defiende mi vida.
    7 ¡Recaiga el mal sobre los que me acechan,
    destrúyelos, Yahvé, por tu fidelidad!
    8 Te ofreceré de corazón sacrificios,
    te daré gracias por tu bondad,
    9 porque de toda angustia me has librado
    y mi vista se recreó en mis enemigos.

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  29. SALMO 55 va al principio
    (54)
    Oración del calumniado
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Poema. De David.

    2 Escucha, oh Dios, mi oración,
    no te retraigas a mi súplica,
    3 hazme caso, respóndeme,
    me trastorna la ansiedad.
    Gimo 4 ante la voz del enemigo,
    bajo el abucheo del malvado;
    vierten falsedades sobre mí,
    me hostigan con saña.
    5 Dentro se agita mi corazón,
    me asaltan pavores de muerte;
    6 miedo y temblor me invaden,
    un escalofrío me atenaza.
    7 Y digo: ¡Ojalá tuviera alas
    como paloma para volar y reposar!
    8 Huiría entonces lejos,
    la estepa sería mi morada. Pausa.
    9 Pronto encontraría refugio
    contra el viento de la calumnia,
    y el huracán 10 que devora, Señor,
    y el flujo de sus lenguas.
    Soy testigo de violencia
    y altercado en la ciudad;
    11 rondan de día y de noche
    en torno a sus murallas.
    Falsedad y mentira hay dentro,
    12 insidias dentro de ella,
    nunca se ausentan de sus calles
    la tiranía y el engaño.
    13 Si fuera un enemigo el que me ultraja,
    podría soportarlo;
    si el que me odia se alzara contra mí,
    de él me escondería.
    14 ¡Pero tú, un hombre de mi rango,
    amigo y compañero,
    15 con quien me unía dulce intimidad
    en la Casa de Dios!
    ¡Desaparezcan en tumulto,
    16 caiga sobre ellos la muerte,
    bajen vivos al Seol,
    que entre ellos habita el mal!
    17 Pero yo invoco a Dios
    y Yahvé me salva.
    18 A la tarde, a la mañana, al mediodía
    me quejo y gimo, y oye mi clamor.
    19 Intacta rescata mi vida
    de la guerra que me han declarado,
    del pleito que tienen conmigo. Pausa.
    20 Que Dios me escuche y los humille,
    él, que reina desde siempre,
    pues no tienen enmienda
    ni temen a Dios.
    21 Levantan la mano contra su aliado,
    violan su alianza;
    22 más blanda que manteca es su boca,
    pero traman la guerra;
    sus palabras, más suaves que el aceite,
    son espadas desnudas.
    23 Confía a Yahvé tu peso,
    él te sustentará;
    no dejará que para siempre
    sucumba el justo.
    24 Y tú, oh Dios, hundirás
    en lo más profundo de la fosa
    a esos sanguinarios y traidores
    sin llegar a la mitad de su vida.
    Mas yo confío en ti.

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  30. SALMO 56
    (55)
    El fiel no sucumbirá
    1 Del maestro de coro. Según: «La opresión de los príncipes lejanos». De David. A media voz. Cuando los filisteos se apoderaron de él en Gat.

    2 Misericordia, oh Dios, que me pisan,
    me atacan y me oprimen todo el día.
    3 Todo el día me pisan mis enemigos,
    son muchos los que me atacan desde la altura.
    4 El día en que temo, en ti confío.
    5 En Dios, cuya palabra alabo,
    en Dios confío y ya no temo,
    ¿qué puede hacerme un mortal?
    6 Todo el día retuercen mis palabras,
    sólo planean daño contra mí;
    7 se conjuran, se ocultan, siguen mis pasos,
    tratando de acabar con mi vida.
    8 ¿Escaparán después de tanta iniquidad?
    ¡Abate, oh Dios, a los pueblos con tu cólera!
    9 Tú llevas la cuenta de mi vida errante,
    ¡recoge mis lágrimas en tu odre!
    10 Entonces retrocederán mis enemigos
    el día en que te invoque.
    Yo sé que Dios está por mí.
    11 En Dios, cuya palabra alabo,
    en Yahvé, cuya palabra alabo,
    12 en Dios confío y ya no temo,
    ¿qué puede hacerme un mortal?
    13 Cumpliré, oh Dios, los votos que te hice,
    sacrificios te ofreceré de acción de gracias,
    14 pues rescataste mi vida de la muerte,
    para que marche en la presencia de Dios
    iluminado por la luz de la vida.

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  31. SALMO 57
    (56)
    En medio de los «leones»
    1 Del maestro de coro. «No destruyas». De David. A media voz. Cuando, huyendo de Saúl, se escondió en la cueva.

    2 Misericordia, oh Dios, misericordia,
    que busco refugio en ti,
    me cobijo a la sombra de tus alas
    esperando que pase el infortunio.
    3 Invoco al Dios Altísimo,
    al Dios que tanto hace por mí.
    4 Mande desde el cielo a salvarme,
    confunda al que me acosa,
    envíe Dios su amor y su verdad. Pausa.
    5 Me encuentro tendido entre leones
    que devoran seres humanos;
    sus dientes son lanzas y saetas,
    su lengua, espada acerada.
    6 ¡Alzate, oh Dios, sobre el cielo,
    sobre toda la tierra, tu gloria!
    7 Tendieron una red a mis pasos,
    mi cuello se doblegaba;
    una fosa cavaron ante mí,
    ¡cayeron ellos dentro! Pausa.
    8 A punto está mi corazón, oh Dios,
    mi corazón está a punto;
    voy a cantar, a tañer,
    9 ¡gloria mía, despierta!,
    ¡despertad, arpa y cítara!,
    ¡a la aurora despertaré!
    10 Te alabaré entre los pueblos, Señor,
    te cantaré entre las naciones;
    11 pues tu amor llega hasta el cielo,
    tu fidelidad hasta las nubes.
    12 ¡Alzate, oh Dios, sobre el cielo,
    sobre toda la tierra, tu gloria!

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  32. SALMO 58
    (57)
    El juez de los jueces de la tierra
    1 Del maestro de coro. «No destruyas». De David. A media voz.

    2 ¿De verdad, dioses, pronunciáis justicia,
    juzgáis a los hombres conforme a derecho?
    3 No, que cometéis a conciencia injusticias,
    vuestras manos sopesan violencia en la tierra.
    4 Pervertidos están desde el seno los malvados,
    extraviados desde el vientre los hipócritas;
    5 tienen veneno como veneno de serpiente,
    como el de un áspid sordo que se tapa el oído,
    6 que no oye la voz del encantador,
    del mago experto en encantamientos.
    7 Rómpeles, oh Dios, los dientes en la boca,
    quiébrales, Yahvé, las muelas a los leones.
    8 ¡Que se evaporen como agua que pasa,
    que se pudran como hierba que se pisa,
    9 como limaco que se deshace al andar,
    como aborto que no contempla el sol!
    10 ¡Antes de que echen espinas, como la zarza,
    verde o quemada, los arrebate el torbellino!
    11 El honrado se alegrará viendo la venganza,
    lavará sus pies en la sangre del malvado;
    12 dirá la gente: «El honrado cosecha su fruto;
    sí, hay un Dios que juzga en la tierra».

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  33. SALMO 59
    (58)
    Contra los impíos
    1 Del maestro de coro. «No destruyas». De David. A media voz. Cuando Saúl mandó vigilar su casa con el fin de matarle.

    2 ¡Líbrame de mis enemigos, Dios mío,
    protégeme de mis agresores,
    3 líbrame de los malhechores,
    sálvame de los sanguinarios!
    4 Mira que acechan mi vida,
    poderosos se conjuran contra mí;
    sin pecar ni rebelarme, Yahvé,
    5 sin culpa en mí, corren y se aprestan.
    Despiértate, ven a mi encuentro y mira,
    6 tú, Yahvé, Dios Sebaot, Dios de Israel,
    álzate a castigar a los paganos,
    no te apiades de esos pérfidos traidores. Pausa.
    7 Regresan a la tarde,
    aúllan como perros,
    rondan por la ciudad.
    8 Míralos desbarrar a boca llena,
    son sus labios como espadas:
    «¿Hay alguien que nos oiga?«
    9 Mas tú, Yahvé, te ríes de ellos,
    tú te mofas de todos los paganos.
    10 ¡Por ti velo, fuerza mía,
    pues es Dios mi ciudadela!
    11 Mi Dios fiel saldrá a mi encuentro,
    me hará ver el fracaso de mis enemigos.
    12 ¡No los mates, que mi pueblo no lo olvide,
    dispérsalos y humíllalos con tu poder,
    Señor, escudo nuestro!
    13 Su boca y sus labios profieren engaño,
    ¡queden presos, pues, en su insolencia,
    por la blasfemia, por la mentira que vocean!
    14 ¡Suprímelos con tu furor,
    suprímelos, que dejen de existir!
    Y se sepa que Dios domina en Jacob,
    hasta los confines de la tierra. Pausa.
    15 Regresan a la tarde,
    aúllan como perros,
    rondan por la ciudad.
    16 Ahí andan, buscando comida,
    gruñendo hasta que no están hartos.
    17 Yo, en cambio, cantaré tu fuerza,
    aclamaré tu lealtad por la mañana;
    pues has sido un baluarte para mí,
    un refugio el día de la angustia.
    18 Fuerza mía, para ti tañeré,
    pues es Dios mi ciudadela,
    mi Dios fiel.

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  34. SALMO 60 va al principio
    (59)
    Súplica nacional después de la derrota
    1 Del maestro de coro. Según «El lirio del testimonio». A media voz. De David. Para enseñar. 2 Cuando luchó contra Aram de Naharáin y Aram de Sobá, y Joab, de vuelta, derrotó a Edom en el valle de la Sal: doce mil hombres.

    3 Oh Dios, nos has rechazado y desbaratado,
    estabas irritado, ¡vuélvete a nosotros!
    4 Has sacudido la tierra, la has hendido;
    repara sus grietas, pues se desmorona.
    5 Sometiste a tu pueblo a duras pruebas,
    nos diste a beber vino de vértigo.
    6 A tus adeptos les diste una señal
    para que pudiesen escapar del arco. Pausa.
    7 Para que escapen libres tus favoritos,
    ¡con tu diestra salvadora respóndenos!
    8 Dios ha hablado en su santuario:
    «Repartiré victorioso Siquén,
    parcelaré el valle de Sucot.
    9 Míos son Galaad y Manasés,
    Efraín, yelmo de mi cabeza,
    Judá, mi bastón de mando,
    10 Moab, la jofaina en que me lavo;
    sobre Edom tiro mi sandalia.
    ¡Celebra, Filistea, tu victoria sobre mí!»
    11 ¿Quién me guiará a la plaza fuerte,
    quién me conducirá hasta Edom?
    12 ¿No eres tú, oh Dios, quien nos rechaza,
    y no sales al frente de nuestras tropas?
    13 Ofrécenos ayuda contra el adversario,
    que es vano el socorro del hombre.
    14 ¡Con Dios haremos proezas,
    él machacará a nuestro adversario!

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  35. SALMO 61
    (60)
    Oración de un desterrado
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. De David.

    2 ¡Escucha, oh Dios, mi clamor,
    atiende a mi plegaria!
    3 Te grito desde el confín de la tierra,
    con el corazón desmayado.
    Condúceme a la roca inaccesible,
    4 que tú eres mi refugio,
    bastión frente al enemigo.
    5 ¡Hospédame siempre en tu tienda,
    acogido al amparo de tus alas!
    6 Pues tú, oh Dios, escuchas mis votos:
    me otorgas la heredad de tus adeptos.
    7 Añade días a los días del rey,
    que sus años se prolonguen por generaciones.
    8 ¡Reine por siempre en presencia de Dios!
    ¡La lealtad y la fidelidad lo guarden!
    9 Tañeré a tu nombre para siempre,
    cumpliré mis votos día a día.

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  36. SALMO 62
    (61)
    Dios, la única esperanza
    1 Del maestro de coro... Yedutún. Salmo. De David.

    2 Sólo en Dios encuentro descanso,
    de él viene mi salvación;
    3 sólo él mi roca, mi salvación,
    mi baluarte; no vacilaré.
    4 ¿Hasta cuándo atacaréis a un solo hombre,
    lo abatiréis, vosotros todos,
    como a una muralla que cede,
    como a una pared que se desploma?
    5 Sólo proyectan doblez,
    les seduce la mentira,
    con la boca bendicen
    y por dentro maldicen. Pausa.
    6 Sólo en Dios descansaré,
    de él viene mi esperanza,
    7 sólo él mi roca, mi salvación,
    mi baluarte; no vacilaré.
    8 En Dios está mi salvación y mi honor,
    Dios es mi roca firme y mi refugio.
    9 Confiad siempre en él, pueblo suyo;
    presentad ante él vuestros anhelos.
    ¡Dios es nuestro refugio! Pausa.
    10 Un soplo son los plebeyos,
    los notables, pura mentira;
    puestos juntos en una balanza
    pesarían menos que un soplo.
    11 No confiéis en la opresión,
    no os atraiga la rapiña;
    a las riquezas, si aumentan,
    no apeguéis el corazón.
    12 Dios ha hablado una vez,
    dos veces, lo he oído:
    que de Dios es el poder,
    13 tuyo, Señor, el amor;
    que tú pagas al hombre
    conforme a sus obras.

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  37. SALMO 63
    (62)
    Sed de Dios
    1 Salmo. De David. Cuando estaba en el desierto de Judá.

    2 Dios, tú mi Dios, yo te busco,
    mi ser tiene sed de ti,
    por ti languidece mi cuerpo,
    como erial agotado, sin agua.
    3 Así como te veía en el santuario,
    contemplando tu fuerza y tu gloria,
    4 -pues tu amor es mejor que la vida,
    por eso mis labios te alaban-,
    5 así quiero bendecirte en mi vida,
    levantar mis manos en tu nombre;
    6 me saciaré como de grasa y médula,
    mis labios te alabarán jubilosos.
    7 Si acostado me vienes a la mente,
    quedo en vela meditando en ti,
    8 porque tú me sirves de auxilio
    y exulto a la sombra de tus alas;
    9 mi ser se aprieta contra ti,
    tu diestra me sostiene.
    10 Mas los que tratan de acabar conmigo,
    ¡caigan en las honduras de la tierra!
    11 ¡Sean pasados a filo de espada,
    sirvan de presa a los chacales!
    12 Pero el rey en Dios se alegrará,
    el que jura por él se felicitará,
    cuando cierren la boca a los mentirosos.

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  38. SALMO 64
    (63)
    Castigo de los calumniadores
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David.

    2 Escucha, oh Dios, la voz de mi gemido,
    guarda mi vida del terror del enemigo;
    3 ponme a salvo del plan de los malvados,
    de los malhechores que se movilizan,
    4 que afilan su lengua como espada,
    asestan su flecha, palabra envenenada,
    5 y disparan ocultos contra el íntegro,
    disparan de improviso y nada temen.
    6 Se animan entre sí para el delito,
    calculando cómo tender trampas,
    se dicen: «¿Quién lo observará
    7 y escrutará nuestros secretos?».
    Los escruta el mismo que escruta
    al hombre por dentro, la mente oculta.
    8 Dios ha disparado una saeta,
    repentinas han sido sus heridas;
    9 los abate por causa de su lengua,
    quienes los ven menean la cabeza.
    10 Todos se llenan de temor,
    anuncian la obra de Dios
    y meditan sobre su acción.
    11 El honrado se alegrará por Yahvé
    y en él buscará cobijo;
    se felicitarán los hombres rectos.

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  39. SALMO 65 va al principio
    (64)
    Himno de acción de gracias
    1 Del maestro de coro. Salmo. De David. Cántico.

    2 Tú mereces la alabanza,
    oh Dios, en Sión.
    A ti el voto se te cumple,
    3 tú que escuchas la oración.
    A ti acuden los mortales
    4 con sus malas acciones;
    nos abruman nuestras culpas,
    pero tú las perdonas.
    5 Dichoso el que eliges e invitas
    a habitar dentro de tus atrios.
    ¡Que nos hartemos de los bienes de tu Casa,
    de las ofrendas santas de tu Templo!
    6 Nos respondes con prodigios favorables,
    Dios Salvador nuestro,
    esperanza de los confines de la tierra
    y de las islas lejanas:
    7 Tú afirmas los montes con tu fuerza,
    ceñido de potencia;
    8 tú acallas el estruendo de los mares,
    el estruendo de sus olas
    (y el tumulto de los pueblos).
    9 Los que habitan los confines lejanos
    se estremecen al ver tus signos;
    a las puertas del alba y del ocaso
    las haces gritar de júbilo.
    10 Te ocupas de la tierra y la riegas,
    la colmas de riquezas.
    El arroyo de Dios va lleno de agua,
    tú preparas sus trigales.
    Así la preparas:
    11 riegas sus surcos, allanas sus glebas,
    las mulles con lluvia, bendices sus brotes.
    12 Coronas el año con tus bienes,
    de tus rodadas brota la abundancia;
    13 destilan los pastos del páramo,
    las colinas se adornan de alegría;
    14 las praderas se visten de rebaños
    y los valles se cubren de trigales
    entre gritos de júbilo y canciones.

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  40. SALMO 66
    (65)
    Acción de gracias pública
    1 Del maestro de coro. Cántico. Salmo.

    Aclama a Dios, tierra entera,
    2 cantad a su nombre glorioso,
    dadle honor con alabanzas,
    3 decid a Dios: ¡Qué admirables tus obras!
    Por tu inmenso poder te adulan tus enemigos;
    4 la tierra entera se postra ante ti
    y canta para ti, canta en tu honor. Pausa.
    5 Venid y ved las obras de Dios,
    sus hazañas en favor del hombre:
    6 convirtió el mar en tierra firme
    y cruzaron el río a pie.
    ¡Alegrémonos en él por aquello!
    7 Con su poder domina por siempre,
    sus ojos vigilan a las naciones,
    para que no se amotinen los rebeldes. Pausa.
    8 Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
    haced que se oiga su alabanza;
    9 él nos devuelve a la vida,
    no deja que vacilen nuestros pies.
    10 Tú nos probaste, oh Dios,
    nos purgaste igual que a la plata;
    11 tú nos condujiste a la trampa,
    pusiste una correa a nuestros lomos,
    12 cabalgadura de hombres nos hiciste;
    pasamos por el fuego y el agua,
    pero luego nos sacaste a la abundancia.
    13 Entraré con víctimas en tu Casa,
    cumpliré mis promesas,
    14 las que hicieron mis labios
    y en la angustia pronunció mi boca.
    15 Te ofreceré pingües holocaustos,
    junto con el sahumerio de carneros,
    sacrificaré bueyes y cabritos. Pausa.
    16 Venid, escuchad y os contaré,
    vosotros, los que estáis por Dios,
    todo lo que ha hecho por mí.
    17 Mi boca lo invocó,
    mi lengua lo ensalzó.
    18 Si hubiese maquinado algo malo,
    el Señor no me habría escuchado.
    19 Pero Dios me ha escuchado,
    atento a la voz de mi oración.
    20 ¡Bendito sea Dios,
    que no ha rechazado mi oración
    ni me ha retirado su amor!

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  41. SALMO 67
    (66)
    Oración pública después de la recolección anual
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. Cántico.

    2 ¡Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
    que nos muestre su rostro radiante!; Pausa.
    3 conozca así la tierra su proceder,
    y todas las naciones su salvación.
    4 ¡Que los pueblos te den gracias, oh Dios,
    que todos los pueblos te den gracias!
    5 Que se alegren y exulten las naciones,
    pues juzgas al mundo con justicia,
    con equidad juzgas a los pueblos,
    gobiernas las naciones de la tierra. Pausa.
    6 ¡Que los pueblos te den gracias, oh Dios,
    que todos los pueblos te den gracias!
    7 La tierra ha dado su cosecha,
    Dios, nuestro Dios, nos bendice.
    8 ¡Dios nos bendiga y lo teman
    todos los confines de la tierra!

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  42. SALMO 68
    (67)
    La gloriosa epopeya de Israel
    1 Del maestro de coro. De David. Salmo. Cántico.

    2 Dios se levanta, se dispersan sus enemigos,
    huyen de su presencia los que lo odian.
    3 Como se disipa el humo, los disipas;
    como se derrite la cera ante el fuego,
    los malvados perecen ante Dios.
    4 Pero los justos se alegran alborozados
    ante Dios, y saltan de alegría.
    5 Cantad a Dios, tañed en su honor,
    abrid paso al que cabalga en las nubes,
    su nombre es Yahvé, exultad ante él.
    6 Padre de huérfanos, tutor de viudas
    es Dios en su santa morada;
    7 Dios da un hogar a los desvalidos,
    abre a los cautivos la puerta de la dicha,
    mas los rebeldes moran en suelo estéril.
    8 Oh Dios, cuando salías al frente de tu pueblo,
    cuando cruzabas el desierto, 9 la tierra retembló, Pausa.
    y hasta los cielos se licuaron ante Dios,
    ante el rostro de Dios, el Dios de Israel.
    10 Derramaste, oh Dios, una lluvia generosa,
    reanimaste a tu heredad extenuada;
    11 tu rebaño encontró una morada,
    que bondadoso, oh Dios, al mísero preparabas.
    12 El Señor ha dado una orden,
    es su mensajero un ejército inmenso.
    13 Reyes y ejércitos huyen a la desbandada,
    y dentro de las casas se reparte el botín
    14 (mientras holgáis entre los apriscos):
    alas de paloma bañadas en plata,
    con plumas que destellan oro verde.
    15 Cuando Shaddai dispersaba a los reyes,
    caía nieve por el Monte Umbrío.
    16 ¡Monte divino, el monte de Basán!
    ¡Monte escarpado, el monte de Basán!
    17 ¿Por qué miráis celosos, montes escarpados,
    al monte que Dios escogió por mansión?
    ¡En él morará Yahvé para siempre!
    18 Los carros de Dios son miles de millares;
    el Señor ha venido del Sinaí al santuario.
    19 Subiste a la altura conduciendo cautivos,
    recibiste tributo en hombres y en rebeldes,
    para quedarte en tu mansión, Yahvé Dios.
    20 ¡Bendito sea el Señor, día tras día!
    Él se encarga de nuestra salvación. Pausa.
    21 Nuestro Dios es un Dios salvador,
    el Señor Yahvé libera de la muerte;
    22 pero Dios aplasta la cabeza de sus enemigos,
    el cogote peludo de quien anda entre crímenes.
    23 Dijo el Señor: «De Basán los traeré,
    los traeré de los abismos del mar,
    24 para que laves tus pies en su sangre,
    y participe en el enemigo la lengua de tus perros»

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  43. SALMO 68
    (67)
    La gloriosa epopeya de Israel
    1 Del maestro de coro. De David. Salmo. Cántico.

    2 Dios se levanta, se dispersan sus enemigos,
    huyen de su presencia los que lo odian.
    3 Como se disipa el humo, los disipas;
    como se derrite la cera ante el fuego,
    los malvados perecen ante Dios.
    4 Pero los justos se alegran alborozados
    ante Dios, y saltan de alegría.
    5 Cantad a Dios, tañed en su honor,
    abrid paso al que cabalga en las nubes,
    su nombre es Yahvé, exultad ante él.
    6 Padre de huérfanos, tutor de viudas
    es Dios en su santa morada;
    7 Dios da un hogar a los desvalidos,
    abre a los cautivos la puerta de la dicha,
    mas los rebeldes moran en suelo estéril.
    8 Oh Dios, cuando salías al frente de tu pueblo,
    cuando cruzabas el desierto, 9 la tierra retembló, Pausa.
    y hasta los cielos se licuaron ante Dios,
    ante el rostro de Dios, el Dios de Israel.
    10 Derramaste, oh Dios, una lluvia generosa,
    reanimaste a tu heredad extenuada;
    11 tu rebaño encontró una morada,
    que bondadoso, oh Dios, al mísero preparabas.
    12 El Señor ha dado una orden,
    es su mensajero un ejército inmenso.
    13 Reyes y ejércitos huyen a la desbandada,
    y dentro de las casas se reparte el botín
    14 (mientras holgáis entre los apriscos):
    alas de paloma bañadas en plata,
    con plumas que destellan oro verde.
    15 Cuando Shaddai dispersaba a los reyes,
    caía nieve por el Monte Umbrío.

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  44. 16 ¡Monte divino, el monte de Basán!
    ¡Monte escarpado, el monte de Basán!
    17 ¿Por qué miráis celosos, montes escarpados,
    al monte que Dios escogió por mansión?
    ¡En él morará Yahvé para siempre!
    18 Los carros de Dios son miles de millares;
    el Señor ha venido del Sinaí al santuario.
    19 Subiste a la altura conduciendo cautivos,
    recibiste tributo en hombres y en rebeldes,
    para quedarte en tu mansión, Yahvé Dios.
    20 ¡Bendito sea el Señor, día tras día!
    Él se encarga de nuestra salvación. Pausa.
    21 Nuestro Dios es un Dios salvador,
    el Señor Yahvé libera de la muerte;
    22 pero Dios aplasta la cabeza de sus enemigos,
    el cogote peludo de quien anda entre crímenes.
    23 Dijo el Señor: «De Basán los traeré,
    los traeré de los abismos del mar,
    24 para que laves tus pies en su sangre,
    y participe en el enemigo la lengua de tus perros».
    25 Ya aparece tu procesión, oh Dios,
    la procesión de mi Dios y mi Rey al santuario:
    26 delante los cantores, los músicos detrás,
    las doncellas en medio tocando el tamboril.
    27 Van bendiciendo a Dios en grupos:
    ¡Es Yahvé desde el origen de Israel!
    28 Abre la marcha Benjamín, el pequeño,
    los príncipes de Judá con sus escuadras,
    los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí.
    29 ¡Da órdenes, Dios, con tu poder,
    el poder que por nosotros desplegaste
    30 desde tu templo en lo alto de Jerusalén,
    donde los reyes vienen con presentes!
    31 Llama al orden a la bestia del cañaveral,
    a la manada de toros y novillos de los pueblos.
    ¡Que se sometan con lingotes de plata!
    ¡Dispersa a los pueblos belicosos!
    32 Acudan los magnates desde Egipto,
    tienda hacia Dios sus manos Etiopía.
    33 ¡Cantad a Dios, reinos de la tierra,
    tañed todos para el Señor, Pausa.
    34 que cabalga por los cielos, los cielos antiguos,
    que atruena con su voz, su voz potente!
    35 Reconoced el poder de Dios.
    Su majestad sobre Israel,
    su poder en las nubes.
    36 Dios sobrecoge desde su santuario.
    Él, el Dios de Israel,
    da fuerza y poder a su pueblo.
    ¡Bendito sea Dios!

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  45. SALMO 70 va al principio
    (69)
    Súplica en la desgracia
    1 Del maestro de coro. De David. En memoria.

    2 ¡Oh Dios, ven a librarme,
    Yahvé, corre en mi ayuda!
    3 ¡Queden confusos y humillados
    los que intentan acabar conmigo!
    ¡Retrocedan confundidos
    los que desean mi mal!
    4 Retírense avergonzados
    los que dicen: ¡Ja, ja!
    5 ¡En ti gocen y se alegren
    todos los que te buscan!
    ¡Digan sin cesar: «Grande es Dios«
    los que ansían tu victoria!
    6 Pero yo soy pobre y desgraciado,
    ¡oh Dios, ven rápido a mí!
    Tú eres mi auxilio y libertador,
    ¡no te retrases, Yahvé!

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  46. SALMO 71
    (70)
    Súplica de un anciano

    1 A ti me acojo, Yahvé,
    ¡nunca quede confundido!
    2 ¡Por tu justicia sálvame, líbrame,
    préstame atención y sálvame!
    3 Sé mi roca de refugio,
    alcázar donde me salve,
    pues tú eres mi peña y mi alcázar.
    4 ¡Líbrame, Dios mío, de la mano del impío,
    de las garras del perverso y el violento!
    5 Pues tú eres mi esperanza, Señor,
    mi confianza desde joven, Yahvé.
    6 En ti busco apoyo desde el vientre,
    eres mi fuerza desde el seno materno.
    ¡A ti dirijo siempre mi alabanza!
    7 Soy el asombro de muchos,
    pero tú eres mi refugio seguro.
    8 Mi boca rebosa de tu alabanza,
    de tu elogio todo el día.
    9 No me rechaces ahora que soy viejo,
    no me abandones cuando decae mi vigor,
    10 pues mis enemigos hablan mal de mí,
    los que me espían se ponen de acuerdo:
    11 «¡Dios lo ha desamparado, perseguidlo,
    apresadlo, que no hay quien lo libre!».
    12 ¡Oh Dios, no te quedes tan lejos,
    Dios mío, ven pronto a socorrerme!
    13 Queden confundidos y avergonzados
    los que atentan contra mi vida;
    acaben en la vergüenza y la ignominia
    los que buscan mi mal.
    14 Pero yo esperaré sin cesar,
    reiteraré tus alabanzas;

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  47. 15 mi boca publicará tu justicia,
    todo el día tu salvación.
    16 Publicaré las proezas de Yahvé,
    recordaré tu justicia, tuya sólo.
    17 ¡Oh Dios, me has instruido desde joven,
    y he anunciado hasta hoy tus maravillas!
    18 Ahora, viejo y con canas,
    ¡no me abandones, Dios mío!,
    hasta que pueda anunciar tu brazo
    a las futuras generaciones,
    tu poderío 19 y tu justicia,
    oh Dios, hasta los cielos.
    Tú que has hecho grandes cosas,
    ¡Oh Dios!, ¿quién como tú?
    20 Tú que me has hecho pasar
    por tantos aprietos y desgracias,
    me devolverás de nuevo la vida,
    y de las simas de la tierra
    me sacarás otra vez;
    21 sustentarás mi dignidad,
    te volverás a consolarme.
    22 Y te daré gracias con el arpa,
    Dios mío, por tu fidelidad;
    tañeré para ti la cítara,
    ¡oh Santo de Israel!
    23 Te aclamarán mis labios,
    mi vida que has rescatado;
    y mi lengua todo el día
    musitará tu justicia:
    pues se avergüenzan afrentados
    los que buscaban mi desgracia.

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  48. SALMO 72
    (71)
    El rey prometido
    1 De Salomón.

    Confía, oh Dios, tu juicio al rey,
    al hijo de rey tu justicia:
    2 que gobierne rectamente a tu pueblo,
    a tus humildes con equidad.
    3 Produzcan los montes abundancia,
    justicia para el pueblo los collados.
    4 Defenderá a los humildes del pueblo,
    salvará a la gente pobre
    y aplastará al opresor.
    5 Durará tanto como el sol,
    como la luna de edad en edad;
    6 caerá como lluvia en los retoños,
    como rocío que humedece la tierra.
    7 Florecerá en sus días la justicia,
    prosperidad hasta que no haya luna;
    8 dominará de mar a mar,
    desde el Río al confín de la tierra.
    9 Ante él se doblará la Bestia,
    sus enemigos morderán el polvo;
    10 los reyes de Tarsis y las islas
    traerán consigo tributo.
    Los reyes de Sabá y de Seba
    todos pagarán impuestos;
    11 ante él se postrarán los reyes,
    le servirán todas las naciones.
    12 Pues librará al pobre suplicante,
    al desdichado y al que nadie ampara;
    13 se apiadará del débil y del pobre,
    salvará la vida de los pobres.
    14 La rescatará de la opresión y la violencia,
    considerará su sangre valiosa;
    15 (que viva y le den el oro de Sabá).
    Sin cesar rogarán por él,
    todo el día lo bendecirán.

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  49. 16 La tierra dará trigo abundante,
    que ondeará en la cima de los montes;
    sus frutos florecerán como el Líbano,
    sus espigas como la hierba del campo.
    17 ¡Que su fama sea perpetua,
    que dure tanto como el sol!
    ¡Que sirva de bendición a las naciones,
    y todas lo proclamen dichoso!
    18 ¡Bendito Yahvé, Dios de Israel,
    el único que hace maravillas!
    19 ¡Bendito su nombre glorioso por siempre,
    la tierra toda se llene de su gloria!
    ¡Amén! ¡Amén!
    20 Fin de las oraciones de David, hijo de Jesé.

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  50. SALMO 73
    (72)
    La justicia final
    1 Salmo. De Asaf.

    ¡Qué bueno es Dios para Israel,
    el Señor para los limpios de corazón!
    2 Por poco se extravían mis pies,
    casi resbalan mis pasos,
    3 celoso como estaba de los perversos,
    al ver prosperar a los malvados.
    4 No hay congojas para ellos,
    sano y rollizo está su cuerpo;
    5 no comparten las penas de los hombres,
    no pasan tribulaciones como los otros.
    6 Por eso el orgullo es su collar,
    la violencia el vestido que los cubre;
    7 su gordura rebosa malicia,
    de artimañas desborda su corazón.
    8 Se sonríen, hablan con maldad,
    hablan altivamente de opresión;
    9 ponen en el cielo su boca,
    y su lengua se pasea por la tierra.
    10 Por eso mi pueblo va tras ellos:
    sorben con ansia sus palabras.
    11 Dicen: «¿Va a saberlo Dios?
    ¿Lo va a saber el Altísimo?».
    12 ¡Así son, éstos son los malvados!,
    tranquilos y acumulando riqueza.
    13 ¿Así que en vano purifiqué mi corazón,
    lavé mis manos en señal de inocencia,
    14 aguanté golpes todo el día
    y correcciones cada mañana?
    15 Si hubiese dicho: «Hablaré como ellos»,
    habría traicionado a la raza de tus hijos.
    16 Me di entonces a pensar para entenderlo,
    pero me resultaba harto difícil.
    17 Hasta que entré en el santuario de Dios
    y acabé entendiendo su destino:
    18 los pones en el resbaladero,
    los empujas a la ruina.
    19 De pronto quedan hechos un horror,
    desaparecen consumidos de espanto:

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  51. 20 como un sueño al despertar, Señor,
    al levantarte desprecias su imagen.
    21 Cuando mi corazón se avinagraba,
    cuando se torturaba mi conciencia,
    22 estúpido de mí, no comprendía,
    sólo era un animal ante ti.
    23 Pero yo estoy siempre contigo,
    me tomas de la mano derecha,
    24 me guías según tus planes,
    me conduces tras la gloria.
    25 ¿A quién tengo yo en el cielo?
    Estando contigo no hallo gusto en la tierra.
    26 Aunque se consuman mi cuerpo y mi mente,
    tú eres mi roca, mi lote, Dios por siempre.
    27 Los que se alejan de ti se pierden,
    aniquilas a los que te son adúlteros.
    28 Pero mi bien es estar junto a Dios,
    he puesto mi cobijo en el Señor
    a fin de proclamar tus obras.

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  52. 15 Tú abriste manantiales y torrentes,
    secaste ríos inagotables.
    16 Tuyo es el día, tuya la noche,
    tú la luna y el sol estableciste;
    17 tú trazaste las fronteras de la tierra,
    el verano y el invierno tú formaste.
    18 Recuérda, Yahvé, que el enemigo te ultraja,
    que un pueblo necio desprecia tu nombre.
    19 No des al depredador la vida de tu tórtola,
    la vida de tus pobres no olvides jamás.
    20 Piensa en la alianza, que están repletos
    los rincones del país de focos de violencia.
    21 ¡Que no acabe defraudado el oprimido,
    que pobre y humilde puedan alabarte!
    22 ¡Levántate, oh Dios, a defender tu causa,
    acuérdate del necio que te ultraja a diario!
    23 ¡No olvides el griterío de tus adversarios,
    el creciente clamor de tus agresores!

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  53. SALMO 75 va al principio
    (74)
    Juicio total y universal
    1 Del maestro de coro. «No destruyas». Salmo. De Asaf. Cántico.

    2 Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias,
    invocando tu nombre, pregonando tus maravillas.
    3 «En el momento en que decida,
    yo mismo juzgaré con rectitud.
    4 Aunque tiemblen la tierra y sus habitantes,
    yo establecí firmemente sus columnas. Pausa.
    5 Digo a los arrogantes: ¡Fuera arrogancias!,
    y a los malvados: ¡No alcéis la frente,
    6 no alcéis tan alto vuestra frente,
    no habléis estirando insolentes el cuello!».
    7 Pues ya no es por oriente ni occidente,
    ya no es por el desierto de los montes,
    8 por donde Dios, como juez,
    a uno abate y a otro exalta;
    9 pues Yahvé empuña una copa,
    un vaso con vino drogado:
    lo escanciará, lo sorberán hasta las heces,
    lo beberán los malvados de la tierra.
    10 Y yo lo anunciaré por siempre,
    cantaré para el Dios de Jacob:
    11 quebrará la frente del malvado,
    mas la frente del honrado se alzará.

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  54. LOS SALMOS



    SALMO 75 va al principio
    (74)
    Juicio total y universal
    1 Del maestro de coro. «No destruyas». Salmo. De Asaf. Cántico.

    2 Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias,
    invocando tu nombre, pregonando tus maravillas.
    3 «En el momento en que decida,
    yo mismo juzgaré con rectitud.
    4 Aunque tiemblen la tierra y sus habitantes,
    yo establecí firmemente sus columnas. Pausa.
    5 Digo a los arrogantes: ¡Fuera arrogancias!,
    y a los malvados: ¡No alcéis la frente,
    6 no alcéis tan alto vuestra frente,
    no habléis estirando insolentes el cuello!».
    7 Pues ya no es por oriente ni occidente,
    ya no es por el desierto de los montes,
    8 por donde Dios, como juez,
    a uno abate y a otro exalta;
    9 pues Yahvé empuña una copa,
    un vaso con vino drogado:
    lo escanciará, lo sorberán hasta las heces,
    lo beberán los malvados de la tierra.
    10 Y yo lo anunciaré por siempre,
    cantaré para el Dios de Jacob:
    11 quebrará la frente del malvado,
    mas la frente del honrado se alzará.

    SALMO 76
    (75)
    Oda al Dios temible
    1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De Asaf. Cántico.

    2 Dios es conocido en Judá,
    grande es su fama en Israel;
    3 su tienda está en Salem,
    su morada en Sión.
    4 Allí quebró las ráfagas del arco,
    el escudo, la espada y la guerra. Pausa.
    5 Fulgurante eres tú, magnífico
    en medio de montones de botín.
    6 Los valientes han sido despojados,
    durmiendo están su sueño;
    les fallaron los brazos a los guerreros.
    7 A tu amenaza, oh Dios de Jacob,
    se pasmaron carro y caballo.
    8 Tú eres terrible, ¿quién puede resistir
    ante ti, bajo el golpe de tu ira?
    9 Desde el cielo pronuncias la sentencia,
    la tierra se amedrenta y enmudece
    10 cuando Dios se levanta a juzgar,
    a salvar a los humildes de la tierra. Pausa.
    11 La cólera humana te reconocerá,
    te rodearán los que escapen a la Cólera.
    12 Haced votos a Yahvé, vuestro Dios, y cumplidlos,
    los que lo rodean traigan presentes al Terrible:
    13 el que corta el aliento a los príncipes,
    a quien temen los reyes de la tierra.

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  55. SALMO 77
    (76)
    Meditación sobre el pasado de Israel
    1 Del maestro de coro... Yedutún. De Asaf. Salmo.

    2 Mi voz clama a Dios,
    mi voz al Dios que me escucha.
    3 El día de la angustia busco al Señor,
    tiendo por la noche mi mano sin descanso,
    mi ser se resiste a dejarse consolar.
    4 Me acuerdo de Dios entre gemidos,
    medito, y mi espíritu desmaya. Pausa.
    5 Retienes los párpados de mis ojos,
    turbado estoy, sin poder hablar.
    6 Pienso en los días de antaño,
    los años remotos 7 recuerdo;
    por la noche musito en mi interior,
    medito y se pregunta mi espíritu:
    8 ¿Nos desechará para siempre el Señor,
    dejará de sernos propicio?
    9 ¿Se ha agotado para siempre su amor?
    ¿Se quedarán sin su Palabra en el futuro?
    10 ¿Habrá olvidado Dios su clemencia,
    o habrá sellado con ira sus entrañas? Pausa.
    11 Y me respondo: «Ésta es mi pena,
    ha cambiado la diestra del Altísimo».
    12 Me acuerdo de las gestas de Yahvé,
    sí, recuerdo tus antiguas hazañas,
    13 medito en toda tu obra,
    pienso en tus maravillas.
    14 ¡Oh Dios, qué santo tu proceder!
    ¿Qué dios es tan grande como Dios?
    15 Tú eres el Dios que obras maravillas,
    que mostraste tu poder entre los pueblos;
    16 rescataste con tu brazo a tu pueblo,
    a los hijos de Jacob y de José. Pausa.
    17 Te vieron, oh Dios, las aguas,
    las aguas te vieron y temblaron,
    también los abismos se agitaron.
    18 Las nubes derramaban sus aguas,
    descargaban su trueno los nublados,
    tus rayos iban y venían.
    19 Rodaba el estruendo de tu trueno,
    tus relámpagos alumbraban el orbe,
    se agitaba y temblaba la tierra.
    20 Tu camino discurría por el mar,
    por aguas caudalosas tu sendero,
    y nadie descubría tus huellas.
    21 Como un rebaño guiabas a tu pueblo
    de mano de Moisés y de Aarón.

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  56. SALMO 78
    (77)
    Las lecciones de la historia de Israel
    1 Poema. De Asaf.

    Escucha, pueblo mío, mi enseñanza,
    presta oído a las palabras de mi boca;
    2 voy a abrir mi boca en parábolas,
    a evocar los misterios del pasado.
    3 Lo que hemos oído y aprendido,
    lo que nuestros padres nos contaron,
    4 no lo callaremos a sus hijos,
    a la otra generación lo contaremos:
    Las glorias de Yahvé y su poder,
    todas las maravillas que realizó;
    5 el pacto que estableció en Jacob,
    la ley que promulgó en Israel.
    Había mandado a nuestros padres
    que lo comunicaran a sus hijos,
    6 que la generación siguiente lo supiera,
    los hijos que habían de nacer;
    que a su vez lo contaran a sus hijos,
    7 para que pusieran en Dios su confianza,
    no olvidaran las hazañas de Dios
    y observaran sus mandamientos.
    8 Para que no fueran como sus padres,
    generación rebelde y revoltosa,
    generación de corazón voluble,
    de espíritu desleal a Dios.
    9 Los diestros arqueros de Efraín
    retrocedieron el día del combate;
    10 no guardaron la alianza con Dios,
    rehusaron caminar según su ley.
    11 Habían olvidado sus portentos,
    las maravillas que les hizo ver:
    12 prodigios a la vista de sus padres,
    en Egipto, en los campos de Tanis.
    13 Hendió el mar y los pasó por él,
    contuvo las aguas como un dique;
    14 de día los guiaba con la nube,
    cada noche al resplandor del fuego.
    15 Hendió rocas en el desierto,
    los abrevó a raudales sin medida;
    16 hizo brotar arroyos de la peña
    y descender las aguas como ríos.
    17 Pero pecaban y pecaban contra él,
    se rebelaban contra el Altísimo en la estepa;

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  57. 18 tentaron voluntariamente a Dios,
    reclamando comida para su apetito.
    19 Hablaron contra Dios, dijeron:
    «¿Podrá ponernos una mesa en el desierto?
    20 Ya sabemos que hirió la roca,
    y que el agua brotó en torrentes:
    ¿podrá igualmente darnos pan
    y procurar carne a su pueblo?».
    21 Pero Yahvé lo oyó y se enfureció,
    un fuego se encendió contra Jacob,
    y la Cólera estalló contra Israel,
    22 por no haber tenido fe en Dios
    ni haber confiado en su salvación.
    23 Mandó desde lo alto las nubes,
    abrió las compuertas del cielo;
    24 les hizo llover maná para comer,
    les hizo llegar un trigo celeste;
    25 el hombre comió pan de los Fuertes,
    les mandó provisión para hartarse.
    26 Hizo que el solano soplara en el cielo,
    con su fuerza atrajo el viento del sur,
    27 hizo que les lloviera carne como polvo,
    y aves como la arena de los mares;
    28 las dejo caer en el campamento,
    alrededor de sus moradas.
    29 Comieron y quedaron hartos,
    así satisfizo su avidez.
    30 Con la avidez apenas colmada,
    con la comida aún en la boca,
    31 prendió en ellos la cólera de Dios,
    acabó con los más robustos
    y abatió a la flor de Israel.
    32 Mas con todo siguieron pecando,
    de sus prodigios no se fiaron,

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  58. 33 y él redujo sus días a un soplo,
    todos sus años a un suspiro.
    34 Cuando los mataba, lo buscaban,
    se convertían, se afanaban por él,
    35 y recordaban que Dios era su Roca,
    el Dios Altísimo su redentor.
    36 Le halagaban con su boca,
    con su lengua le mentían;
    37 su corazón no era fiel,
    no tenían fe en su alianza.
    38 Él, con todo, enternecido,
    borraba su culpa, no los destruía;
    bien de veces contuvo su cólera
    y no despertó todo su furor:
    39 se acordaba de que sólo eran carne,
    un soplo que se va y no vuelve más.
    40 ¡Mil veces se rebelaron en el desierto,
    lo irritaron en aquellas soledades!
    41 Otra vez a tentar a Dios volvían,
    a exasperar al Santo de Israel,
    42 incapaces de acordarse de su mano,
    del día que los salvó del adversario;
    43 de cuando hizo en Egipto sus señales,
    en los campos de Tanis sus prodigios.
    44 Convirtió en sangre sus ríos,
    sus arroyos, para que no bebiesen;
    45 tábanos les mandó que los picasen,
    y ranas para que los infestasen;
    46 entregó a la langosta sus cosechas,
    el fruto de su afán al saltamontes;
    47 asoló con granizo sus viñedos,
    todos sus sicómoros con aguaceros;
    48 entregó sus ganados al pedrisco
    y a los rayos sus rebaños.
    49 Les envió el fuego de su cólera,
    indignación, enojo y destrucción,
    tropel de mensajeros de desgracias,

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  59. 50 y dio curso libre a su ira.
    No los preservó de la muerte,
    a la peste sus vidas entregó;
    51 hirió en Egipto a todo primogénito,
    las primicias varoniles en las tiendas de Cam.
    52 Sacó como un ganado a su pueblo,
    como rebaño los guió por el desierto;
    53 los condujo en seguro, sin alarmas,
    mientras el mar cubría a sus enemigos.
    54 Los metió en territorio sagrado,
    en el monte que su diestra conquistó;
    55 arrojó a las naciones ante ellos;
    a cordel les asignó una heredad,
    instaló en sus tiendas a las tribus de Israel.
    56 Pero ellos tentaron a Dios,
    se rebelaron contra el Altísimo,
    no guardaron sus preceptos.
    57 Se extraviaron, infieles como sus padres,
    se torcieron igual que un arco indócil:
    58 lo irritaron con sus lugares altos,
    con sus ídolos excitaron sus celos.
    59 Dios lo oyó y se enfureció,
    desechó del todo a Israel;
    60 abandonó la morada de Siló,
    la tienda en que moraba entre los hombres.
    61 Mandó la flor y nata al cautiverio,
    a manos del adversario su esplendor;
    62 entregó su pueblo a la espada,
    contra su heredad se enfureció.
    63 El fuego devoró a sus jóvenes,
    no hubo canto nupcial para las chicas;
    64 sus sacerdotes cayeron a cuchillo,
    sus viudas no entonaron endechas.

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  60. 65 El Señor despertó como de un sueño,
    como guerrero vencido por el vino;
    66 hirió a sus adversarios en la espalda,
    los dejó humillados para siempre.
    67 Desechó la tienda de José,
    no eligió a la tribu de Efraín;
    68 pero eligió a la tribu de Judá,
    y al monte Sión, al que amaba.
    69 Se construyó un santuario como el cielo,
    como la tierra que estableció para siempre.
    70 Y eligió a David su siervo,
    lo sacó de los apriscos del rebaño,
    71 lo llevó de detrás de las ovejas
    a pastorear a su pueblo Jacob,
    a su heredad Israel.
    72 Los pastoreaba con todo su corazón,
    con mano diestra los guiaba.

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  61. SALMO 79
    (78)
    Elegía nacional
    1 Salmo. De Asaf.

    Oh Dios, los gentiles han invadido tu heredad,
    han profanado tu santo Templo,
    han dejado en ruinas Jerusalén;
    2 han dado los cadáveres de tus siervos
    como pasto a los pájaros del cielo,
    los cuerpos de tus amigos a las bestias de la tierra.
    3 Han derramado su sangre como agua
    en torno a Jerusalén, ¡y nadie sepultaba!
    4 Hemos sido irrisión de los vecinos,
    burla y escarnio de los de alrededor.
    5 ¿Cuánto durará tu cólera, Yahvé?,
    ¿arderán siempre tus celos como fuego?,
    6 Derrama tu furor sobre los pueblos
    que no te reconocen,
    sobre los reinos
    que no invocan tu nombre.
    7 Porque han devorado a Jacob
    y han devastado sus dominios.
    8 No nos imputes las culpas de los antepasados,
    que tu ternura llegue pronto a nosotros,
    pues estamos del todo abatidos.
    9 Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
    por amor de la gloria de tu nombre;
    líbranos, borra nuestros pecados,
    por respeto a tu nombre.

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  62. 10 ¿Por qué han de decir los paganos:
    «Dónde está su Dios»?
    ¡Que los paganos padezcan
    (y nosotros lo veamos)
    la venganza de la sangre
    derramada por tus siervos!
    11 ¡Llegue a ti el suspiro del cautivo,
    y en virtud de tu inmenso poder
    salva a los condenados a muerte!
    12 ¡Devuelve siete veces a nuestros vecinos
    la afrenta con que te afrentaron, Señor!
    13 Y nosotros, tu pueblo, ovejas de tu pasto,
    te daremos eternamente gracias,
    repitiendo tu alabanza de edad en edad.

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  63. SALMO 81
    (80)
    Para la fiesta de las Tiendas
    1 Del maestro de coro. Según la... de Gat. De Asaf.

    2 ¡Aclamad a Dios, nuestra fuerza,
    vitoread al Dios de Jacob!
    3 ¡Tañed, tocad el tamboril,
    la melodiosa cítara y el arpa;
    4 tocad la trompeta por el nuevo mes,
    por la luna llena, que es nuestra fiesta!
    5 Porque es una ley para Israel,
    una norma del Dios de Jacob;
    6 un dictamen que impuso a José
    al salir del país de Egipto.
    Se oye una lengua desconocida:
    7 «Yo liberé sus hombros de la carga,
    sus manos la espuerta abandonaron;
    8 en la aflicción gritaste y te salvé.
    Te respondí oculto en el trueno
    te probé en las aguas de Meribá. Pausa.
    9 Escucha, pueblo mío, te conjuro,
    ¡ojalá me escucharas, Israel!
    10 No tendrás un dios extranjero,
    no adorarás a un dios extraño.
    11 Yo soy Yahvé, tu Dios,
    que te saqué del país de Egipto;
    abre tu boca y yo la llenaré.
    12 Pero mi pueblo no me escuchó,
    Israel no me obedeció;
    13 los abandoné a su corazón obstinado,
    para que caminaran según sus caprichos.
    14 ¡Ojalá me escuchara mi pueblo
    e Israel siguiera mis caminos,
    15 abatiría al punto a sus enemigos,
    contra sus adversarios volvería mi mano!
    16 Los que odian a Yahvé lo adularían
    y su suerte quedaría fijada;
    17 lo sustentaría con flor de trigo,
    lo saciaría con miel de la peña».

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  64. SALMO 82
    (81)
    Contra los príncipes paganos
    1 Salmo. De Asaf.

    Dios se alza en la asamblea divina,
    para juzgar en medio de los dioses:
    2 «¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente
    y haréis acepción de los malvados? Pausa.
    3 Defended al débil y al huérfano,
    haced justicia al humilde y al pobre;
    4 liberad al débil y al indigente,
    arrancadle de la mano del malvado».
    5 No saben ni entienden, caminan a oscuras,
    vacilan los cimientos de la tierra.
    6 Yo había dicho: «Vosotros sois dioses,
    todos vosotros, hijos del Altísimo».
    7 Pero ahora moriréis como el hombre,
    caeréis como un príncipe cualquiera.
    8 ¡Alzate, oh Dios, juzga a la tierra,
    pues tú eres el señor de las naciones!

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  65. SALMO 83
    (82)
    Contra los enemigos de Israel
    1 Cántico. Salmo. De Asaf.

    2 ¡Oh Dios, no estés en silencio,
    no estés mudo e inmóvil, oh Dios!
    3 Mira a tus enemigos alborotados,
    los que te odian levantan la cabeza.
    4 Urden intrigas contra tu pueblo,
    conspiran contra tus protegidos;
    5 dicen: «Vamos a borrarlos como nación,
    que nunca se recuerde el nombre de Israel».
    6 Así, de acuerdo en la conjura,
    pactan una alianza contra ti:
    7 tiendas de Edom e ismaelitas,
    moabitas y agarenos,
    8 Guebal, Amón y Amalec,
    Filistea y la gente de Tiro;
    9 hasta Asur se ha juntado con ellos,
    dando apoyo a los hijos de Lot. Pausa.
    10 Trátalos como a Madián, como a Sísara,
    como a Yabín en el torrente Quisón,
    11 que fueron exterminados en Endor,
    quedando como estiércol de la tierra.
    12 Trata a sus caudillos como a Oreb y Zeeb,
    a sus príncipes como a Zébaj y Salmuná,
    13 que habían dicho: «Conquistemos
    estos dominios de Dios».
    14 Conviértelos, Dios mío, en hojarasca,
    en paja que arrebata el vendaval.
    15 Como fuego que abrasa la maleza,
    como llama que devora montañas,
    16 persíguelos así con tu tormenta,
    llénalos de terror con tu huracán.
    17 Cubre sus rostros de ignominia
    para que busquen tu nombre, Yahvé.
    18 ¡Avergonzados y aterrados para siempre,
    queden confundidos y perezcan,
    19 para que sepan que tu nombre es Yahvé,
    Altísimo sobre toda la tierra!

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  66. SALMO 84
    (83)
    Canto de peregrinación
    1 Del maestro de coro. Según la... de Gat. De los hijos de Coré. Salmo.

    2 ¡Qué amables son tus moradas,
    Yahvé Sebaot!
    3 Mi ser languidece anhelando
    los atrios de Yahvé;
    mi mente y mi cuerpo se alegran
    por el Dios vivo.
    4 Hasta el gorrión ha encontrado una casa,
    para sí la golondrina un nido
    donde poner a sus crías:
    ¡Tus altares, Yahvé Sebaot,
    rey mío y Dios mío!
    5 Dichosos los que moran en tu casa
    y pueden alabarte siempre; Pausa.
    6 dichoso el que saca de ti fuerzas
    cuando piensa en las subidas.
    7 Al pasar por el valle del Bálsamo,
    lo van transformando en hontanar
    y las lluvias lo cubren de bendiciones.
    8 Caminan de altura en altura,
    y Dios se les muestra en Sión.
    9 ¡Yahvé, Dios Sebaot, escucha mi plegaria,
    hazme caso, oh Dios de Jacob! Pausa.
    10 Oh Dios, nuestro escudo, mira,
    fíjate en el rostro de tu ungido.
    11 Vale más un día en tus atrios
    que mil en mis mansiones,
    pisar el umbral de la Casa de mi Dios
    que habitar en la tienda del malvado.
    12 Porque Yahvé es almena y escudo,
    él otorga gracia y gloria;
    Yahvé no niega la felicidad
    al que camina con rectitud.
    13 ¡Oh Yahvé Sebaot,
    dichoso quien confía en ti!

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  67. SALMO 86
    (85)
    Oración en la contrariedad
    1 Oración. De David.

    Presta oído, Yahvé, respóndeme,
    que soy desventurado y pobre;
    2 guarda mi vida, que yo te amo,
    salva a tu siervo, confío en ti.
    Tú eres mi Dios, 3 tenme piedad,
    pues clamo a ti todo el día;
    4 anima la vida de tu siervo,
    pues por ti suspiro, Señor.
    5 Tú, Señor, eres bueno e indulgente,
    rico en amor con los que te invocan;
    6 Yahvé, presta oído a mi plegaria,
    atiende a la voz de mi súplica.
    7 Te invoco el día de la angustia,
    pues tú me sabes responder;
    8 Señor, ningún dios como tú,
    no hay obras como las tuyas.
    9 Todas las naciones que has hecho
    se postrarán ante ti, Señor;
    10 pues eres grande y haces maravillas,
    tú solo eres Dios.
    11 Muéstrame, Yahvé, tu camino,
    que recorreré con fidelidad,
    concentra toda mi voluntad
    en la adhesión a tu nombre.
    12 Gracias de corazón, Señor, Dios mío,
    daré gloria a tu nombre por siempre,
    13 pues grande es tu amor conmigo,
    me has librado de lo hondo del Seol.
    14 Oh Dios, los arrogantes me atacan,
    una turba de violentos acecha mi vida,
    y no te tienen presente.
    15 Pero tú, Señor, Dios clemente y compasivo,
    tardo a la cólera, lleno de amor y fidelidad,
    16 ¡vuélvete a mí, tenme compasión!
    Da fuerza a tu siervo,
    salva al hijo de tu sierva.
    17 Concédeme una señal propicia:
    que mis adversarios vean, confundidos,
    que tú, Yahvé, me ayudas y consuelas.

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  68. SALMO 87
    (86)
    Sión, madre de los pueblos
    1 De los hijos de Coré. Salmo. Cántico.

    ¡Está enclavada entre santos montes!
    2 Prefiere Yahvé las puertas de Sión
    a todas las moradas de Jacob.
    3 Maravillas se dicen de ti,
    ciudad de Dios: Pausa.
    4 «Yo cuento a Rahab y Babel
    entre los que me conocen.
    Filisteos, tirios y etíopes
    han nacido allí».
    5 Pero de Sión se ha de decir:
    «Todos han nacido en ella»,
    la ha fundado el propio Altísimo.
    6 Yahvé escribirá en el registro de los pueblos:
    «Fulano nació allí», Pausa.
    7 y los príncipes, lo mismo que los hijos,
    todos ponen su morada en ti.

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  69. SALMO 88
    (87)
    Lamento en la extrema aflicción
    1 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré. Del maestro de coro. Para la enfermedad. Para la aflicción. Poema. De Hemán el indígena.

    2 Yahvé, mi Dios salvador,
    a ti clamo noche y día;
    3 llegue mi súplica a ti,
    presta oído a mi clamor.
    4 Porque estoy harto de males,
    con la vida al borde del Seol;
    5 contado entre los que bajan a la fosa,
    soy como un hombre acabado:
    6 relegado entre los muertos,
    como un cadáver en la tumba,
    del que nadie se acuerda ya,
    que está arrancado de tu mano.
    7 Me has echado en la fosa profunda,
    en medio de tinieblas abismales;
    8 arrastro el peso de tu furor,
    me hundes con todas tus olas. Pausa.
    9 Has alejado de mí a mis conocidos,
    me has hecho para ellos un horror,
    cerrado estoy y sin salida,
    10 mis ojos se consumen por la pena.
    Todo el día te llamo, Yahvé,
    tiendo mis manos hacia ti.
    11 ¿Haces acaso maravillas por los muertos,
    o se alzan las sombras para darte gracias? Pausa.
    12 ¿Se habla en la tumba de tu amor,
    de tu lealtad en el lugar de perdición?
    13 ¿Se conocen en las tinieblas tus maravillas,
    o tu justicia en la tierra del olvido?
    14 Pero yo, Yahvé, solicito tu socorro,
    con el alba va a tu encuentro mi oración;
    15 ¿por qué, Yahvé, me rechazas,
    y ocultas tu rostro lejos de mí?
    16 Desdichado y enfermo desde mi infancia,
    he soportado tus terrores, no puedo más;
    17 tu furor ha pasado sobre mí,
    tus espantos me han aniquilado.
    18 Me anegan como el agua todo el día,
    se aprietan contra mí todos a una.
    19 Has alejado a compañeros y amigos,
    y son mi compañía las tinieblas.

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  70. SALMO 89
    (88)
    Himno y oración al Dios fiel
    1 Poema. De Etán el indígena.

    2 Cantaré por siempre el amor de Yahvé,
    anunciaré tu lealtad de edad en edad.
    3 Dije: «Firme está por siempre el amor,
    en ellos cimentada tu lealtad.
    4 Una alianza pacté con mi elegido,
    hice un juramento a mi siervo David:
    5 He fundado tu estirpe para siempre,
    he erigido tu trono de edad en edad». Pausa.
    6 Los cielos celebran tus maravillas, Yahvé,
    tu lealtad en la asamblea de los santos.
    7 Pues, ¿quién en las nubes se compara a Yahvé,
    quién se le iguala entre los hijos de los dioses?
    8 Dios es temible en el consejo de los santos,
    grande y terrible para toda su corte.
    9 Yahvé, Dios Sebaot, ¿quién como tú?,
    eres poderoso, tu lealtad te circunda.
    10 Tú domeñas el orgullo del mar,
    reprimes sus olas encrespadas;
    11 machacaste a Rahab como a un cadáver,
    dispersaste al enemigo con brazo potente.
    12 Tuyo es el cielo, tuya la tierra,
    fundaste el orbe y cuanto contiene;
    13 creaste el norte y el mediodía,
    el Tabor y el Hermón te aclaman.
    14 Actúas con brazo poderoso,
    fuerte es tu mano, sublime tu derecha;
    15 Justicia y Derecho, la base de tu trono,
    Amor y Verdad marchan ante ti.
    16 Dichoso el pueblo que sabe aclamarte,
    que camina, Yahvé, a la luz de tu rostro,
    17 que se alegra todo el día con tu nombre,
    que vive entusiasmado con tu justicia.
    18 Pues tú eres su esplendor y su fuerza,
    con tu ayuda nos haces poderosos;
    19 sí, de Yahvé es nuestro escudo,
    del Santo de Israel nuestro rey.

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  71. 20 Antaño hablaste en visión
    a tus amigos diciendo:
    «He prestado mi asistencia a un bravo,
    he exaltado a un elegido de mi pueblo.
    21 He encontrado en David un servidor,
    con mi óleo santo lo he ungido;
    22 mi mano le dará firmeza,
    mi brazo lo hará fuerte.
    23 No lo sorprenderá el enemigo,
    los criminales no lo oprimirán;
    24 yo aplastaré a sus adversarios,
    heriré a los que lo odian.
    25 Lo acompañarán mi lealtad y mi amor,
    en mi nombre se hará poderoso:
    26 pondré su mano sobre el Mar,
    sobre Los Ríos su derecha.
    27 Él me invocará: ¡Padre mío,
    mi Dios, mi Roca salvadora!
    28 Y yo lo nombraré mi primogénito,
    altísimo entre los reyes de la tierra.
    29 Amor eterno le guardaré,
    mi alianza con él será firme;
    30 le daré una estirpe perpetua,
    un trono duradero como el cielo.
    31 Si sus hijos abandonan mi ley,
    si no viven según mis normas,
    32 si profanan mis preceptos
    y no observan mis mandatos,
    33 castigaré su rebelión con vara,
    sus culpas a latigazos,
    34 pero no retiraré mi amor,
    no fallaré en mi lealtad.
    35 Mi alianza no violaré,
    no me retractaré de lo dicho;

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  72. SALMO 90 va al principio
    (89)
    Fragilidad del hombre
    1 De Moisés, hombre de Dios.

    Señor, tú has sido para nosotros
    un refugio de edad en edad.
    2 Antes de ser engendrados los montes,
    antes de que naciesen tierra y orbe,
    desde siempre hasta siempre tú eres Dios.
    3 Tú devuelves al polvo a los hombres,
    diciendo: «Volved, hijos de Adán».
    4 Pues mil años a tus ojos
    son un ayer que pasó,
    una vigilia en la noche.
    5 Tú los sumerges en un sueño,
    a la mañana son hierba que brota:
    6 brota y florece por la mañana,
    por la tarde está mustia y seca.
    7 Pues tu cólera nos ha consumido,
    nos ha anonadado tu furor.
    8 Has puesto nuestras culpas ante ti,
    nuestros secretos a la luz de tu rostro.
    9 Bajo tu cólera declinan nuestros días,
    como un suspiro gastamos nuestros años.
    10 Vivimos setenta años,
    ochenta con buena salud,
    mas son casi todos fatiga y vanidad,
    pasan presto y nosotros volamos.
    11 ¿Quién entiende el golpe de tu ira?,
    ¿quién percibe la fuerza de tu cólera?
    12 ¡Enséñanos a contar nuestros días,
    para que entre la sensatez en nuestra cabeza!
    13 ¡Vuelve, Yahvé! ¿Hasta cuándo?
    Ten compasión de tus siervos.
    14 Sácianos de tu amor por la mañana,
    y gozaremos y cantaremos de por vida.
    15 Alégranos por los días que nos humillaste,
    por los años en que conocimos la desdicha.
    16 ¡Que tus siervos vean tu acción,
    y tus hijos tu esplendor!
    17 ¡La benevolencia del Señor sea con nosotros!
    ¡Consolida tú la acción de nuestras manos!

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  73. SALMO 92
    (91)
    Cántico del justo
    1 Salmo. Cántico. Para el día de sábado.

    2 Es bueno dar gracias a Yahvé,
    cantar en tu honor, Altísimo,
    3 publicar tu amor por la mañana
    y tu fidelidad por las noches,
    4 con el arpa de diez cuerdas y la lira,
    acompañadas del rasgueo de la cítara.
    5 Pues con tus hechos, Yahvé, me alegras,
    ante las obras de tus manos grito:
    6 «¡Qué grandes son tus obras, Yahvé,
    y qué hondos tus pensamientos!»
    7 El hombre estúpido no entiende,
    el insensato no lo comprende.
    8 Aunque broten como hierba los malvados
    o florezcan todos los malhechores,
    acabarán destruidos para siempre;
    9 ¡pero tú eres eternamente excelso!
    10 Mira cómo perecen tus enemigos,
    se dispersan todos los malhechores.
    11 Pero me dotas de la fuerza del búfalo,
    aceite nuevo derramas sobre mí;
    12 veré la derrota del que me acecha,
    escucharé la caída de los malvados.
    13 El justo florece como la palma,
    crece como un cedro del Líbano.
    14 Plantados en la Casa de Yahvé,
    florecen en los atrios de nuestro Dios.
    15 Todavía en la vejez producen fruto,
    siguen llenos de frescura y lozanía,
    16 para anunciar lo recto que es Yahvé:
    «Roca mía, en quien no hay falsedad».

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  74. SALMO 93
    (92)
    El Dios de majestad

    1 Reina Yahvé, vestido de majestad,
    Yahvé, vestido y ceñido de poder,
    y así el orbe está seguro, no vacila.
    2 Tu trono está firme desde antaño,
    desde la eternidad existes tú.
    3 Levantan los ríos, Yahvé,
    levantan los ríos su voz,
    los ríos levantan su bramido;
    4 más que el ruido de aguas caudalosas,
    más imponente que las olas del mar,
    es imponente Yahvé en las alturas.
    5 Son firmes del todo tus dictámenes,
    la santidad es el ornato de tu casa,
    oh Yahvé, por días sin término.

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  75. SALMO 94
    (93)
    El Dios de justicia

    1 ¡Dios de la venganza, Yahvé,
    Dios de la venganza, aparece!
    2 ¡Levántate, juez de la tierra,
    da su merecido a los soberbios!
    3 ¿Hasta cuándo los malvados, Yahvé,
    hasta cuándo triunfarán los malvados?
    4 Cacarean diciendo insolencias,
    se pavonean todos los malhechores.
    5 Aplastan a tu pueblo, Yahvé,
    humillan a tu heredad.
    6 Matan al forastero y a la viuda,
    asesinan al huérfano.
    7 Dicen: «Yahvé no lo ve,
    no lo advierte el Dios de Jacob».
    8 ¡Comprended, estúpidos del pueblo!,
    insensatos, ¿cuándo asesaréis?
    9 El que implantó la oreja, ¿no va a oír?
    El que formó los ojos, ¿no ha de ver?
    10 El que corrige a los pueblos, ¿no ha de castigar?
    El que enseña a los hombres, ¿no conocerá?
    11 Yahvé conoce los pensamientos del hombre,
    sabe que sólo son un soplo.
    12 Feliz el hombre a quien educas, Yahvé,
    aquel a quien instruyes en tu ley,
    13 para aliviarlo tras los días amargos,
    mientras se cava la fosa para el malvado.
    14 Pues Yahvé no dejará a su pueblo,
    no abandonará a su heredad;
    15 al justo se le devolverá su derecho,
    tendrán buen fin los rectos de corazón.
    16 ¿Quién se alzará a mi favor contra el malvado?,
    ¿quién estará a mi favor contra el malhechor?
    17 Si Yahvé no viniese en mi ayuda,
    pronto habitaría en el silencio.
    18 Cuando digo: «Vacila mi pie»,
    tu amor, Yahvé, me sostiene;
    19 en el colmo de mis cuitas interiores,
    tus consuelos me confortan por dentro.
    20 ¿Estás aliado a un tribunal de perdición,
    que eleva la tiranía a rango de ley?
    21 Atropellan la vida del justo,
    condenan vidas inocentes.
    22 Pero Yahvé es mi baluarte,
    mi Dios, mi roca de refugio;
    23 les pagará con su propia maldad,
    los aniquilará por su malicia,
    los aniquilará Yahvé, nuestro Dios.

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  76. SALMO 95 va al principio
    (94)
    Invitatorio

    1 Venid, cantemos gozosos a Yahvé,
    aclamemos a la Roca que nos salva;
    2 entremos en su presencia dándole gracias,
    aclamándolo con salmos.
    3 Porque un gran Dios es Yahvé,
    Rey grande sobre todos los dioses;
    4 él sostiene las honduras de la tierra,
    suyas son las cumbres de los montes;
    5 suyo el mar, que él mismo hizo,
    la tierra firme que formaron sus manos.
    6 Entrad, rindamos homenaje inclinados,
    ¡arrodillados ante Yahvé que nos creó!
    7 Porque él es nuestro Dios,
    nosotros somos su pueblo,
    el rebaño de sus pastos.
    ¡Ojalá escuchéis hoy su voz!:
    8 «No seais tercos como en Meribá,
    como el día de Masá en el desierto,
    9 allí vuestros padres me probaron,
    me tentaron aunque vieron mis obras.
    10 Cuarenta años me asqueó esa generación,
    y dije: Son gente de mente desviada,
    que no reconocen mis caminos.
    11 Por eso juré en mi cólera:
    ¡No entrarán en mi reposo!»

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  77. SALMO 96
    (95)
    Yahvé, rey y juez

    1 ¡Cantad a Yahvé un nuevo canto,
    canta a Yahvé, tierra entera,
    2 cantad a Yahvé, bendecid su nombre!
    Anunciad su salvación día a día,
    3 contad su gloria a las naciones,
    sus maravillas a todos los pueblos.
    4 Pues grande es Yahvé y digno de alabanza,
    más temible que todos los dioses.
    5 Pues nada son los dioses paganos.
    Pero Yahvé hizo los cielos;
    6 gloria y majestad están ante él,
    poder y esplendor en su santuario.
    7 Tributad a Yahvé, familias de los pueblos,
    tributad a Yahvé gloria y poder,
    8 tributad a Yahvé la gloria de su nombre.
    Traed ofrendas, entrad en sus atrios,
    9 postraos ante Yahvé en el atrio sagrado,
    ¡tiemble ante su rostro toda la tierra!
    10 Decid a los gentiles: «¡Yahvé es rey!»
    El orbe está seguro, no vacila;
    él gobierna a los pueblos rectamente.
    11 ¡Alégrense los cielos, goce la tierra,
    retumbe el mar y cuanto encierra;
    12 exulte el campo y cuanto hay en él,
    griten de gozo los árboles del bosque,
    13 delante de Yahvé, que ya viene,
    viene, sí, a juzgar la tierra!
    Juzgará al mundo con justicia,
    a los pueblos con su lealtad.

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  78. SALMO 97
    (96)
    Yahvé triunfante

    1 ¡Reina Yahvé! ¡Exulte la tierra,
    se alegren las islas numerosas!
    2 Nubes y densa bruma lo rodean,
    justicia y derecho afianzan su trono.
    3 Delante de él avanza fuego,
    que abrasa en torno a sus adversarios;
    4 iluminan el orbe sus relámpagos,
    lo ve la tierra y se estremece.
    5 Los montes se derriten como cera,
    ante el Dueño de toda la tierra;
    6 los cielos proclaman su justicia,
    los pueblos todos ven su gloria.
    7 ¡Se avergüenzan los que adoran ídolos,
    los que se glorían en puras vanidades;
    todos los dioses le rinden homenaje!
    8 Sión lo oye y se alboroza,
    exultan las hijas de Judá
    a causa de tus juicios, Yahvé.
    9 Porque tú eres Yahvé,
    Altísimo sobre toda la tierra,
    por encima de todos los dioses.
    10 Yahvé ama al que odia el mal,
    preserva la vida de sus fieles,
    los libra de la mano del malvado.
    11 La luz despunta para el justo,
    el gozo para los rectos de corazón.
    12 Justos, alegraos en Yahvé,
    celebrad su memoria sagrada.

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  79. SALMO 98
    (97)
    El juez de la tierra
    1 Salmo.

    Cantad a Yahvé un nuevo canto,
    porque ha obrado maravillas;
    le sirvió de ayuda su diestra,
    su santo brazo.
    2 Yahvé ha dado a conocer su salvación,
    ha revelado su justicia a las naciones;
    3 se ha acordado de su amor y su lealtad
    para con la casa de Israel.
    Los confines de la tierra han visto
    la salvación de nuestro Dios.
    4 ¡Aclama a Yahvé, tierra entera,
    gritad alegres, gozosos, cantad!
    5 Tañed a Yahvé con la cítara,
    con la cítara al son de instrumentos;
    6 al son de trompetas y del cuerno
    aclamad ante el rey Yahvé.
    7 Brame el mar y cuanto encierra,
    el mundo y cuantos lo habitan,
    8 aplaudan los ríos,
    aclamen los montes,
    9 ante Yahvé, que llega,
    que llega a juzgar la tierra.
    Juzgará el mundo con justicia,
    a los pueblos con equidad.

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  80. SALMO 99
    (98)
    Dios, rey justo y santo

    1 Reina Yahvé, tiemblan los pueblos;
    entronizado sobre querubines, vacila la tierra.
    2 Grande es Yahvé en Sión,
    excelso sobre todos los pueblos.
    3 Alaben tu nombre grande y terrible:
    Él es santo.
    4 Poderoso rey que ama la justicia,
    tú has establecido la base del derecho,
    juicio y justicia ejerces en Jacob.
    5 Exaltad a Yahvé, nuestro Dios,
    postraos ante el estrado de sus pies:
    Él es santo.
    6 Moisés y Aarón entre sus sacerdotes,
    Samuel entre los que invocaban su nombre,
    invocaban a Yahvé y él les respondía.
    7 Les habló desde la columna de nube
    y ellos guardaban sus dictámenes,
    la ley que él les entregó.
    8 Yahvé, Dios nuestro, tú les respondías,
    eras para ellos un Dios de perdón,
    aunque vengabas sus delitos.
    9 Exaltad a Yahvé, nuestro Dios,
    postraos en su monte santo:
    santo es Yahvé, nuestro Dios.

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  81. SALMO 100 va al principio
    (99)
    Exhortación a la alabanza
    1 Salmo. Para la acción de gracias.

    ¡Aclama a Yahvé, tierra entera,
    2 servid a Yahvé con alegría,
    llegaos a él con júbilo!
    3 Sabed que Yahvé es Dios,
    él nos ha hecho y suyos somos,
    su pueblo y el rebaño de sus pastos.
    4 Entrad por sus puertas dando gracias,
    por sus atrios cantando alabanzas,
    dadle gracias, bendecid su nombre.
    5 Pues bueno es Yahvé y eterno su amor,
    su lealtad perdura de edad en edad.

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  82. SALMO 101
    (100)
    Espejo de príncipes
    1 De David. Salmo.

    Cantaré al amor y a la justicia,
    para ti tañeré, Yahvé;
    2 iré por el camino perfecto:
    ¿cuándo vendrás a mí?
    Procederé con corazón perfecto,
    dentro de mi casa;
    3 no pondré ante mis ojos
    cosa villana.
    Detesto la conducta criminal,
    no se me pegará;
    4 lejos de mí un corazón perverso,
    no conozco la maldad.
    5 Al que difama a su prójimo en secreto,
    a ése lo aniquilaré;
    ojo altanero y corazón hinchado
    no los soportaré.
    6 Me fijo en los fieles de la tierra
    para que vivan conmigo;
    quien va por el recto camino
    será mi servidor.
    7 No morará en mi casa
    quien cometa engaños;
    el mentiroso no persiste
    delante de mis ojos.
    8 Cada mañana voy a aniquilar
    a todos los malvados del país,
    a extirpar de la ciudad de Yahvé
    a todos los malhechores.

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  83. ALMO 102
    (101)
    Oración en la desgracia
    1 Oración del afligido que, en su angustia, derrama su llanto ante Yahvé.

    2 Escucha, Yahvé, mi oración,
    llegue mi grito hasta ti;
    3 no ocultes de mí tu rostro
    el día de la angustia;
    tiende hacia mí tu oído,
    ¡responde presto el día en que te invoco!
    4 Pues mis días como humo se disipan,
    mis huesos calientan como brasas;
    5 mi corazón se seca como heno segado,
    pues me olvido de comer mi pan;
    6 agotado de tanto sollozar,
    mis huesos se pegan a mi piel.
    7 Me parezco al búho del páramo,
    estoy como lechuza entre ruinas;
    8 de continuo me desvelo y gimo
    cual solitario pájaro en tejado;
    9 todo el día me insultan mis enemigos,
    los que me alaban maldicen por mi nombre.
    10 Ceniza como en vez de pan,
    mezclo mi bebida con lágrimas,
    11 debido a tu cólera y tu enojo,
    pues me alzaste y luego me tiraste.
    12 Mis días declinan como sombra,
    me voy secando como el heno.
    13 Pero tú, Yahvé, reinas por siempre,
    tu memoria alcanza de edad en edad.
    14 Te alzarás, compadecido de Sión,
    que es tiempo de apiadarte de ella
    (porque se ha cumplido el plazo).
    15 Tus siervos aman sus piedras,
    sienten compasión de sus ruinas.
    16 Temerán las naciones el nombre de Yahvé,
    todos los reyes de la tierra tu gloria;
    17 cuando Yahvé reconstruya Sión
    y aparezca lleno de esplendor,
    18 se volverá a la oración del despojado,
    su oración no despreciará.
    19 Quedará esto escrito para la edad futura,
    y un pueblo renovado alabará a Yahvé:
    20 se ha inclinado desde su santa altura,
    desde el cielo ha mirado a la tierra,
    21 para escuchar el suspiro del cautivo,
    para librar a los que aguardan la muerte.
    22 Para proclamar en Sión el nombre de Yahvé,
    y su alabanza en Jerusalén;
    23 cuando a una se congreguen los pueblos
    y los reinos para servir a Yahvé.
    24 Él ha agotado mi fuerza por el camino,
    ha reducido el número de mis días.
    25 Me dije: ¡Dios mío,
    en la mitad de mis días no me lleves,
    tú, que vives por generaciones!
    26 Desde antiguo fundaste la tierra,
    los cielos son obra de tus manos;
    27 ellos pasan, mas tú permaneces,
    todos como ropa se desgastan,
    serán como vestido que se muda.
    28 Mas tú eres el mismo,
    no tienen fin tus años.
    29 Los hijos de tus siervos tendrán una morada,
    su descendencia subsistirá en tu presencia.

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  84. SALMO 102
    (101)
    Oración en la desgracia
    1 Oración del afligido que, en su angustia, derrama su llanto ante Yahvé.

    2 Escucha, Yahvé, mi oración,
    llegue mi grito hasta ti;
    3 no ocultes de mí tu rostro
    el día de la angustia;
    tiende hacia mí tu oído,
    ¡responde presto el día en que te invoco!
    4 Pues mis días como humo se disipan,
    mis huesos calientan como brasas;
    5 mi corazón se seca como heno segado,
    pues me olvido de comer mi pan;
    6 agotado de tanto sollozar,
    mis huesos se pegan a mi piel.
    7 Me parezco al búho del páramo,
    estoy como lechuza entre ruinas;
    8 de continuo me desvelo y gimo
    cual solitario pájaro en tejado;
    9 todo el día me insultan mis enemigos,
    los que me alaban maldicen por mi nombre.
    10 Ceniza como en vez de pan,
    mezclo mi bebida con lágrimas,
    11 debido a tu cólera y tu enojo,
    pues me alzaste y luego me tiraste.

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  85. 12 Mis días declinan como sombra,
    me voy secando como el heno.
    13 Pero tú, Yahvé, reinas por siempre,
    tu memoria alcanza de edad en edad.
    14 Te alzarás, compadecido de Sión,
    que es tiempo de apiadarte de ella
    (porque se ha cumplido el plazo).
    15 Tus siervos aman sus piedras,
    sienten compasión de sus ruinas.
    16 Temerán las naciones el nombre de Yahvé,
    todos los reyes de la tierra tu gloria;
    17 cuando Yahvé reconstruya Sión
    y aparezca lleno de esplendor,
    18 se volverá a la oración del despojado,
    su oración no despreciará.
    19 Quedará esto escrito para la edad futura,
    y un pueblo renovado alabará a Yahvé:
    20 se ha inclinado desde su santa altura,
    desde el cielo ha mirado a la tierra,
    21 para escuchar el suspiro del cautivo,
    para librar a los que aguardan la muerte.
    22 Para proclamar en Sión el nombre de Yahvé,
    y su alabanza en Jerusalén;
    23 cuando a una se congreguen los pueblos
    y los reinos para servir a Yahvé.
    24 Él ha agotado mi fuerza por el camino,
    ha reducido el número de mis días.
    25 Me dije: ¡Dios mío,
    en la mitad de mis días no me lleves,
    tú, que vives por generaciones!
    26 Desde antiguo fundaste la tierra,
    los cielos son obra de tus manos;
    27 ellos pasan, mas tú permaneces,
    todos como ropa se desgastan,
    serán como vestido que se muda.
    28 Mas tú eres el mismo,
    no tienen fin tus años.
    29 Los hijos de tus siervos tendrán una morada,
    su descendencia subsistirá en tu presencia.

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  86. SALMO 103
    (102)
    Dios es amor
    1 De David.

    Bendice, alma mía, a Yahvé,
    el fondo de mi ser, a su santo nombre.
    2 Bendice, alma mía, a Yahvé,
    nunca olvides sus beneficios.
    3 Él, que tus culpas perdona,
    que cura todas tus dolencias,
    4 rescata tu vida de la fosa,
    te corona de amor y ternura,
    5 satura de bienes tu existencia,
    y tu juventud se renueva como la del águila.
    6 Yahvé realiza obras de justicia
    y otorga el derecho al oprimido,
    7 manifestó a Moisés sus caminos,
    a los hijos de Israel sus hazañas.
    8 Yahvé es clemente y compasivo,
    lento a la cólera y lleno de amor;
    9 no se querella eternamente,
    ni para siempre guarda rencor;
    10 no nos trata según nuestros yerros,
    ni nos paga según nuestras culpas.
    11 Como se alzan sobre la tierra los cielos,
    igual de grande es su amor con sus adeptos;
    12 como dista el oriente del ocaso,
    así aleja de nosotros nuestros crímenes.
    13 Como un padre se encariña con sus hijos,
    así de tierno es Yahvé con sus adeptos;
    14 que él conoce de qué estamos hechos,
    sabe bien que sólo somos polvo.
    15 ¡El hombre! Como la hierba es su vida,
    como la flor del campo, así florece;
    16 lo azota el viento y ya no existe,
    ni el lugar en que estuvo lo reconoce.
    17 Pero el amor de Yahvé es eterno
    con todos que le son adeptos;
    de hijos a hijos pasa su justicia,
    18 para quienes saben guardar su alianza,
    y se acuerdan de cumplir sus mandatos.
    19 Yahvé asentó su trono en el cielo,
    su soberanía gobierna todo el universo.
    20 Bendecid a Yahvé, ángeles suyos,
    héroes potentes que cumplís sus órdenes
    en cuanto oís la voz de su palabra.
    21 Bendecid a Yahvé, todas sus huestes,
    servidores suyos que hacéis su voluntad.
    22 Bendecid a Yahvé, todas sus obras,
    en todos los lugares de su imperio.
    ¡Bendice, alma mía, a Yahvé!

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  87. SALMO 104
    (103)
    Esplendores de la creación

    1 ¡Bendice, alma mía, a Yahvé!
    ¡Yahvé, Dios mío, qué grande eres!
    Vestido de esplendor y majestad,
    2 te arropa la luz como un manto,
    como una tienda extiendes el cielo,
    3 levantas sobre las aguas tus moradas;
    te sirven las nubes de carroza,
    te deslizas sobre las alas del viento;
    4 tomas por mensajeros a los vientos,
    al fuego llameante por ministro.
    5 Sobre sus bases posaste la tierra,
    inconmovible para siempre jamás.
    6 Como un ropaje la cubría el océano,
    sobre los montes persistían las aguas;
    7 a tu bramido emprendieron la huida,
    se precipitaron al escuchar tu trueno,
    8 subiendo a los montes, bajando a los valles,
    hasta el lugar que tú les asignaste;
    9 les pusiste un límite infranqueable,
    por que no vuelvan a anegar la tierra.
    10 A los valles envías manantiales,
    que van discurriendo por vaguadas;
    11 abrevan a las bestias del campo,
    apagan la sed de los onagros;
    12 junto a ellos habitan las aves,
    que entonan su canto entre la fronda.
    13 Riegas los montes desde tu alta morada,
    con la humedad de tus cámaras saturas la tierra;
    14 haces brotar hierba para el ganado,
    y las plantas para el uso del hombre,
    a fin de que saque pan de la tierra,

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  88. 15 y el vino que recrea el corazón del hombre,
    para que lustre su rostro con aceite
    y el pan conforte el corazón del hombre.
    16 Los árboles de Yahvé se empapan a placer,
    y los cedros del Líbano plantados por él;
    17 allí ponen los pájaros su nido,
    su casa en su copa la cigüeña.
    18 Los riscos acogen a los rebecos,
    las rocas cobijan a los damanes.
    19 Creó la luna para marcar los tiempos,
    y el sol, que conoce su ocaso;
    20 mandas la tiniebla y cae la noche,
    donde rondan las fieras del bosque;
    21 los leoncillos rugen por la presa
    y reclaman a Dios su alimento.
    22 Cuando sale el sol, se recogen,
    y van a echarse en sus guaridas;
    23 el hombre sale a su trabajo,
    para hacer su faena hasta la tarde.
    24 ¡Cuán numerosas tus obras, Yahvé!
    Todas las hiciste con sabiduría,
    de tus creaturas se llena la tierra.
    25 Está el mar: grande y dilatado,
    con un incontable hervidero
    de animales, grandes y pequeños;
    26 lo surcan los navíos y Leviatán,
    a quien creaste para jugar con él.
    27 Todos ellos esperan de ti
    que les des su comida a su tiempo;
    28 se la das y ellos la toman,
    abres tu mano y se sacian de bienes.
    29 Si escondes tu rostro, desaparecen,
    les retiras tu soplo y expiran,
    y retornan al polvo que son.
    30 Si envías tu aliento, son creados,
    y renuevas la faz de la tierra.
    31 ¡Gloria a Yahvé por siempre,
    en sus obras Yahvé se regocije!
    32 El que mira a la tierra y tiembla,
    toca los montes y humean.
    33 Cantaré a Yahvé mientras viva,
    tañeré para mi Dios mientras exista.
    34 ¡Que le sea agradable mi poema!
    Yo tengo mi gozo en Yahvé.
    35 ¡Desaparezcan los pecadores de la tierra,
    nunca más existan los malvados!
    ¡Bendice, alma mía, a Yahvé!

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  89. SALMO 105 va al principio
    (104)
    La maravillosa historia de Israel

    ¡Aleluya!
    1 ¡Dad gracias a Yahvé, invocad su nombre,
    divulgad entre los pueblos sus hazañas!
    2 ¡Cantadle, tañed para él,
    recitad todas sus maravillas;
    3 gloriaos en su santo nombre,
    se alegren los que buscan a Yahvé!
    4 ¡Buscad a Yahvé y su poder,
    id tras su rostro sin tregua,
    5 recordad todas sus maravillas,
    sus prodigios y los juicios de su boca!
    6 Raza de Abrahán, su siervo,
    hijos de Jacob, su elegido:
    7 él, Yahvé, es nuestro Dios,
    sus juicios afectan a toda la tierra.
    8 Él se acuerda siempre de su alianza,
    palabra que impuso a mil generaciones,
    9 aquello que pactó con Abrahán,
    el juramento que hizo a Isaac,
    10 que puso a Jacob como precepto,
    a Israel como alianza eterna:
    11 «Te daré la tierra de Canaán
    como lote de vuestra herencia».
    12 Cuando eran poco numerosos,
    gente de paso y forasteros,
    13 vagando de nación en nación,
    yendo de un reino a otro pueblo,
    14 a nadie permitió oprimirlos,
    por ellos castigó a los reyes:
    15 «Guardaos de tocar a mis ungidos,
    no hagáis daño a mis profetas».
    16 Trajo el hambre a aquel país,
    todo bastón de pan rompió;
    17 a un hombre envió por delante,
    José, vendido como esclavo.
    18 Trabaron sus pies con grilletes,
    por su cuello pasaron cadenas,
    19 hasta que se cumplió su predicción
    y la palabra de Yahvé lo acreditó.

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  90. 20 El rey ordenó ponerlo en libertad,
    el soberano de pueblos mandó soltarlo;
    21 lo nombró administrador de su casa,
    soberano de toda su hacienda,
    22 para instruir a su gusto a sus magnates,
    y hacer sabios a sus ancianos.
    23 Entonces Israel entró en Egipto,
    Jacob residió en el país de Cam.
    24 Multiplicó sobremanera a su pueblo,
    lo hizo más fuerte que sus opresores;
    25 cambió su corazón para que odiaran a su pueblo
    y usaran malas artes con sus siervos.
    26 Envió a Moisés, su siervo,
    y a Aarón, que había elegido,
    27 que ejecutaron signos en Egipto,
    prodigios en el país de Cam.
    28 Mandó tinieblas, y hubo tinieblas,
    pero ellos desafiaron sus palabras.
    29 Trocó sus aguas en sangre,
    haciendo que sus peces murieran.
    30 Pululaban ranas en su país,
    que entraban en las estancias reales;
    31 lo mandó y vinieron mosquitos,
    cínifes por toda su comarca.
    32 Les dio por lluvia granizo,
    rayos por toda su tierra;
    33 dañó viñedos e higueras,
    quebró los árboles del país.
    34 Ordenó que llegara la langosta
    y el pulgón en número incontable;
    35 devoraron la hierba del país,

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  91. 35 devoraron la hierba del país,
    devoraron el fruto del suelo.
    36 Hirió a los primogénitos del país,
    las primicias de su virilidad.
    37 Los sacó cargados de oro y plata,
    ni uno solo flaqueó de entre las tribus.
    38 Egipto se alegró de su salida,
    llenos como estaban de terror.
    39 Desplegó una nube para cubrirlos,
    un fuego que alumbrara en la noche.
    40 Pidieron y mandó codornices,
    de pan del cielo los hartó;
    41 hendió la roca y brotaron las aguas,
    como río corrieron por los sequedales.
    42 Recordando su palabra sagrada,
    dada a Abrahán, su servidor,
    43 sacó a su pueblo con alborozo,
    a sus elegidos en medio del júbilo.
    44 Les dio las tierras de los paganos,
    el sudor de las naciones heredaron,
    45 para que así guarden sus preceptos
    y observen todas sus leyes.

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  92. SALMO 106
    (105)
    Confesión nacional

    1 ¡Aleluya!
    ¡Dad gracias a Yahvé porque es bueno,
    porque es eterna su misericordia!
    2 ¿Quién contará las proezas de Yahvé
    o proclamará toda su alabanza?
    3 ¡Dichosos los que guardan el derecho,
    los que practican siempre la justicia!
    4 ¡Acuérdate de mí, Yahvé,
    hazlo por amor a tu pueblo,
    ven a ofrecerme tu ayuda.
    5 Para que vea la dicha de tus elegidos,
    me alegre con la alegría de tu pueblo
    y me felicite con tu heredad!
    6 Hemos fallado igual que nuestros padres,
    hemos cometido injusticias e iniquidades;
    7 nuestros padres, estando en Egipto,
    no comprendieron tus prodigios.
    No se acordaron de tu gran misericordia,
    se rebelaron contra el Altísimo junto al mar de Suf.
    8 Pero él los salvó por amor de su nombre,
    para dar a conocer así su poderío.
    9 Increpó al mar de Suf y se secó,
    las olas eran un páramo a su paso;
    10 los salvó de la mano del adversario,
    de la mano del enemigo los libró.
    11 El agua anegó a sus adversarios,
    ni uno solo de entre ellos quedó.
    12 Entonces creyeron en sus palabras
    y entonaron todos su alabanza.
    13 Mas pronto se olvidaron de sus obras,
    no tuvieron en cuenta sus propósitos;
    14 en el desierto ardían de avidez,
    a Dios tentaban en la estepa.

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  93. 15 Él les concedió lo que pedían,
    y envió fiebre a sus gargantas.
    16 En el campamento envidiaron a Moisés,
    y a Aarón, el santo de Yahvé.
    17 La tierra se abrió y tragó a Datán,
    y cubrió a la cuadrilla de Abirón;
    18 ardió fuego contra su cuadrilla,
    una llama consumió a los malvados.
    19 Se hicieron un becerro en Horeb,
    ante una imagen fundida se postraron,
    20 y fueron a cambiar su gloria
    por la imagen de un buey que come hierba.
    21 Olvidaron a Dios, su salvador,
    al autor de hazañas en Egipto,
    22 de prodigios en tierra de Cam,
    de portentos en el mar de Suf.
    23 Dispuesto estaba a exterminarlos,
    si no es porque Moisés, su elegido,
    se mantuvo en la brecha frente a él,
    para apartar su furor destructor.
    24 Desdeñaron una tierra deleitosa,
    no tuvieron fe en su palabra;
    25 murmuraron dentro de sus tiendas,
    no escucharon la voz de Yahvé.
    26 Y él, mano en alto, juró
    hacerles caer en el desierto,
    27 desperdigar su estirpe entre los pueblos,
    dispersarlos por todas las naciones.
    28 Se aparejaron con Baal Peor
    y comieron sacrificios de muertos.
    29 Así lo irritaron con sus obras,
    y una plaga descargó sobre ellos.
    30 Pero Pinjás intervino en un juicio
    y así la plaga se detuvo;

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  94. 31 esto se le contó como justicia
    de edad en edad, para siempre.
    32 Lo enojaron en las aguas de Meribá,
    y mal le fue a Moisés por su culpa,
    33 pues llegaron a amargarle el espíritu
    y habló a la ligera con sus labios.
    34 No exterminaron a los pueblos
    que Yahvé les había indicado;
    35 se mezclaron con los paganos
    y aprendieron sus prácticas.
    36 Adoraron a sus ídolos,
    que les sirvieron de trampa;
    37 sacrificaron a sus hijos
    y a sus hijas a demonios.
    38 Sangre inocente derramaban,
    la sangre de sus hijos y sus hijas,
    inmolados a los ídolos de Canaán,
    y profanaron el país con crímenes.
    39 Se mancillaron con sus obras,
    se prostituyeron con sus prácticas.
    40 Entonces se inflamó la cólera de Yahvé
    contra su pueblo y aborreció su heredad.
    41 Los entregó en manos de los paganos,
    fueron dominados por los adversarios;
    42 sus enemigos los tiranizaron,
    quedaron humillados bajo su mano.
    43 Numerosas veces los libró,
    pero ellos, rebeldes a sus planes,
    seguían hundiéndose en la culpa;
    44 pero él se fijó en su angustia,
    dando oído a sus clamores.
    45 Por ellos se acordó de su alianza,
    se enterneció con su inmenso amor;
    46 hizo que de ellos se apiadaran
    aquellos que cautivos los tenían.
    47 ¡Sálvanos, Yahvé, Dios nuestro,
    reúnenos de entre las naciones,
    para dar gracias a tu santo nombre
    y honrarnos cantando tu alabanza!
    48 ¡Bendito Yahvé, Dios de Israel,
    desde siempre y para siempre!
    Y todo el pueblo diga: ¡Amén!

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  95. SALMO 107
    (106)
    Dios salva al hombre de todo peligro

    ¡Aleluya!
    1 ¡Dad gracias a Yahvé porque es bueno,
    porque es eterna su misericordia!
    2 Que lo digan los rescatados por Yahvé,
    los rescatados del poder del adversario,
    3 los que ha reunido de todos los países,
    de oriente y poniente, del norte y mediodía.
    4 Por el desierto erraban, por la estepa,
    no acertaban con lugares habitados;
    5 hambrientos y sedientos,
    se sentían desfallecer.
    6 Pero clamaron a Yahvé en su apuro,
    y él los libró de sus angustias,
    7 los condujo por el recto camino,
    hasta alcanzar un lugar habitado.
    8 ¡Den gracias a Yahvé por su amor,
    por sus prodigios en favor de los hombres!
    9 Pues calmó la garganta sedienta,
    y a los hambrientos colmó de bienes.
    10 Habitaban la tiniebla y la sombra,
    cautivos de hierros y miserias,
    11 por desafiar las órdenes de Dios,
    por despreciar el proyecto del Altísimo.
    12 Doblegó su terquedad con fatigas,
    sucumbían, privados de socorro.
    13 Pero clamaron a Yahvé en su apuro,
    y él los libró de sus angustias.
    14 Los sacó de la tiniebla y la sombra,
    rompió todas sus cadenas.

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  96. 15 ¡Den gracias a Yahvé por su amor,
    por sus prodigios en favor de los hombres!
    16 Pues las puertas de bronce rompió,
    deshizo los barrotes de hierro.
    17 Embotados por todos sus yerros,
    miserables a causa de sus culpas,
    18 les daban repugnancia los manjares,
    ya estaban a las puertas de la muerte.
    19 Pero clamaron a Yahvé en su apuro,
    y él los libró de sus angustias.
    20 Su palabra envió para sanarlos
    y arrancar sus vidas de la fosa.
    21 ¡Den gracias a Yahvé por su amor,
    por sus prodigios en favor de los hombres!
    22 Ofrezcan sacrificios de acción de gracias,
    pregonen sus obras con gritos de alegría.
    23 Se hicieron a la mar con sus naves,
    comerciando por todo el océano,
    24 y vieron las obras de Yahvé,
    todas sus maravillas en el piélago.
    25 A su voz, un viento de borrasca
    hizo encresparse a las olas;
    26 al cielo subían, bajaban al abismo,
    su espíritu se hundía bajo el peso del mal;
    27 daban vuelcos, vacilaban como ebrios,
    no les valía de nada su pericia.
    28 Pero clamaron a Yahvé en su apuro,
    y él los libró de sus angustias.
    29 A silencio redujo la borrasca,
    las olas callaron a una.
    30 Ellos se alegraron al verlas calmarse,
    y él los llevó al puerto deseado.
    31 ¡Den gracias a Yahvé por su amor,
    por sus prodigios en favor de los hombres!
    32 ¡Alábenlo en la asamblea del pueblo,
    en el concejo de ancianos lo celebren!

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  97. 33 Él cambia los ríos en desierto,
    en puro sequedal los manantiales,
    34 la tierra fértil en salinas,
    cuando obran el mal sus habitantes.
    35 Pero cambia el desierto en estanque,
    la árida tierra en manantial;
    36 asienta allí a los hambrientos,
    para que funden ciudades habitadas.
    37 Siembran campos y plantan viñas,
    producen frutos en tiempo de cosecha.
    38 Él los bendice y se multiplican,
    no deja que mengüen sus ganados.
    39 Menguados estaban y abatidos,
    presa del mal y la aflicción.
    40 El que vierte desprecio sobre príncipes,
    los extraviaba por yermos sin camino.
    41 Pero recobra al pobre de la miseria,
    aumenta sus clanes como un rebaño;
    42 los rectos lo ven y se alegran,
    los malvados se tapan la boca.
    43 ¿Quién es sabio? ¡Que guarde estas cosas,
    y medite en el amor de Yahvé!

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  98. SALMO 108
    (107)
    Himno matinal y súplica nacional
    1 Cántico. Salmo. De David.

    2 A punto está mi corazón, oh Dios
    -voy a cantar y a tañer-.
    ¡Despierta, gloria mía!
    3 ¡Despertad, cítara y arpa!
    ¡A la aurora voy a despertar!
    4 Te alabaré entre los pueblos, Yahvé,
    voy a cantarte entre las gentes,
    5 porque tu amor es grande hasta los cielos,
    llega hasta las nubes tu lealtad.
    6 ¡Alzate, oh Dios, sobre los cielos,
    y llene la tierra tu gloria!
    7 Para que escapen libres tus favoritos,
    ¡con tu diestra salvadora respóndenos!
    8 Dios ha hablado en su santuario:
    «Repartiré victorioso Siquén,
    parcelaré el valle de Sucot.
    9 Míos son Galaad y Manasés,
    Efraín, yelmo de mi cabeza,
    Judá, mi bastón de mando,
    10 Moab, la jofaina en que me lavo;
    sobre Edom tiro mi sandalia,
    sobre Filistea cantaré victoria».
    11 ¿Quién me guiará a la plaza fuerte,
    quién me conducirá hasta Edom?
    12 ¿No eres tú, oh Dios, quien nos rechaza,
    y no sales al frente de nuestras tropas?
    13 Ofrécenos ayuda contra el adversario,
    que es vano el socorro del hombre.
    14 ¡Con Dios haremos proezas,
    él machacará a nuestros adversarios!

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  99. SALMO 109
    (108)
    Salmo imprecatorio
    1 Del maestro de coro. De David. Salmo.

    ¡Oh Dios de mi alabanza, no calles!
    2 Bocas de impíos y traidores
    están abiertas contra mí.
    Me hablan con lengua mentirosa,
    3 me envuelven con palabras odiosas,
    me hacen la guerra sin razón.
    4 En pago de mi amor me acusan,
    mientras yo rezaba por ellos;
    5 me devuelven mal por bien,
    odio en cambio de amor:
    6 «¡Suscita a un malvado contra él,
    que un fiscal se ponga a su diestra;
    7 que en el juicio resulte culpable,
    su oración considerada pecado!
    8 ¡Que sus días sean pocos,
    que otro ocupe su cargo;
    9 queden huérfanos sus hijos,
    quede viuda su mujer!
    10 ¡Que sus hijos vaguen mendigando,
    sean expulsados de sus ruinas;
    11 que el acreedor se quede con sus bienes
    y saqueen sus ganancias los extraños!
    12 ¡Nunca nadie le muestre amor,
    nadie se apiade de sus huérfanos,
    13 sea exterminada su posteridad,
    acabe su apellido en sus hijos!
    14 ¡Sea recordada la culpa de sus padres,
    nunca se borre el pecado de su madre;
    15 estén constantemente ante Yahvé,
    y él cercene de la tierra su memoria!».
    16 Se olvidó de actuar con amor,
    persiguió al pobre, al desdichado,
    al de abatido corazón para matarlo;

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  100. 17 amó la maldición, sobre él recaiga,
    no quiso bendición: que de él se aleje.
    18 Se vistió la maldición como un manto:
    ¡que penetre como agua en su seno,
    que entre como aceite en sus huesos!
    19 ¡Que sea el vestido que lo cubra,
    el cinto que lo ciñe para siempre!
    20 Ésta es la obra de los que me acusan,
    de los que hablan maliciosos contra mí.
    21 Pero tú, oh Yahvé, Señor mío,
    actúa por tu nombre en mi favor,
    ¡líbrame por tu bondad y tu amor!
    22 Que soy pobre y desdichado,
    y tengo herido el corazón;
    23 me desvanezco lo mismo que una sombra,
    me sacuden igual que a la langosta.
    24 Con tanto ayuno se doblan mis rodillas,
    falta de grasa enflaquece mi carne;
    25 me he convertido en burla de ellos,
    cuando me ven, menean la cabeza.
    26 ¡Ayúdame, Yahvé, Dios mío,
    sálvame según tu bondad!
    27 ¡Sepan que esto es cosa tuya,
    que tú, Yahvé, lo has hecho!
    28 ¡Maldigan ellos, pero tú bendice!
    ¡Se avergüencen mis rivales y tu siervo se alegre!
    29 ¡Se vistan de ignominia los que me acusan,
    envueltos en su vergüenza, como en un manto!
    30 Mi boca se llenará de gracias a Yahvé,
    en medio de la multitud lo alabaré:
    31 porque se pone a la diestra del pobre
    para arrancar su vida de los jueces.

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  101. SALMO 110 va al principio
    (109)
    El sacerdocio del Mesías
    1 De David. Salmo.

    Oráculo de Yahvé a mi Señor:
    «Siéntate a mi diestra,
    hasta que haga de tus enemigos
    estrado de tus pies».
    2 El cetro de tu poder
    extenderá Yahvé desde Sión:
    ¡domina entre tus enemigos!
    3 Ya te pertenecía el principado
    el día de tu nacimiento;
    un esplendor sagrado
    llevas desde el seno materno,
    desde la aurora de tu juventud.
    4 Lo ha jurado Yahvé
    y no va a retractarse:
    «Tú eres por siempre sacerdote,
    según el orden de Melquisedec».
    5 El Señor está a tu derecha,
    quebranta a los reyes el día de su cólera;
    6 sentencia a las naciones,
    amontona cadáveres,
    quebranta cabezas
    a lo ancho de la tierra.
    7 Junto al camino bebe del torrente,
    por eso levanta la cabeza.

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  102. SALMO 111
    (110)
    Elogio de las obras divinas

    1 ¡Aleluya!

    Alef.

    Doy gracias a Yahvé de todo corazón,

    Bet.

    en la reunión de los justos y en la comunidad.

    Guímel.

    2 Grandes son las obras de Yahvé,

    Dálet.

    meditadas por todos que las aman.

    He.

    3 Actúa con esplendor y majestad,

    Vau.

    su justicia permanece para siempre.

    Zain.

    4 De sus proezas dejó un memorial.

    Jet.

    ¡Clemente y compasivo Yahvé!

    Tet.

    5 Dio de comer a quienes lo honran,

    Yod.

    se acuerda por siempre de su alianza.

    Kaf.

    6 Reveló a su pueblo la fuerza de su acción,

    Lámed.

    les dio como herencia las naciones.

    Mem.

    7 Su mano actúa con verdad y justicia,

    Nun.

    son leales todos sus mandatos,

    Sámek.

    8 válidos para siempre jamás,

    Ain.

    para cumplirlos con verdad y rectitud.

    Pe.

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  103. 9 Envió la redención a su pueblo,

    Sade.

    determinó para siempre su alianza;

    Qof.

    santo y temible es su nombre.

    Res.

    10 Principio del saber es temer al Señor;

    Sin.

    son cuerdos los que lo practican.

    Tau.

    Su alabanza permanece para siempre.

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  104. LEE POR LO MENOS UNO PARA QUE TE VEAS MAS ALLA DE TU NARIZ SI LO QUE ESTAS HACIENDO ESTA BIEN O TE ESTAS GOZANDO CON EL DOLOR DE LOS DEMAS YA QUE ALGUNA TAMBIEN TE DIERON LA MANO ASI QUE NO SIRVE MORDER LA MANO QUE TE DIERON CUANDO NECESITASTE AYUDA, PERO SI TU DICES QUE SOLO PUEDES ESTA EQUIVOCADO PORQUE TODO LO QUE SE HACE EN ESTA VIDA SE PAGA Y TU ESTAS HACIENDO MAL HA TODA LA PROMO OJALAS COMPRENDAS ALGO DE LO QUE TE MANDO. PREGUNTATE SI ESTA BIEN LO QUE ESTAS HACIENDO??? ERES IMBENCIBLE??? ERES INTELIGENTE O IDIOTA??? PIENSA Y RESPONDETE A QUIEN LE HACES EL FAVOR A TI O AL QUE TE MANIPULA????

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que opinas de estos salvajes...?